26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Las modas

Aunque lo pretendamos negar, estamos mediatizados por las novedades que aparecen en el modo de socializarnos y mantener cierta solvencia en la modernidad. Las innovaciones tecnológicas van atropellándonos. Cada generación trae consigo una forma de entender la vida vinculada a recursos nuevos y aportaciones culturales de toda condición.

Los primeros en el escalafón de la existencia, que se alarga cada día más, sufren el desasosiego de perder capacidad para seguir el ritmo de los tiempos. Con los medios de comunicación tradicionales, además de la vertiginosa eficacia de las redes sociales, las normas que determinan el modo de comportarse o consumir nacen por iniciativa de auténticos gurús, algunos solapados, que dan instrucciones a la sociedad para moverse según su ideología o influencia del mercado, esa especie de locomotora económica con el piloto automático puesto.

Antes de toda la vorágine actual, sin saber muy bien porqué, cómo o quién, los chavales comenzábamos a jugar a las chapas, suela, lima o canicas cuando tocaba. En cada barrio, alguien tomaba la iniciativa para cumplir los requisitos que el ocio imponía. Una desmedida voracidad lúdica se apoderaba del quienes gustaban de apostar y jugarse las estampas o cualquier cosa que pudiera valer como pago.

Había verdaderos tahúres callejeros, expertos en esas técnicas manuales, que solían esquilmar a los vecinos y amigos. Los chicos vestíamos pantalón corto por imperativo social, y los largos cuando la edad o la madre decía, aunque era una moda enraizada en la costumbre. Y esa forma de mantener hábitos de siempre se encontró con la revolución de lo distinto, avanzado, rompedor, extravagante y descarado que ha ido apoderándose de todo, coartada para despreciar lo que ya estaba, por considerarlo una rémora retrógrada.

Esa moda convertía lo habitual en algo demodé con rapidez. Los cambios sociales, basados en la práctica diaria, aceptada por un porcentaje significativo de ciudadanos, suelen servir de guía para avanzar en positivo, pero puede suponer un sistema de control social, que va diseñando lo que se debe hacer y cómo, según determinen los dirigentes políticos, empeñados en adoctrinar para cambiar el modo de comer, vestir, expresarse o comportarse en esta sociedad, que Orwell anticipó con acierto.

La concienciación orientada al bienestar jamás será discutida, a pesar de que son precisas normas imperativas en beneficio de todos, ya que suele haber resistencia al cambio. Las recomendaciones de especialistas han servido para mejorar nuestro modo de vivir, por eso no hay más remedio que seguir orientando a los vecinos tratando de superar defectos en el ser o hacer. 

Sin embargo, determinadas corrientes ideológicas buscan con urgencia el cambio social para someter las voluntades y perpetuarse en el poder. Hasta se escuchan excusas indecentes justificando tropelías de toda condición en aras al supuesto progreso. Para buena parte de los ciudadanos es complicado aceptar que se haga proselitismo con el consumo de cannabis, mientras se persigue con rigor el consumo de tabaco. Hay verdadera obsesión con el modo de alimentarse, hasta en detalles que sobrepasan los límites de la divulgación. Se van superando determinadas fronteras de la edad para limitar la intervención de los padres en la educación doméstica, porque no hay más intención que destrozar un modelo de sociedad basado en lo consuetudinario.

Hay que cortar los engarces que sujetan el devenir contrastado por la población congruente, que intenta evolucionar con menor velocidad, sin renuncian a los cambios, que no son más que imperativo natural. Los partidos políticos, unos más que otros, disponen de personal dedicado a enseñar modos y expresiones para imponerlos. Hay palabras adoptadas en el lenguaje inclusivo, que son inventos de torpes analfabetos, como las terminadas en ente convertidas en enta. Ese empeño busca desprestigiar a los expertos. Algunos términos o expresiones cobran actualidad porque alguien los saca a la palestra, y otros, sin cuestionar su acierto, los repiten sin parar con la intención de impregnarlos, por ejemplo: todos y todas, ellos y ellas, poner en valor o resiliencia, que está de moda

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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