26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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José Francisco Roldán

Siguen faltando vacunas

"Cuando el cuadro de vacunas no está completo, la protección moral y legal de una organización pierde fortaleza".

Parece mentira, pero hace un año, exactamente, nos quejábamos sobre la falta de vacunas para proteger a la mayoría de una población que enfermaba y moría en España. No hacía demasiado tiempo que nuestros referentes políticos alardearon de haber vencido al virus y proclamaban la necesidad de salir y hacer la vida normal.

Los adivinos en España han dado mucho juego, como los curanderos, especialmente los que se lucran de la desesperanza ajena. Hemos constatado los colmos de la improvisación, incompetencia y descalabros ocasionados por quienes deberían tener como preferencia el bienestar de los ciudadanos. Los objetivos electorales permanentes sirven para escamotear soluciones a las necesidades reales de una población escandalizada por semejante descaso e irresponsabilidad, que no tiene límites, como hemos tenido la posibilidad de comprobar habitualmente.

La campaña de desprestigio político supone el escenario natural para quienes aspiran al poder y, sobre todo, conservarlo a toda costa. Vale todo, hasta la propaganda más asquerosa que alguien pueda imaginar. Es una constante pantomima social empeñada en imponer decisiones sin más justificación que esos dictados sectarios planificados en conciliábulos partidistas. No es posible aguantar tanto despropósito abriendo telediarios y protagonizando titulares periodísticos, como si de una tragicomedia del absurdo se tratara, donde la palabrería de los más ineptos enerva sentimientos más justos.

Creo que merece la pena volver a recordar unas frases que eran adecuadas en agosto del año pasado: “Cuando el cuadro de vacunas no está completo, la protección moral y legal de una organización pierde fortaleza y cualquier virus puede causar daños irreparables. Si cualquier miembro imprescindible se ve afectado no hay más remedio que aplicar remedios, incluso traumáticos, para su recuperación. La falta de vacunas impide evitar el dolor. Si una conducta delictiva no ha sido prevenida con rigor las consecuencias serán muy graves. Es patético contemplar a los facultativos de turno mirándose perplejos sin encontrar soluciones o esquivando hacer frente a semejante situación. No parecen haber vacunas suficientes para mantener el tono adecuado de respuesta colectiva. No es correcto acudir a potingues ajenos a la medicina oficial. No debe haber curanderos para enfrentar afecciones contrastadas. Un Estado no puede ignorar el riesgo de epidemias. Por encima de otras cosas, debemos crear vacunas y tratamientos eficaces para que los ciudadanos puedan vivir en paz y seguridad”.

"No parecen haber vacunas suficientes para mantener el tono adecuado de respuesta colectiva".

En realidad, al menos esa era la intención, no hablábamos del coronavirus y sus efectos, sino de la catadura moral de nuestros referentes sociales, algunos de los cuales tienen obsesión por la propiedad de los otros para enriquecer sus bolsillos. No olvidamos algunas soflamas pronunciadas en actos políticos de hace unos años, cuando se insistía en la idea de acaparar puestos oficiales y de influencia real para afianzar el poder de los que venían a cambiar una sociedad corrupta. Era fundamental meter en las administraciones a correligionarios políticos para manejar recursos públicos y administrar el futuro de los demás. Asaltar cielos, ocupar sillones, asegurar nóminas generosas y repartirse el pastel de ese dinero público que no es de nadie.

No se puede avanzar como sociedad con esa rémora del demonio, donde los sinvergüenzas se guardan ingresos legítimos de los demás, y muchos sufren las consecuencias de una pandemia financiera que ha quebrado vidas y haciendas. Pero no vemos ventanas abiertas al mejor de los anhelos. Siguen faltando vacunas para luchar contra el mal, en todas sus manifestaciones.

Contemplamos omisiones y pasividad en quienes se encogen de hombros mientras no les afecta la desgracia, que es de los demás. Siguen obsesionados con el maldito reparto de poder, privilegios y prebendas canjeando derechos y deberes sin el menor recato para conservar el mejor modo de controlar los designios colectivos.

Lo importante es mantener esa campaña electoral contumaz, que entretiene a muchos apesebrados esperando el nombramiento caprichoso de un dedo elegido para la mayor gloria de los suyos, ególatras ensimismados en un carisma falsificado. Como no hay modo de controlar el despilfarro, debemos seguir insistiendo en el despreciable manejo que algunos hacen de la cosa pública. Es justo reconocer que hay buenas personas dedicando su tiempo y capacidad para mejorar el bienestar de sus paisanos, sin embargo, para los otros, esos despreciables arribistas, siguen faltando vacunas.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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