03 de junio de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

ENTRE FEBRERO DE 1987 Y ABRIL DE 1988 EL CÁNTABRO JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ VEGA VIOLÓ Y ASESINÓ A UN TOTAL DE 16 MUJERES ANCIANAS QUE VIVÍAN SOLAS

Treinta y siete años de los crímenes de ‘El Mataviejas’: De violador a ser asesino en serie

/ José Antonio Rodríguez Vega, 'El Mataviejas'.
/ José Antonio Rodríguez Vega, 'El Mataviejas'.
José Antonio Rodríguez Vega, conocido como 'El Mataviejas', fue un asesino en serie que asesinó a al menos 16 personas, todas mujeres mayores de 60 años. Sus acciones tuvieron lugar entre febrero de 1987 y abril de 1988. Sin embargo, diez años antes ya fue condenado a 28 años de prisión por numerosas agresiones sexuales. Respecto a los asesinatos en diciembre de 1991 fue condenado a 440 años de prisión por la Audiencia Provincial de Santander y terminó falleciendo en octubre de 2002.

José Antonio Rodríguez Vega, conocido como ‘El Mataviejas’, es uno de los asesinos en serie que pasaron a la historia de la crónica negra española del siglo XX. Ahora, se cumplen 37 años desde que cometió su primer asesinato. Fue entre febrero de 1987 y abril de 1988 cuando violó y asesinó a un total de 16 mujeres de avanzada edad que iban desde los 60 hasta los 90 años. Siempre consideró que los terribles actos que cometía estaban justificados por las acciones del resto del mundo.

Alejado de los impulsos, se trataba de un asesino extremadamente meticuloso que observaba y vigilaba a sus potenciales víctimas para ser lo más cuidadoso posible. Siempre elegía a mujeres de avanzada edad que vivían solas. Conocía las rutinas de sus víctimas al dedillo, por lo que sabía cuáles eran las horas más idóneas para iniciar sus ataques con el riesgo mínimo de ser descubierto. Sabía quiénes las visitaban y a qué hora. Todo estaba calculado.

El 'museo de los horrores' de 'El Mataviejas'.

El 19 de mayo de 1988 fue detenido y confesó los asesinatos. Tras registrar su casa la policía encontró un ‘museo de los horrores’. Se trataba de una habitación decorada de rojo donde había guardado recuerdos de todas y cada una de sus víctimas. Había joyas, porcelana e incluso televisores. Pese a confesar los asesinatos en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Santander en 1991, se declaró inocente. Sin embargo, los psicólogos que le examinaron lo tuvieron claro, se trataba de un psicópata con una frialdad digna de los asesinos más terribles de la historia.

En diciembre de 1991 fue condenado a 440 años de prisión. Ya en prisión alardeaba de los crímenes cometidos y estuvo en diferentes cárceles. Finalmente, su comportamiento hizo que fuese asesinado el 24 de octubre de 2002 por otros reclusos. En medio de una disputa fue acuchillado por la espalda con un estilete. Recibió 113 puñaladas, le sacaron los ojos y parte de la masa encefálica. Los responsables, Enrique del Valle González “El Zanahorio” y Daniel Rodríguez Obelleiro.

Modus operandi

Para acceder a los domicilios de sus víctimas Rodríguez Vega usaba sus conocimientos aprendidos cuando era albañil y sabía exactamente qué decir para alarmar a su víctima y que esta le permitiese entrar a "arreglar alguna avería". No obstante, en otras ocasiones se hizo pasar por técnico de televisión o electricista. Siempre con la premisa de arreglar cosas de los hogares lograba ganarse la confianza de sus víctimas.

El detalle más desalmado y probablemente una de las razones que le costarían la vida en la cárcel es que se aprovechaba de la soledad de estas mujeres, quienes se mostraban en todos los casos encantadas de poder gozar de un poco de esa compañía que tanto habían añorado. Poco sabían de la crueldad que puede reservar el destino a algunas personas, puesto que todas fueron abusadas sexualmente.

Una vez había saciado su apetito sexual y acallado su obsesión patológica con las mujeres mayores, las asfixiaba tapándoles la nariz y la boca. Lo que provocaba la acumulación de líquido en los pulmones conocida como edema pulmonar, esto se convertía luego en un ataque cardíaco. Esta manera de ejecutar a sus víctimas hacía creer a los médicos que se trataba de una muerte natural.

José Antonio Rodríguez Vega.

Durante el año que delinquió la ola de muertes de mujeres de avanzada edad en Santander se incrementó en gran medida, algo que levantó las sospechas de la policía pese a que supuestamente fueron muertes naturales.

En su modus operandi cometió un error que permitió a los policías dar con su pista. El uso de la excusa de realizar labores de albañilería daría a los agentes un patrón del que tirar para conocer la identidad de un tenebroso asesino en serie. En todos los hogares donde habían fallecido las mujeres por paro cardíaco habían hecho reformas de albañilería.

Los primeros delitos de 'El Mataviejas'

Nació el 3 de diciembre de 1957 en Santander. Según las informaciones que se tienen de él, en su juventud ya apuntaba a maneras como un chico agresivo e irrespetuoso. Su madre llegó a echarlo de casa por agredir a su propio padre, que estaba postrado en una cama por enfermedad. Fueron estos acontecimientos los que desencadenaron en Rodríguez una aversión a las mujeres a la par que un fuerte deseo sexual por su madre, a quien veía con una mezcla de admiración y miedo.

La frustración que sufría producto de sus impulsos incestuosos lo convertirían en un misógino con un modus operandi propio que incluía el abuso sexual. Sus primeros crímenes no llegaron en un primer momento a ser delitos de sangre, pero era cuestión de tiempo.

La madre de 'El Mataviejas'.

Sus primeros delitos sexuales los cometió a temprana edad. Con tan solo 21 años fue arrestado por cometer numerosas agresiones sexuales. En esa época fue conocido por el pseudónimo de 'El Violador de la Moto', ya que después de atacar a sus víctimas huía en una.

Antes de cometer esas violaciones estuvo casado con una mujer llamada Socorro, con quien incluso llegó a tener un hijo. Sin embargo, después de conocer la naturaleza agresiva y descontrolada de su marido decidió abandonarlo y llevarse a su único hijo con ella. El exconvicto no tardaría mucho en contraer nupcias nuevamente con otra mujer.

Su nueva mujer tenía algunos problemas, como que sufría epilepsia, pero eso no detuvo a la pareja. Lo que la recién casada no sabía era que su marido por las noches se convertía en un violador destinado a graduarse como asesino. En 1978 fue sentenciado a 28 años de prisión por agresión sexual a mujeres. Logró que sus víctimas lo perdonaran y fue liberado de prisión por buena conducta para poco después graduarse como asesino.

COMPARTIR: