26 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Pilar Redondo

A orillas del gran silencio...

Sevilla, entrada principal del Palacio de Dueñas, donde realizamos el homenaje a Antonio Machado.
Sevilla, entrada principal del Palacio de Dueñas, donde realizamos el homenaje a Antonio Machado.

"Siempre fugitiva y siempre/ cerca de mí, en negro manto/ mal cubierto el desdeñoso/ gesto de tu rostro pálido./ No sé adónde vas, ni dónde/ tu virgen belleza tálamo/ busca en la noche. No sé/ qué sueños cierran tus párpados,/ ni de quién haya entreabierto/ tu lecho inhospitalario./ Detén el paso, belleza/ esquiva, detén el paso./ Besar quisiera la amarga,/ amarga flor de tus labios".

Estos versos pertenece al poeta sevillano que nació el día 26 de julio de 1875 en el Palacio de Dueñas, propiedad de la Casa de Alba y falleció el 22 de febrero de 1939 en Colliure (Francia). Su ataúd fue cubierto por una bandera de la República.

Doña Ana Ruíz, su madre, murió tres días despues sin conocer el fallecimiento de su hijo, Antonio Machado.

Los cuatro hermanos Machado: Manuel, Antonio, José (que se casó con Matea Monedero y tuvieron tres hijas: Carmen, María, Eulalia) y Joaquín, disfrutaron de sus juegos infantiles en el palacio.

Sus primeras publicaciones las firma con el seudónimo de: Cabellera, en: La Caricatura. Coincide en fecha con el fallecimiento de su padre en 1893.

Desde entonces ha pasado mucho tiempo y sin embargo, actualmente sigue siendo un poeta muy reconocido.

Cada verso es un viaje hacía dentro. Sobre la lluvia desangrada configura su propia identidad. Se activa, alza el vuelo, crea y nutre su propia alma.
La corriente sanguínea de cada letra emprende la búsqueda en lo más profundo de mi yo...

Cada día conocemos nuevos datos sobre la obra del poeta. Eso es posible gracias a la Fundación Unicaja de Sevilla y a la disponibilidad de los fondos machadianos en la Institución Fernán González de Burgos.
Todavía existe gran cantidad de manuscritos que transcribir y estudiar.
De esta tarea una de las personas encargadas es Rafael Alarcón Sierra, y gracias a su trabajo, la Editorial Calambur ha publicado una antología poética de Machado con este bello título: A orillas del gran silencio.

Son un conjunto de poemas inéditos, cuyas protagonistas son las dos mujeres que alimentaron el latido del corazón del autor de "Soledades": Leonor Izquierdo y Pilar de Valderrama, (conocida literariamente como: Guiomar, la llamó así en honor a la esposa de Jorge Manrique, que era Guiomar de Castañeda).

La historia de Leonor Izquierdo Cuevas siempre estuvo acunada por la tristeza. Aunque su relación fue una bonita historia de amor, se conocieron casi por casualidad.

En 1907, en diciembre, en Soria, se cerró una residencia de huéspedes, por lo que los hospedados tuvieron que buscar otro alojamiento. Uno de ellos, llamado Antonio Machado, maestro de profesión, se traslada hasta una pensión en la plaza Teatinos, que regentaba el padre de Leonor.
Ella nació el año 1894, el día 12 de junio, hija de un sargento jubilado de la Guardia Civil, llamado, Ceferino Izquierdo Caballero.

Desde el primer momento Machado quedó cautivado por la belleza y la inocencia de la niña que tenía 13 años. Desde ese preciso momento hizo el propósito de convertirla en su

esposa, aunque tuvo que esperar a que ella alcanzara la edad legal para dicho cometido,los 15 años.
En 1909, el 30 de julio contrajeron matrimonio. El día anterior, sus padres habían dado su consentimiento por escrito para que se celebrara el enlace. Antonio tenía 34 años.

Aunque la felicidad les duró poco, la tuberculosis se cebó con ella y murió el 1 de agosto de 1912.
Circundando este hecho escribiría algunos poemas donde queda patente la intensidad del dolor, aunque a veces contenido:

"La muerte ronda mi calle./ Llamará./ ¡Ay, lo que yo más adoro/ se lo tiene de llevar!/ La muerte llama a mi puerta./ Quiere entrar./ ¡Ay! Señor, si me la llevas/ ya no te vuelvo a rezar./ ¡Ay! Mi corazón se rompe/ de dolor./ ¿Es verdad que me llevas?/ No me la quites, señor./ Una mañana dorada/ de un día de primavera/ vi sentada/ la muerte a su cabecera".

O el número CXlX, un cuarteto, de versos así de desgarradores. "Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería".

Su tía Concha Cuevas la describía como una niña de belleza virginal.

Pilar de Valderrama despechada por la confesión de infidelidad que le hace su marido se marcha a Segovia en junio de 1928. Allí vivía Antonio, ella admiraba su escritura aunque no se conocían. Al poco tiempo se produjo el encuentro, de ahí surgió una relación de casta clandestinidad. A ella le dedica poemas sensuales.

"Tú me buscaste un día/ -yo nunca a ti, Guiomar-, y yo temblé al mirarme en el tardío/ curioso espejo de mi soledad./ Temblé como temblaba cuando niño,/ al sospechar.../ Y cuando adolescente,/ sabiendo ya/ lo que sabían todos, y, maduro,/ cuando volví a ignorar./ Ahora, ya viejo, esa palabra fuerte:/ "¡mujer!", ¡cómo otra vez me hace temblar!".

Entre los textos se han encontrado aclaraciones de gran franqueza y sinceridad, como que fue ella quién le buscó a él. También dice sentirse como si fuera un adolescente. Renglones tachados, de lo que se percibe que pudieran ser escritos íntimos, privados, no destinados a la publicación.
Muchos pertenecientes a su "taller literario".

Algunos que se intuyen que no están totalmente terminados.

Su escritura es un indómito e insepulto salvoconducto para soñar. El lado doloroso de la vida se apropia de su poesía, que transita por el mundo de los sentimientos. Extraer el dolor del amor, que también es un lugar donde vivir...

Versos inmortales que se buscan en la luz, que son refugio de salvación y reconección con uno mismo.

Profundizando algo más en las características de su poesía podemos decir que posiblemente sea para él el verbo lo más importante. Porque expresa el tiempo, la temporalidad que él consideraba primordial. El nombre y el adjetivo son accidentes del verbo.
Aunque sin abusar, no desprecia algunos de los ropajes modernistas, mediante una elaborada red de emblemas propios. (La fuente, el camino, la tarde, el viajero, las abejas, la luz, la noria, las moscas, el agua que fluye, las galerías...).

La interpretación de los símbolos según el autor:
Tarde, ocaso= final de la vida.
Ciprés= muerte, cementerio.
Caminos= vida.
Noche= muerte.

Algunos de los temas que más trata son: El tiempo, la muerte, la vida, Dios, el amor, el sueño...

También aporta una nueva estrofa, la silva arromanzada, compuesta por versos imparasílibos de arte mayor y menor, incluidos alejandrinos de 7+7, con rima asonante en los pares.

Sus versos son fieles al patrón becqueriano, neoclasicista, modernista y simbolista.

La concisión es un rasgo que abunda en sus frases.
La hondura e intensidad particular de la palabra machadiana viene dada por la economía verbal.
La sensibilidad impresionista de Machado nos la pone de manifiesto la exagerada atención a los colores. Esta cualidad era compartida por: Baroja, Azorín, Manuel Machado, etc.

Sobre todo en los primeros libros (Soledades... y Campos de Castilla), las impresiones sensoriales y cromáticas van unidas, normalmente, por las antítesis.
En multitud de ocasiones la sinestesia está incluida en la adjetivación.
Desde sus primeros escritos, en contadas ocasiones localizamos el oxímoron.

Muy del agrado del poeta son los adverbios de tiempo, los adjetivos demostrativos, la yuxtaposición y la interrogación retórica.

Desde el punto de vista de la retórica hallamos estos recursos: Aliteración, metáfora, campo semántico de colegio, epíteto épico.

"Tierra le dieron una tarde horrible/ del mes de julio, bajo el sol de fuego./ A un paso de la abierta sepultura,/ había rosas de podridos pétalos,/ entre genarios de áspera fragancia/  y roja flor. El cielo/ puro y azul. Corría/ un aire fuerte y seco./ De los gruesos cordeles suspendido,/ pesadamente, descender hicieron/ el ataúd al fondo de la fosa/ los dos sepultureros.../ y al reposar sonó con recio golpe,/ solemne, en el silencio./ Un golpe de ataúd en tierra es algo/ perfectamente serio./ Sobre la negra caja se rompían/ los pesados terrones polvorientos.../ El aire se llevaba/ de la honda fosa el blanquecino aliento./

Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,/ larga paz a tus huesos.../ Definitivamente,/ duerme un sueño tranquilo y verdadero".
(Poema titulado: En el entierro de un amigo.) Antonio Machado.

Pilar Redondo. Escritora. Córdoba.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

COMPARTIR: