El verdadero vínculo de Tamara Falcó con el marqués de Griñón durante su idilio
La única hija de Carlos Falcó con la filipina vivió el divorcio de sus progenitores y el nuevo matrimonio de su madre
El pasado 18 de octubre se emitía en Telecinco el programa ‘El musical de tu vida’, que contaba con una invitada especial: Tamara Falcó. La marquesa de Griñón se abría y contaba facetas desconocidas de su vida. Una de las que más llamó la atención fue la relación que mantuvo con su padre, el anterior marqués de Griñón, Carlos Falcó, hasta la muerte de este en el año 2020. Debido a la pandemia, no pudo despedirse de él.
“Yo le contaba todo a mi padre, era mi confidente. Siempre estaba ahí. Mi padre era una de esas personas que se levantaba cada día para cambiar el mundo y para hacerlo mejor para todos”, declaraba en el programa. “Le echo muchísimo de menos porque fue un gran padre y era todo un señor. Si me dieran a elegir, yo siempre volvería a escoger a mi padre. Siento tanto su pérdida porque ha sido maravilloso y eso es un regalo. Fue una bendición y estoy muy agradecida”, confesaba.
Según Tamara, Carlos Falcó siempre fue un apoyo tanto para ella como para sus hermanos: “Era una de esas personas superpositivas que creía en todos los proyectos y acompañaba a sus hijos en todas sus cosas, aunque estuviera muy ocupado”.
También recordó pasar mucho tiempo con su padre después de que él e Isabel Preysler se separaran. “Pasaba mucho tiempo con él en el campo y me pasaba el día leyendo la Biblia en el cuarto porque me parecía fascinante, y en un momento dado entró mi padre y me dijo: ‘Tamara, ¿qué haces todo el día en tu cuarto? ¿estás metida en drogas?’. Y saqué la Biblia”, contó en el mencionado programa.
En su libro Isabel y Miguel: 50 años de historia de España, el periodista y director de elcierredigital.comJuan Luis Galiacho, cuenta cómo se gestó el romance de Carlos Falcó e Isabel Preysler después de que la filipina se divorciara de Julio Iglesias. Fruto de esta relación nació Tamara Falcó, que tuvo que vivir la separación de sus padres y, desde muy pequeña, convivir con el que ha sido el último marido de la socialité: Miguel Boyer.
La vida de Carlos Falcó antes de conocer a Isabel Preysler
El marqués de Griñón y de Castel-Moncayo vino al mundo en el sevillano Palacio de las Dueñas el 3 de febrero de 1937, en plena Guerra Civil con las tropas nacionales en la ciudad hispalense controlando este palacio propiedad de su prima la duquesa de Alba. Era hijo de los duques de Montellano, Manuel Falcó Escandón, quien fuera estrecho colaborador de don Juan de Borbón, e Hilda Fernández de Córdova, que acumulan 41 títulos y 13 grandezas de España. Estudió en el Liceo Francés, como Miguel Boyer, y en el colegio navarro de Lecaroz, de espartana disciplina, de misa diaria, de donde también procedía el famoso padre Donosti, curiosamente el musicólogo que enseñó música a Boyer. Luego se matriculó en Ingeniería Agrícola en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, donde se licenció y constituyó junto con otros estudiantes el llamado “Club de la Lechuza” que buscaba promover en España una democracia parecida a las que ya existían en Europa. Pero su vida pudo terminar en abril de 1962 en un trágico accidente de circulación del que milagrosamente salió ileso, como copiloto, de un choque frontal contra un vehículo Dauphine a la altura del pueblo de La Jineta, en Albacete, durante su participación en el rally Madrid–Biarritz organizado por el RACE, organismo del que su padre era presidente. En ese accidente murió su hermano, el teniente de navío Felipe Falcó, marqués de Pons, con tan sólo 33 años, que conducía el vehículo Triumph TR3 con el que se estrellaron.
|
Un año y medio después de este trágico suceso, el 6 de diciembre de 1963, tras un noviazgo muy corto, contrajo su primer matrimonio con Pilar Juana Giroddel Avellanal, 'Jeanine', como era conocida. De este matrimonio nacieron los dos primeros hijos del marqués: Manuel Falcó Girod y Alejandra, más conocida como Xandra. Sólo tres años después de nacer la niña se separaría definitivamente de su mujer, que le abandonó por otro hombre tal como hizo Isabel con Julio Iglesias, obteniendo más tarde la nulidad eclesiástica, como no podía ser menos en tan alta alcurnia.
Carlos Falcó e Isabel Preysler
Los hijos quedaron bajo la custodia de Carlos Falcó y él se dedicó a la producción y comercialización de sus vinos; al negocio de la reserva de animales en su Safari Park, un parque con fieras salvajes en libertad en su finca de El Rincón, en la localidad de Aldea del Fresno a 54 kilómetros de Madrid; y a la actividad política, con una aventura frustrada dentro Alianza Popular, coalición por la que intentó ser senador por Cáceres en las primeras elecciones democráticas de 1977. Pero su verdadero despegue social se produjo a finales de los años setenta gracias a su romance con Isabel Preysler.
Su noviazgo con la china, como ya empezaban a llamar a Isabel sus detractores, no sólo su exsuegra, fue objeto de persecución de los paparazzis y portadas de las revistas del corazón. Su relación era el runrún de Madrid. La clase aristocrática comenzó a culpar a la filipina y a sentenciar que lo único que pretendía Isabel era un título nobiliario. Pero eso no mermó el declarado interés del marqués por casarse con ella. Así, el domingo 23 de marzo de 1980, contraían matrimonio, esta vez con absoluta discreción, en la pequeña y antigua capilla de la finca familiar de “Casa de Vacas”, en Malpica de Tajo (Toledo), donde apenas cabían treinta personas y en la que todos los días el párroco de la propia finca, don Basilio, recitaba misa en latín para los aristócratas, mientras el servicio la escuchaba desde la sacristía. Se trata de una hacienda de unas 700 hectáreas dedicada al cultivo de la vid y que había heredado a los 18 años de su abuelo el duque de Arión.
Siete meses antes de la boda, Isabel había conseguido la nulidad de su matrimonio con Julio Iglesias gracias al Tribunal Eclesiástico de Brooklyn, en Nueva York (EEUU), famoso por su rapidez y eficacia como coladero. Fue el abogado Antonio Guerrero Burgos, fundador y ex presidente del Club Siglo XXI, de Madrid, perteneciente al cuerpo jurídico militar, duque de Cardona y grande de España, amigo íntimo de Carlos Falcó, quien ayudó a Isabelita a conseguir su objetivo. Ya antes, también por indicación de Falcó, la había ayudado a conseguir las rentas monetarias adecuadas de su separación matrimonial con Julio Iglesias.
Cuentan que Isabel Preysler, que vivía por entonces un apasionado romance con el marqués de Griñón, estaba deseosa de obtener cuanto antes la anulación de su matrimonio para casarse nuevamente y que renunció a su derecho sobre la mitad del patrimonio de Julio Iglesias que le correspondía. Reclamarlo judicialmente hubiera retrasado sine die su anulación matrimonial. Un largo pleito por los gananciales hubiera complicado ciertamente las cosas al ser ella quien rompió el matrimonio con el cantante Y no estaba por esa labor. Quería ser marquesa consorte, aristócrata de España, cuanto antes.
De nuevo, quizá por causas imputadas al destino, la segunda boda de Isabel se volvía a celebrar en la provincia de Toledo. Los Falcó deseaban a toda costa evitar más escándalos y se encargaron de defender celosamente el secreto del acontecimiento, que se llevó en el mayor de los anonimatos, a diferencia de la primera boda de Isabel con Julio Iglesias. Los invitados fueron alertados con un tiempo prudencial, para evitar la propagación de la noticia. Incluso al servicio doméstico se le comunicó que se iba a dar una fiesta familiar ese día pero sin más detalles. La madre del novio, la duquesa de Montellano, se ocupó personalmente de la organización, dejando sólo a su futura nuera la elección del vestido, un traje corto de color salmón claro con encaje de Valenciennes teñido al tono, que fue elaborado por el modisto Jorge Gonsálvez. Al ser segundas nupcias, se eligió el color asalmonado por ser el que más favorecía a Isabelita. Por su parte, el novio lucía un traje oscuro.
|
Fue una celebración íntima, casi secreta, a la que asistieron un total de veinticuatro personas, que al final del ágape bailaron unas sevillanas que cantaron in situ Los del Río, el grupo entonces de moda de la jet set, que durante la ceremonia oficiada en la capilla de la heredad había interpretado una salve rociera, imprimiéndole a la boda un aire de fiesta.
Nacimiento de Tamara y separación
Su primer año de convivencia transcurrió en medio de una intensa vida social. Pocos meses después llegó a sus vidas una nueva hija a la que pusieron por nombre Tamara Isabel, a quien su madre llama familiarmente Tami, sus hermanastros Tamarik y el servicio doméstico del marqués definía como “la Presyler chica”. Fue el 20 de noviembre de 1981 cuando vino al mundo, justo seis años después de la muerte del General Franco, y en su bautizo también actuaron Los del Río, de quienes Isabel Preysler fue, más tarde, madrina del lanzamiento de sus discos de sevillanas. El nacimiento de Tami sirvió para reforzar a la pareja, cuya unión conyugal empezaba a dar señales de debilidad
El 14 de julio de 1985, ante un clamor popular, la pareja firmaba un comunicado publicado, de nuevo, en la revista ¡Hola! donde informaban oficialmente de su ruptura matrimonial. Habían pasado siete años desde que Isabel iniciara su relación formal con Carlos Falcó y otros siete años lo que duró su matrimonio con Julio Iglesias. Siete, un número que no se cumplió con Miguel Boyer, fallecido en 2014.
Isabelita ya había unido su vida “para siempre” a Miguel Boyer Salvador, al que llamaba Miky en la intimidad. Un idilio mantenido en secreto desde mayo de 1982 hasta el verano de 1985.
Tamara y su convivencia con ‘tito Miguel’
Para Tamara, el momento más dramático de su infancia, como ella misma relata, fue durante la mudanza a la mansión de Puerta de Hierro junto a 'tito Miguel', tras la separación de sus padres. “Fue radical, porque también me cambiaron de colegio y yo me sentía muy triste, desubicada, me costaba hacer amigos y me preguntaba, ¿dónde están los Playmobil de Julio y Enrique? Es verdad que la casa era mucho mejor, tenía dos piscinas y una pista de pádel, pero yo no estaba nada contenta”.
|
No obstante, Boyer siempre la trató como si fuera una hija más. “De pequeña me regalaba muchos libros. Me encantaba que me hiciera tanto caso, y me lo leía todo por agradarle. Él siempre dice que le enternecía verme cargada de lecturas...”. También tito Miguel la paseaba a caballito por toda la casa y le contaba historias misteriosas del antiguo Egipto.
A pesar de su buena relación con el último marido de su madre, Tamara Falcó no dejó de estrechar lazos con su padre. Ahora, tres años después de su muerte, le sigue echando en falta.
Más noticias: