
Los veranos de los famosos, de norte a sur de España: Destinos de los Ortega o Karol G
El futbolista Lamine Yamal se deja caer por Ibiza mientras que rostros como el actor Will Smith eligen las Canarias
Ibiza sigue siendo, un verano más, la meca de los famosos. Durante julio y agosto, sus calas, beach clubs y yates se convierten en escenario principal de una coreografía ya conocida. Son cuerpos bronceados, cócteles en mano, pies descalzos sobre cubierta y puestas de sol que parecen sacadas de un catálogo. En esta isla convertida en plató, las vacaciones no siempre se disfrutan, se exhiben. Lo importante no es tanto descansar como estar presente, dejarse ver, confirmar que se forma parte del lugar donde todo ocurre.
Pero algo empieza a cambiar. Cada vez más rostros conocidos deciden salirse de ese encuadre perfecto. Cambian la cubierta del barco por el sendero de montaña, la reserva en el club por la sorpresa de una cala escondida. Y el ‘feed’ de las redes por la intimidad de un verano sin testigos. Desde castillos medievales perdidos en la meseta hasta pueblos donde nadie los reconoce, pasando por rutas naturales sin cobertura. Hay una forma distinta de veranear que gana adeptos sin necesidad de hacerlo público.
Ibiza: el verano más fotografiado del mundo
Ibiza y Formentera vuelven a situarse entre los destinos más codiciados del verano, aunque con matices cada vez más visibles. Las Baleares, en especial Ibiza, viven una nueva temporada de saturación mediática y social. El desfile de rostros célebres no se detiene. Desde futbolistas como Lamine Yamal hasta multimillonarios como Bill Gates, pasando por artistas de renombre como Karol G, Aitana, Melendi o Marc Anthony.
Todos ellos han recalado este verano en unas islas convertidas en escaparate global. El espectáculo del lujo se repite entre beach clubs de moda, sesiones fotográficas improvisadas y yates atracados en fila. En este contexto, el postureo ha desplazado al descanso, y la experiencia veraniega se vive casi como una producción más.
Incluso Formentera, durante años refugio discreto para quienes buscaban una versión más serena del paraíso, se ha visto arrastrada por esa ola de exposición. Aunque aún resiste como alternativa más calmada para quienes prefieren el anonimato del mediterráneo sin estridencias.
Canarias, destino presidencial
Al otro lado del mapa, las Islas Canarias ofrecen una postal distinta. Menos ruido, más calma, y un atractivo natural. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha confirmado un año más su estancia en la residencia oficial de La Mareta. Mientras que nombres internacionales como Will Smith han dejado claro su aprecio por el archipiélago, con especial cariño hacia Gran Canaria.
La temperatura suave durante todo el año y la ausencia del calor extremo que golpea a la península convierten a Canarias en una opción cada vez más valorada. Frente al espectáculo de las Baleares, aquí se impone un tipo de turismo más pausado. La naturaleza y el relax ocupan el centro de la escena.
Al sur: chiringuitos con alma y playas increíbles
En el sur de España, Cádiz sigue siendo uno de los últimos rincones donde el verano conserva su ritmo propio. Caños de Meca se ha convertido en punto de encuentro para artistas que buscan algo más que exposición. La familia Flores, Paz Padilla, Mariola Orellana, los Carmona, Hugo Silva o Pepón Nieto han elegido esta costa para desconectar lejos del circuito saturado entre Ibiza y Mykonos.
Allí, el chiringuito de Santi Carbones reúne cada verano a quienes valoran tanto una buena cocina como un ambiente sincero. Muy cerca, Tarifa, Bolonia, la Playa de los Alemanes o las dunas de Doñana mantienen viva Andalucía. Allí aún es posible perderse sin salir del mapa.
Huelva prolonga ese mismo espíritu, aunque con una personalidad distinta. La cuenca minera de Riotinto aporta historia y carácter, con esos paisajes rojizos que parecen sacados de otro planeta y su importante legado industrial como telón de fondo.
A su alrededor, la costa se despliega con playas amplias, apenas tocadas por el turismo masivo, y con la versión más salvaje de Doñana como gran joya natural. Desde allí, es posible recorrer senderos entre pinares o adentrarse a caballo en atardeceres de película.
Al norte: montaña, balnearios y pueblos de cuento
El norte de España ofrece un verano diferente. En pleno Pirineo, el balneario de Panticosa, renovado recientemente, se ha convertido en un refugio. Lo es para quienes buscan calma, frescor y baños termales lejos del calor y el ruido de la costa.
Muy cerca, Puigcerdà se llena de artistas, políticos y creadores que disfrutan de sus festivales culturales y pasean sin ser molestados por los flashes. Jaca, con su Festival del Pirineo, une la música y el paisaje en una experiencia única que atrae a quienes valoran la serenidad y la cultura en un entorno natural. Más al norte, el pequeño enclave de Llívia, rodeado por territorio francés, ofrece una desconexión total.

En la franja atlántica, el ritmo continúa igual de pausado, pero con olor a mar y salitre. Asturias y Galicia reúnen algunos de los paisajes más buscados por quienes desean un verano sin estridencias. Pueblos como Cudillero, villas como Cangas de Onís o escenarios naturales como la Playa de las Catedrales se imponen por su belleza y majestuosidad. Allí, la costa es un territorio vivido. No es casual que Yolanda Díazregrese cada verano a su Galicia natal. Como ella, muchos optan por este norte más discreto, donde lo esencial sigue estando intacto.
Castillos y rutas del interior: el otro lujo
El interior de España ofrece un verano distinto, más silencioso y profundo. Dormir en un castillo medieval, por ejemplo, ya no es solo cosa de cuentos. Fortalezas como el Castillo de Castilnovo, en Segovia, o muchas otras repartidas por Castilla y León se abren al viajero como alojamientos únicos, cargados de historia y rodeados de paisajes serenos. Son estancias que invitan al recogimiento, sin cobertura, sin prisa, sin ruido.

En León, Babia conserva intacto ese aire remoto que dio origen a la expresión “estar en Babia”. Nació de los reyes que se refugiaban allí para alejarse del mundo. Prados infinitos, pueblos casi intactos y cielos limpios definen un destino que no necesita promoción. Las Médulas, con su espectacular paisaje excavado por los romanos. O la Ruta de la Plata, que conecta el pasado clásico con caminos de peregrinos. Todos ofrecen una forma de viajar más introspectiva, más asequible y mucho menos transitada.

Ya en tierras manchegas, algunos espacios naturales como las Lagunas de Ruidera, el nacimiento del río Mundo o las Tablas de Daimiel completan un mapa de rutas vivas. En estos espacios la naturaleza y la tranquilidad son los verdaderos protagonistas.
Verano sin foto ni focos
Cada vez son más los rostros conocidos que, lejos de alimentar el relato del verano perfecto, optan por desaparecer del foco y elegir destinos sin escaparate. Enrique Arce, por ejemplo, ha sido visto en las playas urbanas de la Malvarrosa y la Patacona, en Valencia. Allí uno puede bañarse sin sentirse observado. Amancio Ortega, en su línea de discreción, continúa fiel a su cita con A Coruña. La ciudad donde nació y a la que regresa cada verano sin alardes ni puesta en escena.
Ninguno de ellos busca viralidad, ni protagoniza campañas visuales desde yates o clubes exclusivos. Su verano no responde a ninguna estrategia, no necesita testigos ni justificaciones. Y quizá ahí resida la clave, unas vacaciones que no se producen, se viven. Un verano sin marketing, sin presión, sin exposición. Más parecido al de antes, más cercano y auténtico.

Hay veranos que se presumen y otros que se recuerdan. Cada uno elige cómo quiere vivirlo. Pero tal vez haya llegado el momento de desconectar de la imagen y reconectar con la experiencia. Así que tú al sur y yo al norte. O tú a la playa y yo al campo. O tú en Ibiza y yo en Babia. Da igual el lugar. Lo importante, este verano, es estar y disfrutar.
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