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Mujer con vestido negro posando frente a un fondo con el logo de Netflix en letras rojas
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La cara B de Georgina: De Massimo Dutti a los seis millones del anillo más ostentoso

La influencer de Jaca y Cristiano se casan tras 8 años de relación, mientras Georgina deja atrás su vida de dependienta

Con un anillo de compromiso valorado en más de seis millones de euros, Georgina Rodríguez (Buenos Aires, 1994) culmina una transformación que comenzó hace treinta años, en las humildes calles de Jaca.

El “sí, quiero” que publicó este lunes en redes sociales marca el punto culminante de su historia. Un camino que la llevó de trabajar como camarera en discotecas aragonesas a lucir joyas que compiten con las de Elizabeth Taylor.

Los orígenes ocultos en el Pirineo

Georgina Rodríguez Hernández nació el 27 de enero de 1994 en Buenos Aires, pero su verdadera historia comenzó en Jaca, Huesca, donde creció desde que tenía un año. Su padre, Jorge Eduardo Rodríguez Gorjón, era un argentino nacido en 1949 que llegó a España en 1984 buscando una nueva vida.

Entrenador del equipo local Jacetano, donde era conocido como  "Menotti", también se adentró en la hostelería montando una hamburguesería llamada "La Esquina" junto a Ana María Hernández, madre de Georgina.

La infancia aparentemente idílica que Georgina relata en su documental de Netflix contrasta con la versión que han ofrecido otros miembros de su familia. Su hermanastra Patricia ha revelado que, desde los 14 años, presenciaron cómo su padre “preparaba paquetes de drogas en casa”. Una realidad que marcaría para siempre la estabilidad familiar.

La sombra de la cárcel paterna

Jorge Eduardo Rodríguez Gorjón fue arrestado por una operación de narcotráfico que movía 120.000 euros  de cocaína desde Jaca hacia Francia.

Pasó cuatro años en prisión, primero en Zaragoza, después en Murcia y finalmente en Alicante, una situación que resquebrajó la paz familiar. Tras cumplir su condena, fue extraditado a Argentina,  donde falleció en enero de 2019 a los 70 años  tras sufrir un derrame cerebral que le dejó importantes secuelas.

Durante estos años difíciles,  fue la familia materna quien se hizo cargo de Georgina e Ivana. Sus tíos de Jaca las criaron mientras su padre estaba encarcelado. Según han declarado, Georgina los habría “abandonado”  al alcanzar la fama, sin siquiera comunicarles la muerte de Jorge Eduardo.

El salto a Madrid: de camarera a dependienta de lujo

Con 19 años, Georgina ahorró suficiente dinero trabajando como camarera en una discoteca de Jaca  para cumplir su sueño de mudarse a Madrid. Su primer empleo en la capital fue  como dependienta de Massimo Dutti, pero ambicionaba algo más exclusivo.

Tras un paréntesis de cuatro meses en  Bristol, para aprender inglés, regresó a los 22 años. Fue entonces cuando consiguió el trabajo que cambiaría su destino: dependienta en la boutique Gucci de la calle Serrano.

Su salario no llegaba a los 1.000 euros mensuales, pero la tienda la situaba en el epicentro del lujo madrileño. Compartía piso con su hermana Ivana y llevaba una vida modesta, almorzando bocadillos del Mercadona según han relatado antiguos compañeros de trabajo.

Pareja posando sonriente con un trofeo grande frente a una cortina gris
Georgina Rodríguez | @georginagio

El 1 de junio de 2016, cuando Georgina estaba a punto de terminar su jornada laboral, le pidieron que atendiera a un cliente especial. "Apareció un hombre guapísimo de casi dos metros, acompañado de un niño y de un grupo de amigos", relató en su documental. Era Cristiano Ronaldo, cliente asiduo de la boutique, quien quedó inmediatamente prendado de la joven dependienta.

El futbolista comenzó a visitar la tienda con frecuencia, pidiendo específicamente que fuera Georgina quien le atendiera. Sus primeras citas fueron precisamente allí, con la boutique cerrada exclusivamente para él. Sin embargo, la creciente atención mediática molestó al gerente de Gucci, quien decidió prescindir de sus servicios.

Georgina fue despedida, aunque inmediatamente encontró trabajo en el córner de Prada de El Corte Inglés, presumiblemente con la ayuda de Cristiano.

La transformación millonaria

En apenas unos meses, la vida de Georgina experimentó una metamorfosis radical. Pasó de vender lujo a comprarlo sin límites.

Cristiano le asignó un "sueldo"  mensual que hoy oscila entre 50.000 y 100.000 euros para cubrir sus gastos personales y los de sus hijos. Sus armarios se llenaron de  Hermès, Louis Vuitton, Dior y Alberta Ferretti, marcas que antes solo podía tocar como empleada.

Mujer de cabello largo y oscuro con maquillaje natural y blusa azul claro posando frente a una pared beige
Georgina Rodríguez | @georginagio

La joven, que compraba embutidos en el Mercadona, se convirtió en una influencer con  67 millones de seguidores en Instagram. Actualmente, es la segunda celebridad española más seguida, solo por detrás de Ester Expósito.

En 2021 lanzó su propia marca de ropa, OM By G. También firmó un contrato millonario con Netflix para su reality Soy Georgina  y se consolidó como figura del jet set internacional.

El anillo del escándalo

El pasado lunes, Georgina exhibió en sus redes sociales el anillo de compromiso que Cristiano le entregó tras nueve años de relación. La joya, un diamante de corte ovalado, está valorada en más de seis millones de euros.  Se sitúa entre los anillos de compromiso más caros de la historia, por encima incluso del de  Beyoncé, tasado en cinco millones de dólares.

Según expertos gemólogos, es una pieza que solo se adquiere en subastas exclusivas o a través de grandes distribuidores de diamantes. Recuerda a las legendarias joyas de Elizabeth Taylor.

La transformación de Georgina representa uno de los cambios de estatus más espectaculares del panorama mediático español. En menos de una década, ha pasado de compartir habitación en Jaca a vivir en mansiones con piscinas privadas. De los autobuses públicos a jets de 50 millones, y de 1.000 euros al mes a un anillo que supera el PIB de países.

Su estilo de vida actual incluye yates de más de 14 millones de euros, escolta permanente y una colección de bolsos capaz de alimentar a familias enteras durante años.  “Me gustan las joyas con un chándal, hay quien no lo entiende, ya lo entenderá”, declaró en su reality. Una frase que resume su filosofía de vida, donde el lujo se ha convertido en costumbre.

Paradójicamente, mientras Georgina acumula millones y exhibe su fortuna en redes sociales, su familia de Jaca la acusa públicamente de haberlos "abandonado".

Sus tíos, que la criaron durante los años más difíciles, aseguran que han intentado contactar con ella sin éxito. "Es una sinvergüenza. Cree que es mejor por vivir en el lujo",  declaró su tía Lidia al diario británico The Sun.

La chica que una vez necesitó la ayuda de su familia para salir adelante ahora vive rodeada de un lujo que contrasta dolorosamente con la realidad de quienes la vieron crecer. Su transformación, de las calles empedradas de Jaca a los salones más exclusivos del mundo, ha sido radical. Tan brillante y valiosa como el diamante que ahora luce en su mano.

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