Trinitario Casanova: El empresario que demanda a RIU por el hotel de Plaza España
El empresario español ha sido noticia recientemente por la demanda presentada a RIU por la compra del Edificio España.
El empresario alicantino-murciano Trinitario Casanova Abadía (Orihuela, 24 de marzo 1964) vuelve a estar de moda está semana. El empresario, que compró al grupo chino Wanda Group el emblemático inmueble del Edificio España por 272 millones de euros, y que lo vendió posteriormente a la empresa hotelera española RIU, ha presentado una demanda ante los juzgados de Primera Instancia de Madrid contra la cadena hotelera, que en junio de 2017 le compró el Edifico España (Madrid) para construir un hotel y cuyas obras solicita se paralicen. Según explicaba en un comunicado su compañía, Baraka, la demanda se presenta por incumplimiento de contrato ante la negativa de Riu a escriturar 15.000 metros cuadrados comerciales del inmueble, comprometidos a favor de Baraka Renta SL, sociedad de su Grupo. Según ya adelantó El Cierre Digital, esta demanda no sorprendió a Riu, que afirma que la verdadera razón es que no ha conseguido colocar ni un sólo local comercial a ninguna empresa.
Esta es la penúltima polémica de este frutero reconvertido en ladrillero, en la que no todo es oro, a pesar de que se ha convertido en un todopoderoso hombre de negocios, en un nuevo actor en la compra y gestión de inmuebles emblemáticos. Trinitario pretende asemejarse a corporaciones como Mutua Madrileña y a ilustres nombres de la lista Forbes como Amancio Ortega, dueño de Inditex, que ya desarrolla aquí buena parte de su actividad inversora. Una trayectoria meteórica de crecimiento, con múltiples aventuras empresariales, pero también con la sombra de más de un escándalo. Y más de un cadáver detrás.
Un frutero hecho a sí mismo
Trinitario Casanova Abadía empezó su trayectoria profesional muy joven, en 1980 con tan sólo 16 años. Lo hizo de la mano de su padre, también llamado Trinitario (fallecido en 2009 con 81 años), en el negocio de distribución y exportación de frutas y otros productos hortofrutícolas que regentaba en la región murciana. Desde allí, fue construyendo su trayectoria de hombre hecho a sí mismo, con la única formación de la experiencia, el trabajo y, según sus críticos, “de coger a veces atajos para conseguir sus objetivos sin mirar si el camino es o no lícito”. Se independizó y casó muy joven, con tan sólo 22 años con Fina Mari Pujante, que regentó una joyería en Murcia, de donde dicen que han salido buena parte de los regalos con los que Trinitario ha ido agasajando a muchos de sus clientes a lo largo de su trayectoria profesional. Con ella tiene dos hijos: Trinitario y Fuensanta, un nombre en honor a la patrona de Murcia, a la cual veneran. Su hija se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca e hizo su posgrado en Londres, donde vive actualmente y trabaja en una inmobiliaria. Su hijo, Trinitario Casanova Pujante, vive en Murcia y es su mano derecha en los negocios. Estudió en la elitista ciudad de Lugano (Suiza), donde pernoctan los hijos de los poderosos, y es administrador único de Plaza de Santo Domingo SL, una de las empresas familiares dedicada a la joyería y a los relojes, como también del Grupo Le Mien SL, una empresa textil que ha vestido a varias “celebrities” como Nuria Roca o la ex de Kiko Rivera, Jéssica Bueno. Preside la fundación Trinitario Casanova junto a su padre y también desde el 2015 es administrador único de Hispania Capital Group SL, la inmobiliaria que centra su principal actividad en Madrid, con sede en la calle Lagasca de la capital de España.
Comprar barato y vender caro
Trinitario fue probando suerte en variados negocios, pero pronto vio en el sector inmobiliario la forma en la que ganar más y más rápido. Fue abandonando o cerrando algunas empresas. Así en 1994 cerró Protemur SL, dedicada a servicios de limpieza de edificios; en 1998, fue Distribuciones King Kong SL; y en 2003, Capital de la Vega SA, negocios donde también aparecía su hermano José Manuel Casanova Abadía. Sin embargo, Trinitario fue poco a poco consolidando el que se convertiría en su buque insignia principal: Grupo Inversor Hispania, con el que daría el primer pelotazo. ¿Suerte o anticipación?, eso se preguntan sus críticos.
En el año 2008, en lo más alto del boom inmobiliario, el frutero Casanova vendió este holding en una operación especulativa valorada en 700 millones de euros a otro tiburón, el constructor malagueño José Ramón Carabante de la Plaza (1952), a través de la Corporación Financiera ISSOS, que presidía en ese momento el ya fallecido ex ministro socialista Miguel Boyer, y que según su mujer, Isabel Preysler, no tenía dinero cuando falleció.
ISSOS pagó a Trinitario Casanova unos 100 millones de euros y, además, asumía los 600 millones de deuda de la compañía del frutero. De este modo, dos tiburones de los negocios se unían. Carabante, dueño del Grupo 2002, es un personaje de carácter jovial, de rudo mostacho, encantador de serpientes, poseedor además de una extensa colección pictórica. Siempre rodeado por la polémica, su trayectoria profesional se concentraba fundamentalmente en la región de Murcia, donde se convirtió en un mecenas como patrocinador del Club Baloncesto Murcia de la Liga ACB. Había fichado a Miguel Boyer tan solo dos años antes, ya que le consideró como la persona más adecuada para rentabilizar financieramente sus cuantiosos ingresos producidos por la especulación inmobiliaria en la costa española. Lo puso al frente de su área financiera, situándolo en diciembre de 2006 al frente de la presidencia de su buque insignia de inversión, la Corporación Financiera Issos. Más tarde, los dos se aliaron para crear una sociedad conjunta de inversión en bolsa, denominada Inversiones Delos, cuyo objetivo final era invertir en los mercados de valores por entonces inseguros.
Con la compra del holding a Trinitario Casanova, Carabante, Boyer y la corporación ISSOS se hicieron con la práctica totalidad de los bienes del Grupo Hispania, entre los que figuraba la emblemática torre que Casanova tenía en la céntrica Plaza de la Fuensanta de Murcia, frente a El Corte Inglés. Desde allí, se había propuesto dominar, no solo con la vista, toda la región murciana y Levante. Trinitario poseía ya una decena de centros comerciales en Murcia, incluyendo uno en construcción en la avenida Juan de Borbón cerca del complejo Thader, varios inmuebles en Alicante y una importante participación en el Banco Popular, entidad financiera con la cual tendría a posteriori una vinculación de negocios ruinosa para el banco.
Todo ello pasó en el verano de 2008 a manos de Carabante. Pero muy pronto llegaron los problemas. En el año 2010 el Popular acordó refinanciar 400 millones de euros de deuda del conglomerado del empresario malagueño. La mayor parte de esa deuda provenía de la compra de Hispania. Al final, Carabante y el Popular se quedaron con la deuda y Trinitario salió indemne de la crisis con 100 millones de euros en el bolsillo. La guerra acabó en los tribunales, de los que de nuevo Trinitario salió indemne y beneficiado, ya que condenaron a Carabante a que pagara a su ex amigo otros 47,5 millones de euros. Esos son los atajos de los que hablan sus críticos. “No le importa el cómo, sólo la rentabilidad, da igual cómo se consiga”, afirman.
Imagen del Edificio España. YouTube
Condenado por alterar el precio de las acciones del Banco Popular
No todo fue redondo para Trinitario en ese año 2008. Ese mismo ejercicio el constructor frutero cerró una operación financiera oscura, en pleno derrumbe bursátil. El Banco Popular, como la mayoría de las entidades financieras, empezaba a sentir los efectos de la burbuja que estalló de pleno meses más tarde con las consecuencias que todos sabemos para esta entidad crediticia. Las acciones del Banco Popular en el año 2008 apenas llegaron a alcanzar los 0,90 céntimos de valor, pero en 2007 cotizaban a 14 euros. En ese momento, en máximos, Trinitario decidió entrar en el capital del banco pero pronto vio que el negocio no era bueno. Desde los máximos en los que cotizaba unos meses antes, el Banco Popular empezó a derrumbarse y perdió el 50% del valor. En ese entorno Trinitario jugó para minimizar sus pérdidas y no lo hizo al parecer con buenas artes, si no en una operación en la que incluso implicó al actual ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, a través de una OPA fantasma (Oferta Pública de Adquisición de Acciones).
Según declaró Picardo en el juicio celebrado el año pasado por este caso, Trinitario Casanova le hizo creer que había un grupo de inversores mexicanos que quería comprar el 20% del Banco Popular y así, lanzar una OPA a la entidad bancaria. Le convenció de que él era el representante de estos inversores en España, a los cuales vendería el 3,5% de acciones que poseía. Lo que no sabía es que de los 527 millones de euros que invirtió en la compra de esas acciones, 394 millones de euros los consiguió por un préstamo del banco belga Fortis (BNP Fortis), el cual como garantía le había pignorado sus acciones. El acuerdo por la adquisición de este paquete de 46,5 millones de acciones fue cerrado por el banco belga y su empresa, Titánica Capital Investments SLU, entre julio y noviembre de 2007. Esto conllevaba que si la acción bajaba de un mínimo, la entidad se quedaría con las mismas, además de que Casanova no podía venderlas sin la autorización de ésta. "La operación no existió nunca. No fue más que una operación fantasma", aseguró Picardo en su declaración como testigo durante la vista oral. Se dio cuenta de la farsa a posteriori, cuando Casanova ya le dijo que los inversores mexicanos, entre los que supuestamente estaban el empresario Carlos Slim, no iban a acudir a la firma del contrato sino que iba a ir en su lugar una persona de origen libanés, Salomon Dumani. "Hicimos una investigación y no conseguimos confirmar que esa persona exista ni haya existido nunca", añadió.
Casanova aseguró en su interrogatorio todo lo contrario: que había sido el ahora máximo dirigente de Gibraltar quien le había ofrecido comprar sus acciones en nombre de un grupo de inversores mexicanos, pero que desconocía tan siquiera quienes eran. La guerra entre Picardo y Casanova fue cruenta. El líder gibraltareño aportó al Juzgado todos los correos electrónicos cruzados con el constructor. Incluso, aportó la copia informática para certificar que el correo a través del cual el empresario les escribía, es real.
La caída de precio de 14 euros por acción a 7 euros en julio de 2008 llevó a que el banco belga Fortis exigiera a la empresa de Trinitario, Titánica Capital Investments, la constitución de doce depósitos por cantidades comprendidas entre los 17 y 65 millones. Desde el 3 de junio de 2008, Titánica no atendió a ninguno de los diez requerimientos que se le hicieron, lo que permitió a Fortis ejecutar la prenda y proceder a la venta de las acciones pignoradas. En este escenario, Casanova hizo circular durante el verano de 2008, entre los medios de comunicación especialmente económicos (fue publicada por el diario Negocio), el rumor de la OPA de los empresarios mejicanos a “un precio muy ventajoso”. Toda una operación especulativa controlada mediáticamente.
Según las investigaciones judiciales, el promotor continuó enviando información falsa a los medios de comunicación durante un tiempo, con el fin de mantener las acciones de Popular al alza. Trinitario llegó incluso a viajar a Londres para constituir una sociedad de cartera llamada Blueprime. Según las investigaciones judiciales, se llevó a cabo una presunta manipulación del mercado por parte del constructor, para que pudiese vender parte de sus acciones a un precio más elevado. “Esto afectó a la libre formación del precio de cotización de la acción de Banco Popular", señaló en un escrito la Fiscalía. Sin embargo, nada de aquello fue suficiente y finalmente Fortis ejecutó las acciones de Trinitario Casanova en el Popular. La operación acabó con unas pérdidas para el banco belga, que tenía pignoradas las acciones, por valor de 170 millones de euros.
Vista de los terrenos de la Operación Madrid Nuevo Norte
Metido de lleno en la Operación Chamartín
Trinitario no abandona Madrid. El pasado 8 de mayo Trinitario Casanova, a través del grupo Baraka, ha entrado en el macro proyecto inmobiliario que recientemente se ha renombrado como Madrid Nuevo Norte. Según un comunicado que emitió el grupo, llegaron a un acuerdo con los reversionistas de los terrenos de Chamartín para comprarles un total de 1,2 millones de metros cuadrados, por un total de 400 millones de euros.
No obstante no todo va a ser tan fácil, ya que seguramente Casanova tenga que ir a los juzgados, otra vez, para que se cumplan sus expectativas ya que los derechos de los revisionistas, ya fueron anulados anteriormente en los tribunales. Al parecer, según han afirmado fuentes del mercado, Baraka únicamente se ha hecho con el derecho de los terrenos sin haber realizado todavía el desembolso de la cantidad total (400 millones).
"Con esta operación, que alcanza los cuatrocientos millones de euros, más de mil familias cobrarán por los suelos que les fueron expropiados hace más de dos décadas", afirma Baraka.
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