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Dos hombres de pie con trajes formales en un evento al aire libre.
INVESTIGACIÓN

Operación 'Andóval' CNI: Salvar al rey Juan Carlos de comprometidas cintas en Rumanía

Tras la caída de Ceaucescu había que recuperar la Filmoteca X donde el dictador guardaba vídeos eróticos de sus 'amigos'

“A Juan Carlos le obsesionan el oro, los diamantes y los relojes, es como Ceaucescu”. Con estas palabras Corinna Larsen  establecía hace unos años una singular comparación entre Juan Carlos I y el que fuera el terrible dictador de Rumanía, Nicolás Ceaucescu.

La íntima amiga del rey Emérito de España hacía esta manifestación en sus conversaciones grabadas con el excomisario José Manuel Villarejo. Lo que no se sabe es si Corinna utilizó la comparación entre el líder rumano y el que fuera Jefe de Estado español con una doble intención. Pero lo cierto es que a lo largo de los años Ceausescu y Juan Carlos I mantuvieron una buena relación.

Precisamente, este país de los Cárpatos tuvo un papel significativo en los años previos a la Transición española. Ya durante la dictadura de Franco se mantuvo una relación entre ambos regímenes de carácter comercial. Aunque las relaciones diplomáticas no se retomaron de forma oficial hasta enero de 1977, siendo el primer embajador español en Rumanía José Carlos González. 

De hecho, figuras señeras de la época, como Sara Montiel y Camilo José Cela, visitaron Bucarest de forma semioficial e, incluso, se entrevistaban con miembros del Buró rumano. De esto eran conocedores los mandatarios del régimen de Franco. Sin olvidar que el carismático líder opositor del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo, estaba permanentemente invitado a Rumanía por Ceaucescu.

El dictador rumano tuvo una relativa influencia en el devenir político del postfranquismo. Lo que pasaba, inevitablemente, por mantener una buena relación con el heredero, a título de Rey, que impuso el general Franco en su sucesión: Juan Carlos de Borbón.

La relación entre el monarca español y Ceaucescu se remonta a 1971. Ya el entonces príncipe de España se encontró con el líder rumano en la pantagruélica celebración de 'Persépolis', en Irán.  Un acto que fue organizado  por el Sha Mohammed Reza Pahlevi y su esposa Farah Diba.

Desde entonces parecieron encajar bien. En aquella ostentosa celebración, Ceaucescu se presentó como un comunista ‘occidentalizado’ que había roto la hegemonía de Moscú.

Pero, además, Juan Carlos de Borbón era sabedor de la buena relación del dictador rumano con Santiago Carrillo. Y por ello pensó que Ceaucescu podría ser el intermediario necesario para pedir tranquilidad al líder del Partido Comunista Español en el proceso de recuperación de la democracia en nuestro país. El pretendido monarca buscaba aliados.

Fue en 1975, cuando ya se intuía el final en la vida del dictador español, cuando el todavía príncipe Juan Carlos envió a Bucarest a uno de sus hombres de confianza. El empresario Manuel Prado y Colón de Carvajal fue el señalado para entrevistarse con el líder rumano.

Su misión era trasmitir a Ceaucescu un mensaje claro y directo. Tenía que recomendar a su amigo Santiago Carillo que no se opusiera a la monarquía en España. Tenía que facilitar las cosas para el cambio.

“No se preocupe, Carrillo no moverá un dedo hasta que sea rey. Después habrá que concertar un plazo, no demasiado largo, para que sea efectiva vuestra promesa de legalización”, fue el mensaje del dictador rumano al emisario real. Así lo señalaron fuentes del círculo regio al periodista que esto suscribe, hoy director de elcierredigital.com, acompañado de nuestro entonces redactor David González.

Pero Prado no fue el único empresario y político español al que recibiría el dictador rumano en su cuartel general de Bucarest. Tal y como contaremos en próximos artículos. Alguno muy próximo al entonces todopoderoso líder del PSOE, Felipe González.

Dos hombres dándose la mano en una oficina con estanterías llenas de libros y maquetas de barcos.
Juan Carlos I y Santiago Carrillo. | El Mundo

Años después sería el propio monarca quien le contaría a su biógrafo José Luis de Vilallonga su primer viaje a la Rumanía comunista. En el libro 'El Rey' (Plaza y Janés, 1993), Villalonga le da a este relato de su amigo real un toque de aventura de espías.

“[A Juan carlos]lo encerraron durante dos días en una especie de entresuelo, donde sólo veía a través de un ventanuco con un par de barrotes. El ventanuco se encontraba a la altura de la acera, y nuestro amigo[luego Rey]veía pasar los pies de los transeúntes que, demasiadas veces para su gusto, estaban calzados con botas militares, lo cual le hizo pensar que le habían encerrado en un cuartel".

Según narra Villalonga, "El pobre lo pasó muy mal, pues en aquel país y en aquella época, ya sabes[…]".Y señala que Juan Carlos de Borbón le confesó más tarde que "hubo un momento en que creía que no volvería a ver mi patria ni a mi familia".

La 'Operación Andóval' del CESID

Tras la caída en diciembre de 1989 de la dictadura de Nicolas Ceaucescu, entre los servicios secretos de los países occidentales comenzó un particular nerviosismo.

Todos eran conocedores de la afición de Ceaucescu a grabar en vídeo a políticos que visitaban el país. Sin excepción, ya fueran amigos o no. Simpatizantes o no. Y con una actitud nada convencional en sus actuaciones grabadas. 

Se sabía que la temida 'Securitate', el llamado servicio de inteligencia rumano, tenía en su poder cintas de alto contenido erótico de varios líderes políticos europeos y de grandes empresarios, incluidos algunos conocidos potentados españoles. Todos ellos habían ido de caza a Rumanía. Era su paraíso.

Sabedor de ello,  el jefe de los espías españoles, Emilio Alonso Manglano, el gran amigo y 'cuidador' de Juan Carlos I, decidió ponerse manos a la obra. El entonces director del servicio de inteligencia español, llamado entonces CESID, hoy CNI, envió al país del Mar Negro a un curioso personaje en el mundo del espionaje. Pero por aquellas fechas, uno de sus mejores hombres en España.

El elegido fue el coronel Juan Alberto Perote, que entonces era el jefe de operaciones del CESID. Se trataba de capturar cintas comprometedoras y peligrosas para la seguridad del Estado español, sus instituciones y mandatarios.

Vídeos con importantes y variados personajes protagonizándolas. Unas cintas que tenía guardada la temida 'Securitate'.

Portada de revista con el titular
La portada de la revista 'Tiempo' que lo destapó todo. | Tiempo

El periodista y escritor Fernando Rueda  en su libro La Casa (Temas de Hoy, 1995) cuenta cómo Perote eligió para esta operación, primeramente, a un grupo de cuatro personas que tenían que viajar al país donde había reinado Ceaucescu.

Se trataba de cuatro jóvenes agentes: Dos hombres, pertenecientes a los servicios de la Guardia Civil, acompañados de otras dos agentes mujeres.

Uno de ellos viajaba con la excusa de estudiar sociología en Bucarest junto a su supuesta novia. Y los otros iban como una pareja en viaje privado. Mientras que  Perote lo hacía como miembro del Ministerio de Asuntos Exteriores.

El jefe de los agentes españoles señalaba en su tarjeta de entrada a Rumanía "el tener un interés profesional" en un país que, en mayo de 1990, se enfrentaba a los primeros comicios libres durante muchas décadas.

Es el propio exespía quien también relata con pelos y señales esta delicada operación para salvar al Estado y a sus representantes de unas comprometidas cintas en la Rumanía post-Ceaucescu.  Y así lo hace en su libro 'Confesiones de un espía' (Editorial RBA). 

Lo cuenta así: “En mayo de 1990 participé en Washington en un intercambio de información entre el CESID y el FBI y, al regresar a Madrid, tuve que salir zumbando para Rumanía. Manglano me quería allí para dirigir sobre el terreno la 'Operación Andóval',  consistente en[lograr ser]el doble de un agente de la Securitate, el servicio externo del depuesto régimen comunista".

Juan Alberto Perote explica en su relato que: "[…]las guerras de poder entre anticomunistas y neocomunistas seguían en pie. En realidad, no se sabía quién de ellos había dirigido el golpe ni quién mandaba. Los ajustes de cuentas, las traiciones y las delaciones estaban a la orden del día. En medio de todo ello seguían los de siempre, la temible Securitate. Uno de sus oficiales, al que llamábamos Andóval[en clave], venía siendo desde hacía tiempo el objetivo de nuestra misión".

El CESID tenía por entonces a uno de sus agentes 'tapado' como miembro de la Embajada de España en Bucarest. Este oficial había ya contactado con el famoso agente rumano, en clave "Andóval", durante la revolución contra Ceaucescu e intentaba doblarle.

Perote y sus hombres sabían que 'Andóval' estaba en condiciones de ofrecerles la red de espías y confidentes del Este, espías que tanto en España como en otros países aliados se acababan de quedar huérfanos tras la caída del dictador rumano.

"A cambio, nos pedía algo muy simple: dinero para comprarse un Mercedes en Austria. Aquel hombre se convertía también en la llave para llegar a otros compañeros suyos dispuestos a entrar en ese mercadeo”, señala Perote en su libro.

Agentes españoles en las iglesias de Bucarest

Sin embargo, la operación que el jefe de operaciones del espionaje español narra casi como un paseo en barca y sin especiales riesgos no fue así. Muy pronto Perote y sus hombres encontrarían dificultades. 

"Tres equipos completos[de la AOME]entraron en Rumanía en coche y por diferentes fronteras. Yo, como en otras ocasiones, llegué en avión y con pasaporte diplomático con el fin de introducir con más facilidad el material técnico que mis hombres iban a necesitar".

Dos hombres caminando frente a un edificio de vidrio, uno de ellos sostiene un teléfono móvil.
El exjefe de operaciones del CESID, Perote. | El Cierre Digital

La operación la narra el propio Perote: "Nuestros puntos de contacto eran la media docena de iglesias coptas que hay en Bucarest. Debido a que el número de agentes desplegados era importante, nos reuníamos en pequeños grupos en cualquiera de ella, camuflados entre los turistas que la visitaban. Cada punto de contacto estaba identificado con un número y una hora. En el primero de ellos entregué el material al jefe del Grupo y éste me dio novedades".

Desde ese momento,  'Andóval' se convirtió en el principal objetivo de los servicios secretos españoles. Era el hombre más espiado de Rumanía. "No sólo vigilábamos sus movimientos, sino que además intentábamos garantizar que no fuera seguido por sus propios compañeros. Sus entradas y salidas del trabajo, sus vecinos, su familia, sus amigos, su coche, un destartalado Renault 12 azul y su propio domicilio, fueron objeto del más minucioso examen. Sólo nos faltó entrar en la Seguritate”, cuenta Perote.

Pero finalmente no les hizo falta esa excursión al corazón de los servicios secretos rumanos. El propio 'Andóval' les hizo entrega de la información que buscaban. Eso si, previo pago de su importe. Según cuenta Perote, que además filmó la entrega del dinero para evitar cambios de decisión futuro o traiciones de 'Andóval'.

Los espías del CESID y el baile de 'la lambada'

Sin embargo, todo se rompió. Algun chivatazo interno desde dentro del CESID, o desde el propio Gobierno de Felipe Gónzalez, debió de suceder en esos trepidantes días de los inicios de 1990. Y la excursión de Perote a Rumania acabó siendo portada de la revista 'Tiempo', que entonces dirigía José Oneto, como más arriba reflejamos.

Según Fernando Rueda en su libro 'La Casa', lo que ocurrió es que los jóvenes del equipo de Perote intentaron camelarse como periodistas desplazados a Bucarest, con la excusa de las elecciones, pero lo que en realidad buscaban era la Filmoteca X de Ceaucescu, donde estaban los líderes políticos retratados.  Y muy bien. Y en posiciones nada diplomáticas.

Fue  Alfonso Chinchilla, secretario de la embajada española, quien invitó a Perote y a sus jóvenes acompañantes a una fiesta en su casa.  Dicen que fue allí donde los agentes  sí llamaron la atención de los periodistas acreditados. Y fue de una forma muy curiosa. Al bailar los espías de forma erótica y sin rubor alguno la canción de moda de esa época: 'la Lambada'.

Siguiendo el relato de Rueda, los periodistas acreditados descubrieron pronto la torpeza de los acompañantes de Perote y sospecharon rápidamente de ellos. Desgraciadamente para ellos, este viaje de los espías del CESID a Rumanía acabó en la portada del citado semanario del Grupo Zeta bajo el título 'Altos cargos chantajeados por sus orgías'.

El antetítulo también era especialmente gráfico:  “Un comando del CESID intenta recuperar vídeos comprometedores en el Este”.

Un grupo de personas en un evento formal saludándose y conversando en un ambiente elegante.
En 1979, Nicolae Ceaucescu y su esposa Elena realizaron una visita oficial a España. En la imagen, los Reyes y el presidente de Rumanía, en el Palacio Real, saludan a Santiago Carrilo y su mujer. | Archivo

Sin embargo, la versión de Perote varía con respecto a la de Rueda. Según el expía habían conseguido ya la información sensible gracias a 'Andóval' y ese día 24 de mayo, efectivamente, querían apuntalar la operación.

El diplomático Alfonso Chinchilla les invitó a una fiesta donde había periodistas destacados en la capital rumana para cubrir las primeras elecciones tras la larga dictadura. Pero Perote afirma que allí ni hubo baile sensual, ni mucho menos intentos de seducción por parte de sus chicos para conseguir información.

Según Perote, "Chinchilla informó a los periodistas de quién era él y el corresponsal de la revista Tiempo le preguntó que si era verdad que estaba en la ciudad buscando los vídeos porno en poder de Ceaucescu... y si era cierto que entre los personajes grabados se encontraba Santiago Carrillo".

Perote se lo confirmó al periodista. Y la información acabó en portada de la revista del editor Antonio Asensio para cabreo de Perote y de Emilio Alonso Manglano. Pero no solo era Carrillo, sino que había otros altos e importantes personajes del poder, entre ellos, según los propios agentes españoles, "el entonces rey de España".

Perote y sus hombres los señalaban, sin embargo, "como involuntarios protagonistas de unos videoclips de alta temperatura". En un territorio, la Rumania del temible Ceaucescu, en el que tanto Juan Carlos I como otros nombres muy importantes del poder en España se movieron como pez en el agua. Al menos durante un notable tiempo.

Frecuentaban mucho este país del Este, al que acudían muy a menudo de cacería, como también a hacer boyantes negocios, con millonarias comisiones de por medio.

Pero Perote y sus hombres pararon el primer envite. Salvaron a esa corte paralela que hasta allí acudía junto al monarca. Los servicios secretos españoles lograron su objetivo. Los vídeos de la temible Seguritate no salieron a luz. 

Y las instituciones y sus cargos respiraron. Ceaucescu era ya pasado. Al menos, eso creían hace ya más de 30 años.¿Pero dónde están esos vídeos?... Quizá alguien lo sepa.

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