Rusia 'invade' aguas españolas: Petroleros en Ceuta y buques de guerra en Galicia
Este octubre se han interceptado un submarino y un remolcador bélicos al sur de Ibiza recordando a otras actividades
El pasado 11 de octubre la Armada española interceptó en aguas del sur de Baleares a dos buques de guerra rusos. Se trata de un submarino de clase Kilo II, armado con misiles de crucero Kalibr-PL de alta precisión y alcance, y un remolcador naval: el 'Sergey Balk'. Tal y como ha informado el Estado Mayor de la Defensa en un comunicado, estas naves habían entrado en aguas de responsabilidad española.
Este submarino volvió a ser localizado el lunes 23 de octubre por la Armada española cerca de la costa de Galicia y escoltado hasta el exterior de las aguas territoriales españolas mientras prosigue su rumbo al Mar Báltico, tal y como ha informado en las últimas horas el Estado Mayor.
Las mismas fuentes han detallado a través de diversos medios de comunicación que, tras el aviso de Portugal, el patrullero de altura Centinela, perteneciente a la Fuerza de Acción Marítima de la Armada, con base en el Arsenal de Ferrol, se hizo a la mar en la tarde del 15 de octubre, para localizar, interceptar y escoltar a las dos unidades de guerra, que se dirigen ahora al puerto base en el Báltico.
La localización de los buques se produjo la tarde del 11 de octubre, cuatro días después del ataque de Hamas a Israel y en el contexto de la invasión rusa a Ucrania. El buque español ‘Rayo’ localizó e interceptó a las dos embarcaciones de guerra rusas al sur de Ibiza.
En el caso del submarino, los datos publicados por diversos medios de comunicación revelan que se trata de una embarcación de guerra de propulsión diésel y eléctrica, con un desplazamiento de 3.900 toneladas y un rango operacional de 7.500 millas. Puede operar hasta una profundidad de 240 metros, con sistemas de radar mejorados y sensores, que reducen la “firma acústica” de la nave, es decir, el ruido detectable. Este submarino está armado con misiles de crucero Kalibr-PL, armamento de alta precisión y alcance muy versátiles, pues pueden instalarse en buques, submarinos, así como en defensa naval y costera o terrestre.
El submarino interceptado: un ‘clásico reconvertido’
El submarino de guerra ruso interceptado por la Armada española en aguas de Baleares pertenece a las unidades más recientes de la clase Kilo II, según la denominación de la OTAN, que la armada rusa empezó a producir en 2022 en los astilleros Admiralty Shipyard, en la región del Mar Báltico, aunque las primeras unidades las mandó construir la antigua Unión Soviética en plena Guerra Fría, durante los años del Pacto de Varsovia.
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Entre las características mejoradas de la nueva producción del modelo clásico, destaca la capacidad de lanzamiento de misiles de crucero Kalibr-PL. Frente a la evolución estadounidense de submarinos nucleares, los submarinos de la clase Kilo II utilizan la propulsión diésel y eléctrica.
La clase Kilo fue concebida originalmente para servir a las armadas de los países del Pacto de Varsovia. El submarino mide apenas 238 pies de largo (72,5 metros) por 32 de manga (9,7 metros), y desplazaba en sus primeros modelos 3.076 toneladas sumergidas, con una tripulación de sólo 12 oficiales y 41 marineros. Veinticuatro submarinos de la primera clase Kilo eran operados por la Unión Soviética, de los cuales todavía once siguen en servicio bajo el mando militar de la armada rusa.
Cómo Rusia esquivó sanciones frente a las costas españolas
Tal y como informó elcierredigital.com en febrero de este año, las sanciones a Rusia a consecuencia de la guerra contra Ucrania afectan a muchos recursos que antes se obtenían del país. Uno de ellos, el petróleo. La subida del precio de los carburantes desde el inicio de la guerra a causa de la prohibición de adquirir el petróleo ruso ha sido palpable en la mayoría de países europeos. Para Rusia también ha supuesto un golpe, ya que ha perdido antiguos clientes. Sin embargo, el país gobernado por Vladimir Putin encontró un vacío legal para poder enviar petróleo a sus ahora principales compradores (China e India) de la forma más barata posible: las aguas frente a Ceuta.
A través de operaciones STS (ship to ship, lo que en español se traduciría como barco a barco), los rusos utilizan este territorio marítimo a apenas 20 kilómetros de Ceuta para pasar el petróleo desde sus buques a otros barcos que se encargan de enviarlos a los países de destino, tal y como adelantó el diario Cinco Días. La razón por la que los rusos eligen esta zona tiene que ver con las cuestiones logísticas y económicas, ya que les sale más barato y solo tardan unos días en llegar desde el Báltico.
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Eduardo Navasquillo, criminólogo y encargado del área de inteligencia empresarial y compliance de una empresa española de hidrocarburos, afirma a elcierredigital.com que aunque “esa situación de trasvase del crudo de un petrolero a otro es algo que no se hace con mucha asiduidad, hay zonas en aguas internacionales en las que está permitido, por lo que no es ilegal como tal”.
Aparte de las aguas frente a Ceuta que Rusia está utilizando para hacer trasvase de hidrocarburos, Navasquillo afirma que “también se hace en Malta. Hay algunas zonas donde ya está prefijado que se haga”.
Las aguas españolas, un destino recurrente ruso
En el año 2022, el sistema militar de vigilancia de aguas territoriales nacional detectó desde el mes de junio actividad sospechosa de al menos tres embarcaciones con bandera rusa que navegaban cerca de alguno de los grandes cables submarinos de datos que conectan la Península Ibérica con el resto de Europa, Norteamérica, Asia y África, tal y como publicaron citando fuentes militares los diarios El Periódico de Catalunya y El Mundo.
Los tres avistamientos fueron notificados por el Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima de la Armada (Covam), ubicado en Cartagena, donde se centralizan la recepción y el análisis de datos de vigilancia marítima de un elevado número de fuentes con fines de seguridad.
Las alertas por la actividad de estas embarcaciones señalaron una navegación sospechosa cerca de varias de las grandes conexiones de fibra óptica en el fondo marino, unas infraestructuras consideradas críticas por Defensa y de las que dependen las comunicaciones con otros países, e incluso el correcto funcionamiento del sistema financiero.
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