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Un hombre con vestimenta clerical gesticulando mientras habla.
INVESTIGACIÓN

Rolando Álvarez: El obispo luchador nicaragüense que prefiere la cárcel al exilio

El prelado se enfrenta en su país a una condena de prisión de 26 años y 4 meses por delitos considerados como “traición"

El Gobierno de Nicaragua, presidido por Daniel Ortega, sacó el pasado martes de la cárcel Modelo de Managua al obispo  Rolando Álvarez, el integrante de la Iglesia Católica de Nicaragua más crítico con el “sandinismo” de Ortega, el religioso volvió a rechazar la oferta del gobierno nicaragüense de exiliarse a cambio de no entrar en prisión y las negociaciones entre la Iglesia y el Gobierno no fructificaron, por lo que Álvarez volvió a ingresar de nuevo en prisión a la espera de una solución definitiva. El obispo nicaragüense fue condenado a 26 años y 4 meses de prisión tras ser declarado culpable por delitos considerados "traición a la patria". Además, fue despojado de su nacionalidad.

El presidente Ortega le ofreció en febrero cambiar la cárcel por el destierro, pero el obispo Álvarez declinó la oferta y se negó a abandonar Nicaragua entre los 222 presos políticos que el “régimen” nicaragüense liberó y envió a Washington el pasado mes de febrero. Las represalias de Ortega no se hicieron esperar y el obispo recibió una dura condena. Un tribunal controlado por el Gobierno le impuso una condena de 26 años y 4 meses de cárcel por una serie de delitos que incluyen “traición a la patria”, “menoscabo de la integridad nacional” y por “propagar noticias falsas”, según han informado diversos medios de comunicación locales. 

Desde entonces, el obispo Álvarez se encuentra en el centro penitenciario 'La Modelo', en una celda de máxima seguridad sin ventilación, a la que los ex prisioneros políticos llaman 'El Infiernillo'. Pudo ser fotografiado en una única ocasión el pasado 25 de marzo, durante la única visita familiar permitida. El obispo de Matagalpa, del que no se han publicado imágenes desde el mes de marzo, se habría negado de nuevo ante otro intento de “intercambio” entre la Iglesia Católica y el Gobierno de Nicaragua. Según varios medios de comunicación nicaragüenses, Álvarez es uno de los símbolos de la represión de Ortega contra la Iglesia católica. 

Un hombre con camiseta azul sonríe mientras está de pie frente a una cortina blanca, con una planta a su lado y una persona uniformada al fondo.
Rolando Álvarez. | Archivo

Por su parte, el Gobierno de los Estados Unidos llevaba meses solicitando a Nicaragua la liberación de los presos políticos que se encontraban en prisión desde la ola de manifestaciones que sacudió Nicaragua en el año 2018, y cuya represión por parte de las autoridades nicaragüenses ha “tensado enormemente” las relaciones entre ambas naciones, según han expresado diversos medios de comunicación estadounidenses. El país norteamericano, de hecho, ha sancionado a lo largo de los últimos meses a cientos de personas vinculadas con el Gobierno del presidente Daniel Ortega por "la represión y corrupción del régimen", incluida la esposa del mandatario, y vicepresidenta del país, Rosario Murillo. 

La represión sandinista contra la Iglesia Católica

Álvarez, de 56 años de edad, es el primer obispo arrestado, acusado y condenado desde que el presidente Daniel Ortega regresó al poder en Nicaragua en el año 2007. El obispo fue arrestado la madrugada del pasado 19 de agosto por la Policía en un palacio episcopal provincial. Según diversas informaciones a las que tuvo acceso elcierredigital.com, el obispo fue intervenido por los cuerpos policiales junto con cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo, después de haber estado 15 días confinados.

La represión sandinista contra la Iglesia católica ha provocado, según las informaciones consultadas por elcierredigital.com, la salida del país del nuncio y de otros 84 sacerdotes y religiosas. Ortega llegó a declarar que los obispos, los curas, los Papas, “son una mafia”. Por otra parte, el Papa Francisco se refirió al presidente nicaragüense en una entrevista con un medio local: “con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige el país”, puntualizó el Pontífice.

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