
El resurgir de Arturo Fernández a sus 80 años: Retoma La Nicolasa tras caer su emporio
El empresario expresidente de la patronal madrileña CEIM amplía su negocio al comprar también el restaurante MasterChef
Arturo Fernández Álvarez (Madrid, 1945) ha iniciado una nueva etapa en su vida profesional. Tras verse obligado a abandonar su antiguo grupo empresarial por su supuesta implicación en el caso Bankia, el escándalo de las tarjetas black y una gestión controvertida manchada por el 'pago de dinero negro' y las deudas, vuelve a tomar posiciones en el mundo de la restauración. Esta vez lo hace como cerebro del Grupo San Telmo, que es un conglomerado gestionado por su entorno familiar.
Uno de los pasos más recientes en esta estrategia ha sido la compra del restaurante MasterChef, situado en la calle Velázquez de Madrid. El local, inspirado en el programa de Televisión Española, será transformado en La Nicolasa. Este fue el emblemático restaurante que Fernández ya dirigió en el pasado. El negocio fue parte destacada del Grupo Arturo Cantoblanco. La reapertura está prevista para el 1 de septiembre.
La reconstrucción de Arturo Fernández
La operación se enmarca dentro del proceso de reconstrucción de parte del entramado empresarial que Fernández llegó a controlar en sus mejores tiempos. Entonces, gestionaba 180 restaurantes, ocho hoteles y otras sociedades con más de 3.800 empleados. En 2011, cuando era presidente de la patronal madrileña CEIM, sus empresas facturaban alrededor de 250 millones de euros anuales.
Sin embargo, su trayectoria se vio gravemente afectada por su vinculación con Bankia. Como consejero de la entidad, fue uno de los usuarios de las llamadas ‘tarjetas black’. Con ellas, gastó más de 30.000 euros, principalmente en sus propios restaurantes. Por ello fue condenado a cuatro meses de prisión y al pago de 5.000 euros de multa por apropiación indebida. Aunque, al menos, evitó el juicio por la salida a Bolsa del banco.
Su implicación en estos casos frenó la venta de su grupo a un fondo británico por 225 millones de euros. A ello se sumó la crisis económica y una acumulación de deudas. Todo esto llevó al grupo al concurso de acreedores y al despido de casi 3.000 empleados.
Además, en 2024 sufrió un nuevo revés. El pasado año fue desalojado del club Playa de Madrid, gestionado por su grupo. Lo hizo tras contraer una deuda de 867.000 euros con Patrimonio Nacional.

El Grupo San Telmo, creado tras el 'colapso' del Grupo Arturo Cantoblanco, intenta recomponer parte de ese legado. Actualmente cuenta con unos 500 trabajadores y explota una red de 30 restaurantes. También posee varias gasolineras franquiciadas por Repsol y 25 supermercados de la cadena Dia, ubicados principalmente en el barrio de Salamanca de Madrid. El grupo no descarta seguir ampliando esta red mediante nuevas adquisiciones.
Fernández conserva también el Club de Tiro Cantoblanco, una finca de 500 hectáreas ubicada al norte de Madrid, junto a la Universidad Autónoma. Fue fundado por su abuelo, Arturo Fernández Iglesias, armero del rey Alfonso XIII. El club ha sido renovado recientemente con una inversión de dos millones de euros. Este espacio sigue siendo uno de los símbolos del patrimonio que el empresario ha logrado conservar tras la caída de su antiguo imperio.
Los vínculos de Arturo Fernández con la política
A lo largo de su carrera, Fernández ha estado estrechamente vinculado con la política, especialmente con el Partido Popular. Fue amigo personal de figuras como Esperanza Aguirre, Rodrigo Rato o Enrique Cerezo.
En su momento, sus empresas se hicieron con contratos para gestionar cafeterías del Congreso de los Diputados, la Asamblea de Madrid y RTVE. También se vio salpicado por su relación con Fundescam, la fundación ligada al PP y relacionada con la trama Gürtel. Precisamente, a la misma, le realizó una donación durante la campaña electoral de 2003.
Pese a todo, Fernández ha defendido su reputación. Asegura que su implicación en las tarjetas black fue un error administrativo y que devolvió el dinero gastado. En declaraciones a medios como El País, o durante su comparecencia en la Asamblea de Madrid, insistió en que no fue condenado por corrupción. Indica que fue por una "falta puntual".
En enero de 2025, fue uno de los firmantes de una carta pública que pedía el regreso del rey Emérito Juan Carlos I a España. Fernández ha mantenido históricamente una relación cercana con el monarca, como en su día la tuvo su abuelo con Alfonso XIII. En entrevistas, ha llegado a decir: "Soy su armero, cazo con él", en referencia a su amistad con Juan Carlos de Borbón.

Recientemente, Fernández celebró su 80 cumpleaños en un acto al que acudieron diversas figuras políticas. Por ejemplo, Esperanza Aguirre, Rafael Catalá o José María Álvarez del Manzano. También acudieron exdirigentes socialistas con escaso predicamento entre los suyos, como los antisanchistas Tomás Gómez o Juan Lobato. Aunque el rey Emérito no asistió, su relación personal sigue siendo extraordinaria.
Más allá de sus negocios y relaciones, Arturo Fernández también es conocido por su afición a los coches de lujo. Posee una colección de más de cien vehículos. Entre ellos se encuentran modelos como un Maserati, varios Rolls-Royce, un Mercedes 600 o un Cadillac. A estos, se les suma una limusina californiana y su primer coche: un Jaguar comprado a los 18 años.
Fernández se hizo cargo del negocio familiar con apenas 17 años. Desde entonces, ha combinado su perfil de gestor con un estilo personal marcado por su cercanía al poder. Y también con su presencia en los círculos empresariales más influyentes de Madrid.
Hoy, tras años de crisis, juicios y desahucios, Fernández intenta recuperar parte de lo perdido. La reapertura de La Nicolasa no es solo un gesto simbólico, sino parte de un esfuerzo más amplio por mantener viva la estructura empresarial que construyó durante más de medio siglo.
Más noticias: