Peticiones inusuales en prisiones españolas: perros y Satisfyer
El uso de objetos prohibidos y situaciones inusuales ocurren en las cárceles.
Desde que se le concedió a una interna el uso del Satisfyer ha aparecido el debate sobre la arbitrariedad en los centros penitenciarios y el hecho de que este tipo de concesiones puedan suponer un problema para el buen funcionamiento de las prisiones españolas. Ahora ha sido el turno de los perros, ya que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria nº1 de País Vasco ha concedido a un interno del centro penitenciario de Martutene (Guipúzcoa) la posibilidad de ver a su perro por última vez.
Se trata de un caso aislado, pero que abre una veda de concesiones que pueden suponer un problema para la seguridad de los centros. Este interno recibió la noticia de que su perro se encontraba en un estado de salud delicado y que tenía que ser sacrificado. Tras esto el recluso solicitó tener un vis a vis con su perro en la cárcel para poder despedirse de él.
"No puede haber tanta arbitrariedad en las prisiones"
Una vez realizada la petición el juez ha decidido autorizar el vis a vis con una serie de condiciones. El animal debe presentar la verificación veterinaria necesaria para demostrar el estado de salud en el que se encuentra. Además, el perro deberá llevar correa y bozal e ir acompañado de un familiar del preso que haya recibido la concesión de un vis a vis. En caso de que se ensucien las dependencias de la prisión será el interno solicitante quien tenga que limpiar esas zonas.
Fuentes penitenciarias señalan a elcierredigital.com que “no entendemos en base a qué se toma esta decisión por parte del juzgado, cuando en momentos en los que es un familiar o un amigo quien tiene un problema de salud grave no se le permite al interno salir a ver a esa persona enferma. Además, desde el punto de vista de seguridad el perro puede suponer un problema, ya que lógicamente no se le va a cachear. Cabe remarcar que es un perro enfermo que puede generar ciertos problemas de salud en otros internos”.
Las mismas fuentes penitenciarias reclaman que “se están cruzando muchas líneas que dan lugar a concesiones que nunca han tenido lugar. Este tipo de situaciones no tiene mucho sentido, ya que no podemos convertir las prisiones en incongruencias. Las prisiones se deben de regir por unos sistemas claros, unas normas precisas y comunes para todos. En una prisión la arbitrariedad no debe tener cabida porque distorsiona totalmente el sistema penal y la seguridad de los centros penitenciarios. No hay que olvidar que los internos están privados de libertad y las restricciones tienen que ser firmes”.
"Estamos entrando en una dinámica que puede complicar mucho las cosas en las prisiones y ser un problema a la larga. Esto se une a la anómala concesión del uso del Satisfyer a una interna. Parece que se ha perdido de vista el sentido de lo verdaderamente es una prisión. Estas cosas lejos de velar por una armonía generalizada y favorecer la convivencia hacen todo lo contrario”; concluyen las mismas fuentes consultadas.
El exalcalde Pedro Pacheco y sus problemas por un crucifijo
El exalcalde de Jerez de la Frontera (Cádiz) Pedro Pacheco protagonizó otro de los sucesos extraños en las prisiones por el uso de objetos poco comunes. En octubre de 2014 Pacheco ingresó en la prisión de Puerto III y desde entonces tuvo que hacer frente a la inexorable vigilancia del director de la prisión Miguel Ángel Rodríguez Ortiz.
En noviembre de 2017 el director del centro penitenciario ordenó un registro en la celda de Pacheco. Sorprendentemente en este registro se encontró un crucifijo de madera de ocho centímetros de largo. Este objeto fue incautado porque suponía un objeto peligroso que podía ser utilizado para hacer daño a otros internos.
Permiten a una interna de Pamplona usar su Satisfyer
A mediados de agosto el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria nº1 autorizó a una interna del centro penitenciario de Pamplona el uso de un juguete sexual denominado Satisfyer. Esta fue la primera vez que se dio luz verde al uso de juguetes sexuales en los centros penitenciarios. Eso sí, para el uso de este juguete sexual la interna cuenta con una serie de condiciones que tiene que cumplir a rajatabla.
Tras la incautación de este objeto la defensa de la interna alegó que el artículo no suponía ningún peligro para la seguridad, la ordenada convivencia o la salud. Para evitar consecuencias negativas se propuso que la interna no podía compartir el objeto con otras usuarias, debía usar en momentos concretos en un ámbito de intimidad, debía facilitar la retirada de pilas por el personal que custodie el objeto y tenía que restituirlo lavado con agua y jabón al personal del centro. Además, esto supondría que se incrementaba la posibilidad de mayor registro o sospecha.
Fuentes cercanas a los centros penitenciarios señalaban que "no han tenido en cuenta lo que es el trabajo que se realiza en un centro penitenciario. No es cuestión de derecho o de no derecho, estamos hablando de que es un elemento del que no podemos encargar de custodiarlo y cederlo. No nos parece que sea algo necesario ni tampoco que se vulnere algún derecho no teniendo un juguete sexual en prisión".
"No entra dentro de las cuestiones de un funcionario estar custodiando juguetes sexuales. con esto se ha abierto un melón peligroso, porque esto puede dar lugar a que se tengan que custodiar muchos más y tengamos que ir repartiendo juguetes"; concluían las mismas fuentes.
Otros objetos extraños utilizados en las prisiones
Por otro lado, para introducir objetos ilegales los presos recurren a invenciones cuanto menos peculiares. Uno de los medios más utilizados para introducir drogas o dinero son las suelas de los zapatos de estar por casa. Dentro de las suelas los familiares camuflan los objetos o sustancias prohibidas. Asimismo, también se utilizan las lengüetas de zapatillas de diario. Para introducir drogas también se utilizan subrayadores o la parte de atrás de los relojes.
En otros países se han llegado a utilizar palomas mensajeras para transportar teléfonos móviles, algo totalmente anómalo. Para colar droga en ocasiones los traficantes hacen uso de un tirachinas que les permite lanzar los paquetes de droga u otros elementos a los patios de las prisiones.
En una cárcel de Nueva Jersey se llegó a utilizar un libro infantil para colorear para enviar droga. A un interno le llegó un paquete que contenía un libro lleno de garabatos y con una dedicatoria: "A papi". Los garabatos estaban compuestos por una pasta en la que se habían mezclado sustancias psicotrópicas.
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