Manuel Fernández Padín critica abandono del Estado a testigos protegidos.
Exnarco vinculado al clan de los Charlines se siente abandonado y demandará por derechos como confidente.
Estuvo ocho meses en la cárcel, los "charlines" nunca quisieron saber de él. "Pensaron que como estaba en tratamiento psiquiátrico nadie me iba a hacer caso", recuerda Manuel Fernández Padín, que ahora prepara una demanda vía contenciosa-administrativa para reclamarle al Estado "los veinte años de cotización a la Seguridad Social que nos prometió el exjuez Garzón y el exfiscal Javier Zaragoza y nadie cumplió". El ministro Grande-Marlaska respondió a Padin que "el tema está judicializado" y correspondería al ministerio de Justicia y su titular, Dolores Delgado, tramitar todo lo relacionado con Fernández Padín. La ministra de Justicia respondió que "los testigos protegidos son de Interior".
¿Cómo se metió en el narcotráfico?
Con 24 años estaba harto de dar vueltas por el mundo como marinero, pero volvi a mi pueblo natal de Vilanova de Arousa, en Galicia, y un día me metí tres dosis de LSD, aquello me destrozó la mente. Padecí una psicosis maníaco depresiva. La droga me destrozó la vida.
¿En Galicia era fácil dedicarse al tráfico de drogas?
Sí, el clan de los charlines -Manuel Charlín y tres de sus hijos- funcionaba desde la década de los setenta con tabaco y hachís. Yo fui a pedirles trabajo legal, pero no me dieron. Un día fueron a buscarme, me llevaron a Baiona a descargar hachís. Pensaba que iba a tabaco y me sentí engañado. Trabajé para ellos desde abril hasta noviembre de 1989. Descargaba, transportaba y cobraba.
¿Y la cocaína?
En septiembre me pidieron hacer otra nueva descarga, pero ya era coca. No me gustó aquello y fui a la televisión gallega a contarlo, al programa de Xosé Ramón Gayoso.
Aunque lo distorsionaron fue reconocido por alguien.
Sí, Fran, el nieto de Manuel Charlín Gama me reconoció. Pocos días después me dieron una mochila con cuatro kilos de cocaína. Me paró la Guardia Civil y no me la encontraron. Llegué al sitio donde tenía que dejarlo y no había nadie esperando, así que la tiré entre unos palés. Pero un guarda jurado me reconoció, porque era compañero de un cuñado mio en una discoteca de Barrantes, y me denunció. Pensaba que era una bomba.
¿Fue detenido?
La Guardia Civil me llevó al cuartel. Los charlines me dejaron tirado, ni me pagaron los trabajos, que eran cinco millones de pesetas, ni me pusieron abogado, así que me enfadé.
¿Y los delató?
Yo no canté al principio, pero cuando no quisieron saber de mi, en noviembre del 89 comienzo a declarar en la Guardia Civil, sin tener ni idea de lo que iba a pasar después. Luego el juez de Pontevedra me pidió ratificar la declaración y lo hice. Me mandaron con una conducción especial a la prisión de Valladolid, porque tenían miedo de que me matasen.
"Hay un sumario B de la Nécora que nunca vio la luz"
¿Cuándo surge Garzón?
Fui a declarar en la Audiencia Nacional ante el juez Ismael Moreno y Garzón le pide inhibirse en favor suyo de mi tema. Entonces hablé con él sobre los charlines y sus clientes, todos los que le compraban. Despues vinieron las promesas del fiscal Javier Zaragoza y de él, que se iba todo a solucionar, que íbamos a tener la vida resuelta, con documentación nueva, trabajo en el extranjero o dinero para poder iniciar una nueva vida. No hubo nada de eso. Portabales habló de mucha más gente, dicen que incluso en la operación Nécora hay un sumario B con personajes famosos, que nunca vio la luz.
Y se convirtió en testigo protegido.
Durante veinte años fui testigo protegido, con sueldo mensual, casa y escolta. Al principio cobraba 50.000 pesetas y luego 999 euros. Yo firmaba un recibo y me daban el dinero en metálico, de fondos reservados, de ahí me descontaban los gastos de agua y luz. Viví durante siete años en la comisaría de Moratalaz y durante otros siete en la Comisaría General de Seguridad Ciudadana, en la Dehesa de la Villa. Los testigos protegidos somos como apestados para el Estado, nos dejan tirados, sin trabajo ni Seguridad Social.
¿Pasó miedo?
Sí, durante muchos años tuve miedo por mi, mi familia... Yo no podía ir a casi ningún sitio porque llamaba la atención con los escoltas y no podía trabajar tampoco. Me casé en Madrid siendo testigo protegido, tuve un hijo y acogí a otro, un niño de la droga que le quitaron a sus padres toxicómanos. Uno de los niños está tutelado ahora por la comunidad de Madrid porque tiene trastornos de la conducta.
¿Y de repente a la calle?
En 2010 de un día para otro dejan de pagar, cuando era Alfredo Pérez Rubalcaba ministro de Interior. Llegan un día y me dicen el mes que viene no cobras. Yo no podía trabajar aparte, por eso reclamo 20 años de cotización a la Seguridad Social. El fiscal Zaragoza dijo que debían cotizar por nosotros como clases pasivas.
¿Quién les hizo esas promesas?
Garzón y Zaragoza, nos dijeron que todo iba a ir bien. Garzón llegó a ser número dos en las elecciones, cuando fue secretario del Plan Nacional Sobre Drogas. Hablé con él infinidad de veces y siempre me dijo lo mismo, que el futuro estaba solucionado. Pero nosotros éramos procesados y no teníamos poder. Nunca hicieron nada.
¿No se plantaron nunca?
Sí, justo antes de comenzar el juicio de la Nécora, Portabales y yo nos plantamos, pero Zaragoza se empezó a poner nervioso y al final Portabales entró en la sala y ahí le entregamos la sartén por el mango, cuando José Luis Corcuera -entonces ministro del Interior- ya tenía un dinero preparado para nosotros en una cuenta corriente. Aquel fue nuestro gran error.
De aquellos barros, vinieron estos lodos.
Nos dejaron tirados, enfermos y en la calle. Yo tuve cirrosis hepática hasta que me hicieron un trasplante de hígado. La psicosis maníaco depresiva me la trato desde joven con el psiquiatra.
¿Cómo se siente ahora?
Me siento engañado por Garzón, por Zaragoza, por el Estado, por las Madres contra la Droga y por la Fundación Gallega contra el Narcotráfico, que quedaron en que me buscarían un trabajo y nunca hicieron nada. Los alcaldes tampoco hicieron nada, los que estaban con los narcos porque no querían y el resto por miedo.
¿De qué vive ahora?
Me dejaron en calle, tuve que comenzar desde cero. Durante años viví de una pensión no contributiva por mi enfermedad, un 69 por ciento de discapacidad. Mi mujer tenía una Renta Mínima de Inserción Social, entre los dos ganábamos 700 euros y pagábamos 500 de alquiler.
"El único que se jugó el cuello fui yo"
¿Guarda rencor?
No es rencor, es que hay que tener cojones para decir la verdad. Si tengo algún mérito es por decir la verdad, el único que se jugó el cuello fui yo, las Madres contra la Droga se manifestaron cuatro veces y fueron al entierro de Esther Lago a insultar a Oubiña, que nunca traficó con drogas duras y que yo sepa el hachís nunca mató a nadie.
¿Cree que hay dos clases de traficantes?
Yo era de un equipo de fútbol llamado Dejadnos Vivir y de aquellos solo quedamos vivos tres. ¿Quién fue a por los de la heroína? Los de la cocaína no mataron a mis amigos ni a sus hijos.
¿Tuvo miedo?
Me sentí amenazado muchas veces, quemaron una furgoneta en casa de mis padres, vinieron a preguntar por mi a donde vivía en Madrid y la última vez fue el verano pasado, cuando Melchor Charlín paró su coche en medio de Vilagarcía y se puso insultarme. No pienso renunciar a ver a mi familia y mi gente por el miedo. Antes era peor, ahora ya ha pasado mucho tiempo y bastante tienen con reorganizarse, no creo que les convenga meterse en problemas.
¿Usted cree que los charlines siguen en el mismo negocio?
Estoy seguro de que están en ello, el otro día fueron a declarar algunos a un juzgado de Vigo.
¿Volvería a hacer lo mismo?
Yo lo hice porque me dejaron tirado y porque tuve conciencia. Lo más fácil era haber seguido y ganar dinero. Todas las semanas íbamos con coches, dinero mujeres... Yo elegí otra vida.
¿Volvería a delatarlos?
No lo sé, sabiendo lo que sé me lo pensaría mucho, habría que verse en la situación. Yo no sabía quien era Garzón, ni la inmunidad, ni ser testigo protegido. Yo hablé por venganza y por cabreo, pero todo lo que venía después no lo sabía. Entonces no existía la figura del testigo protegido. La gente cree que hablé a cambio de algo y no, yo hablé a cambio de nada.
Manuel Fernández Padín envió hace unos meses una carta al ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, que se la remitió a su compañera de gabinete, la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que tiene pendiente en su programa reformar la actual Ley de Testigos Protegidos, que data de 1994. En julio de 2018 el gobierno ya anunció esta reforma para incentivar la colaboración de "arrepentidos" con las autoridades. Quizás podrían empezar por Fernández Padín.
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