Maite Zaldívar, del cine de 'destape' a implicada en la corrupción de Marbella.
La exmujer de Julián Muñoz, clave en el Caso Malaya, fue condenada a 2 años y 6 meses por blanqueo de capitales.
En 1991 Jesús Gil quería que Maite Zaldívar, a la que verdaderamente temía y llamaba en privado "víbora", ingresara en su partido político GIL (Grupo Independiente Liberal), pero ella insistió en que fuera su marido Julián Muñoz el que fuera en las listas del partido creado ad hoc por el polémico expresidente del Atlético de Madrid.
Doce años después estallaría el gran escándalo. Julián e Isabel Pantoja iniciaron una relación sentimental que provocó un terremoto político en Marbella cuya consecuencia fue una moción de censura que desalojó a Muñoz del sillón consistorial. Pero antes de hacerse pública la relación sentimental entre el político y la folclórica, los tres la negaron hasta la saciedad.
Fue entonces cuando el público conoció a Maite Zaldívar. Sentada al lado de su todavía marido en una rueda de prensa, obligada "por cojones" por Gil y Gil, negaron lo que era ya evidente y voz populi: que él estaba unido a la cantante sevillana. Maite acabaría estallando días después entrando por teléfono en Canal Sur para confirmar que su marido había iniciado un romance con la tonadillera.
Maite pasó a convertirse en un personaje público. Destilaba rencor en 645 líneas y protagonizó, en un recordado momento televisivo, una conexión con el programa de Telecinco A tu lado, presentado por Emma García, en el que habló de las famosas bolsas de basura con las que, según ella, llegaba a casa su marido con las comisiones por las licencias de obra.
Maite representaba para muchos en televisión la imagen prototípica de la corrupta consorte de la España del ladrillazo. Maxigafas, mechas a la moda, grandes pendientes, bronceado artificial... Un estilo, para muchos, hortera y ostentoso que hizo que en algunos pasillos televisivos se la motejase como 'el árbol de Navidad' por la cantidad de complementos que llevaba siempre.
Sin embargo, a Maite las cámaras no le eran nuevas. Antes de que su nombre quedase asociado para siempre a una historia de celos, infidelidades y corrupción política y, por supuesto, mucho antes de pasar por prisión, Maite Zaldívar intentó triunfar en el mundo del espectáculo.
Una Miss Autoescuela se destapa
Maite nació en Castellón de la Plana en mayo de 1957, hija de un guardia civil y de una ama de casa. A mediados de los 70 intentó triunfar en el mundo de la farándula. En 1973 consiguió un título de belleza bastante curioso: Miss Autoescuela. Lo más llamativo de ese triunfo es que siempre aparece en las biografías de Norma Duval, cuando todavía era Purificación Martín Aguilar, adjudicado a ella.
El mundo de las atuoescuelas no le era desconocido a Maite ya que el hombre con el que tuvo a su hija mayor, Elia, un hombre de Ronda, era el dueño de una academia para aprender a conducir.
Maite, ya con la banda de Miss Autoescuela, probó suerte en el mundo del cine. Eran los años en los que se iniciaba, tímidamente en España, la moda del destape, los años de las dobles versiones en las salas de cine y de los tímidos top-less. Aún no se había producido el desnudo integral de María José Cantudo en La Trastienda, que desató la moda del destape total tras cuarenta años de censura franquista. Era la época en la que reinaban en las carteleras estrellas del destape como Nadiuska, Bárbara Rey o Susana Estrada. Pero Maite no llegó nunca a medirse de tú a tú con ellas.
Maite debutó, y casi acabó, en el cine con Hold-Up, instantánea de una corrupción, título que podría tener un biopic sobre el Caso Malaya. En este filme, dirigido por Germán Lorente y protagonizado por la francesa Nathalie Delon, más conocida por su matrimonio con el astro francés Alain Delon, se puede ver a una irreconocible Maite apareciendo en una secuencia junto a otras jóvenes modelos que posan para un fotógrafo y acaban desprendiéndose de la camisa dejando ver sus pechos, como puede apreciarse en la fotografía que hoy desvela en su portada elcierredigital.com.
Maite todavía intervino en una obra más en su corta carrera cinematográfica. Fue en Pepita Jiménez. El filme, que adaptaba la novela clásica de Juan Valera, lo vio poca gente aunque generó un gran escándalo al ser secuestrada la película por orden judicial por impagos de su productor, el conocido play-boy venezolano Espartaco Santoni, que llegó a España de la mano de su matrimonio con Marujita Díaz.
En ese momento Santoni estaba casado con Tita Cervera. Él acabo en la cárcel y la hoy baronesa Thyssen pagó su fianza para acabar descubriendo que su matrimonio no era válido porque Santoni había cometido bigamia. Curiosidades del destino, Santoni acabaría siendo uno de los referentes de la jet set marbellí, aunque murió antes de ver cómo el conato de esa estrella que conoció en Pepita Jiménez acabaría en la cárcel.
Su carrera fracasada como actriz le llevó a buscarse la vida como camarera en el bar de top-less La Poupee, en la calle Silva de Madrid. En ese local, Maite y el resto de chicas que trabajaban en él, servía canapés a los clientes cubiertas con una gasa trasparente que dejaba al descubierto sus pechos.
Según contó el propio Julián Muñoz en 2014 en sus memorias La cruda verdad, la pareja se conoció en ese local, al que Julián, que entonces estudiaba medicina en Madrid, acudía como cliente. Tras casarse se trasladaron a la localidad de San Martín de Valdeiglesias (Madrid) de donde se trasladaron a Marbella en los 80 dejando un reguero de deudas.
3,5 millones de euros ilícitos
En Marbella las cosas les fueron muy bien tras entrar en política. La Justicia estimó que al menos 3,5 millones de euros los consiguió Julián Muñoz de manera ilícita, ocultando gran parte de ese dinero aparentemente en el extranjero. Y a pesar de todo este enriquecimiento, su declaración de la renta le salía negativa, obteniendo devoluciones por el IRPF en los años 2000, 2001 y 2002 por valor, respectivamente, de 1.966 euros, 1.963 euros y de 2.099 euros.
Durante su matrimonio con Maite Zaldívar hubo una sola unidad familiar de ingresos, con el único sustento que el aportado por Muñoz (a Maite Zaldívar sólo se le conocen ingresos procedentes de la empresa municipal marbellí Turismo 2000, en los años 1998 y 1999, por valor de 9.593 euros, y a su hija Eloísa, la cantidad de 3.790 euros por un trabajo en un supermercado). Muñoz ganaba del Ayuntamiento de Marbella la cantidad neta de unos 52.000 euros, insignificante cantidad para el gran patrimonio que consiguió reunir.
Fue a partir de finales del año 2002 y principios del 2003 cuando Julián Muñoz comenzó a desprenderse de los fondos que mantenía ocultos hasta entonces en el extranjero, preferentemente en Suiza, haciéndoselos llegar tanto a su todavía mujer y familia como a su por entonces compañera sentimental, la tonadillera Isabel Pantoja.
El blanqueo
En un primer momento, se valió para dar salida a los fondos generados, y de procedencia presuntamente delictiva, de su entonces mujer Maite Zaldívar, de sus hijas y de su cuñado Jesús Zaldívar, que se convirtió en su presunto testaferro. Posteriormente, ya a partir de 2003, lo hizo también con Isabel Pantoja.
Muñoz tenía dos maneras de guardar su dinero más oscuro:
1) En su casa, en las famosas bolsas de basura que llegaban a su domicilio. Este era un dinero que, según testimonio de Maite Zaldívar, procedía de las comisiones que había cobrado su entonces marido. Cuando abandonó el hogar se llevó este dinero, que sumaba cerca de 300.000 euros, según declaró Maite Zaldívar a la Policía.
2) La otra inyección económica, que también recibió Maite Zaldívar, procedía de las cuentas abiertas por Muñoz en Suiza, contando con la colaboración de un banco privado, la entidad Ferrier Lullin&Cie SA, posteriormente absorbida por el banco Julius Baer.
Para tal fin, Julián Muñoz se sirvió de su excuñado, Jesús Zaldívar, que se convirtió en su presunto testaferro. Así se abrieron varias cuentas secretas en la entidad Ferrier Lullin, con nombres rocambolescos. Entre ellas, la cuenta DAMADENOCHE. A esta cuenta Damadenoche se hicieron varios ingresos. La Justicia española determinó que, al menos, se realizaron dos por un valor conjunto de 891.000 euros.
El primero de ellos, el 4 de junio de 2003, por un valor de 601.198,08 euros, procedentes de otra cuenta bancaria denominada “Luna llena”, abierta también en la misma sucursal bancaria Julius Baer. El otro, el 30 de julio de 2003, por valor de 290.000 euros, procedentes de otra cuenta bancaria denominada “El Batán”, abierta en la sociedad suiza Banque Vontobel Geneve S.A.
Sociedades interpuestas
Para hacer llegar este dinero a Maite Zaldívar se valía de una sociedad interpuesta denominada “Meja INC”, inscrita en el estado norteamericano de Delaware. Una vez constituida la sociedad Meja INC, Maite Zaldívar y su hermano Jesús abrieron otras dos cuentas bancarias más: una, en Gibraltar, en la entidad Credit Suisse; y, la otra, en Marbella, en la entidad Cajamar.
Así, desde Suiza se hizo transferir el dinero hacia dos cuentas abiertas en España. Primero, vía Gibraltar, y desde allí a Marbella, donde llegaron, al menos, 577.000 euros. Es decir, de los datos conocidos quedaba un resto de 314.000 euros sin aparecer, de los cuales una gran parte la Justicia pensó que estaban aún en Suiza y otra pequeña parte en Gibraltar, según la investigación policial.
El dinero, una vez en la cuenta de Cajamar en Marbella, era sacado a través de reintegros en efectivo para, acto seguido, efectuar otra imposición simultánea en otras cuentas controladas por los hermanos Zaldívar, abiertas también en la misma sucursal bancaria de Cajamar.
Así se realizaron 112 apuntes, de octubre de 2003 a mayo de 2006, de retirada de las cuentas de Meja INC por valor de 601.016,79 euros y un valor de abono en las otras cuentas de los Zaldívar por 601.100,90 euros. Es decir, todo cuadra.
Entre las sociedades utilizadas por Maite Zaldívar para incrementar su patrimonio se usaron Outdoor Aventure SL, Alabama Consulting SL, Batua SA y Senior Servicios Generales Madrid SL. Esta última sociedad era propiedad del conocido constructor José Miguel Villarroya. Sin embargo, tan sólo tres meses después de su constitución, en marzo de 2000, se vendió a Maite Zaldívar por tan sólo 3.500 euros (100 participaciones a 35 euros cada una), que pagó con un dinero que le dio su exmarido Julián Muñoz.
La compra de las participaciones sociales de Senior Servicios Generales llevó consigo la adquisición de las propiedades que pertenecían a esta sociedad, entre ellas una vivienda de 113 metros cuadrados, con dos garajes y trastero, situada en la Avenida Ricardo Soriano, número 12, de Marbella. De este modo, se hicieron, a precio de ganga (3.500 euros), con dichos inmuebles.
Además, el día antes de la adquisición de las participaciones de Senior por parte de Maite Zaldívar se canceló la hipoteca que había sobre el referido inmueble, por lo que la transmisión de la vivienda se hizo libre de todo tipo de cargas.
Según la Fiscalía, se trataba de una contraprestación económica que le hizo el empresario Villarroya a Muñoz en pago de los favores recibidos por éste en sus actuaciones como alcalde y como regidor de algunas empresas municipales sobre las que había facturado ingentes cantidades el constructor.
El patrimonio inmobiliario de Julián Muñoz y Maite Zaldívar, adquirido gracias a los fondos ilícitos, se completó con un chalé en la urbanización “Las Petunias”, inscrito a nombre de sus hijas, Eloísa Muñoz Zaldívar y Elia Muñoz Zaldívar, ambas sin ingresos conocidos. Más tarde, el inmueble fue vendido y lo adquirió la empresa Azalea Beach, del constructor Villarroya. La adquisición de esta vivienda fue muy rentable para Muñoz y su esposa ya que no pagaron por ella ninguna cantidad, ya que todo el precio de la misma se pagó mediante subrogación del préstamo hipotecario. Además Azalea Beach pagó el IVA correspondiente a la transmisión operada.
Todo este entramado les llevó a prisión años después al ya exmatrimonio. Una sentencia que, para Maite, llegó después de años convertida en un personaje mediático y televisivo.
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