Los inicios desconocidos de Julio Iglesias (II): El éxito a la ‘caída’ del amor
Mientras su carrera despegaba, Julio Iglesias se divorció de Isabel Preysler en 1978.
Con motivo de los 80 años de Julio Iglesias, desde elcierredigital.com rescatamos algunos de los aspectos más desconocidos de la vida del cantante. Desde las mujeres que marcaron su vida hasta los inicios en la música.
Tras haber ganado el Festival de Benidorm y representado a España en Eurovisión en 1970, Julio Iglesias logró alcanzar el éxito… y formar una familia con Isabel Preysler. Sin embargo, la distancia, la fama y la reputación de mujeriego del cantante acabaron resintiendo la relación entre Julio Iglesias y la filipina.
Con el paso de los años, el distanciamiento físico entre Isabel y Julio fue cada vez más habitual y constante. Y aunque el matrimonio pasaba menos tiempo junto, sus encuentros eran pasionales. Así, Isabel se quedó embarazada dos veces más albergando la esperanza de que esto representaría el regreso definitivo del hombre a quien entonces amaba. Pero eso nunca ocurrió. Nacieron sus dos hijos varones: Julio José, el 25 de febrero de 1973; y Enrique Miguel del que dio a luz el 8 de mayo de 1975. Desde entonces sus tres hijos ocuparon todo su tiempo. Ya no acompañaba en sus viajes a su marido que cada día conseguía mayores triunfos discográficos, tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Y las ausencias eran cada vez más largas y el teléfono había dejado de sonar con la insistencia de los primeros tiempos.
Relevó la vida de casado por la del artista
Cuentan sus amigas que Isabel aguantaba todo aquello sin una queja, aunque el cansancio y el hastío ya habían aparecido en su relación con el célebre cantante, un hombre que había relevado la vida de casado por la vida de artista, dedicando a su familia un tiempo que, a todas luces, no era suficiente. Las numerosas fans que rodeaban a su marido, los incontables idilios reales e inventados que se le atribuían, la reputación de donjuán, los reportajes de atleta sexual en las revistas, etc., iban minando cada vez más la relación de la pareja.
Isabel, sin apenas familia en España, se iba encontrando cada vez más sola. E iba tomando poco a poco conciencia del progresivo alejamiento de su marido. Por entonces, el matrimonio ya había comprado una casa en la urbanización Guadalmar (Torremolinos), valorada en unos 25 millones de pesetas, donde iban a pasar las vacaciones. Los niños llevaban una vida normalizada, como la de cualquier hijo de buena familia: iban a un colegio inglés y pasaban los veranos en Marbella y las Navidades con sus abuelos maternos en Filipinas, a donde también acudía Isabel prolongando su estancia, en ocasiones, por varios meses. Era ella quien les educaba pues cuando Julio aparecía por casa, este era incapaz de levantar la voz a los niños tras sus repetidas ausencias.
Cuentan que la llegada del cantante era siempre una novedad que se convertía en una fiesta donde el orden cotidiano se transformaba en una pequeña anarquía. Por entonces, Isabel ya era un personaje popular y todos la conocían. Pero su felicidad era incompleta pues las continuas ausencias de su marido cada día le pesaban más.
Julio Iglesias y las 3.000 mujeres
Isabel llegó a confesar a sus amigas que estaba harta de llamar por las noches a los hoteles donde se hospedaba el cantante y encontrarse al otro lado del teléfono con una extraña voz femenina. Era habitual, cuentan compañeros de entonces, que Julio al finalizar su actuación, todas las noches, ocupara acompañado de los músicos de la orquesta, dos habitaciones del hotel donde recibían, bebiendo y escuchando música hasta el alba, a las privilegiadas fans que tenían la fortuna de franquear las puertas de aquellas dos habitaciones intercomunicadas.
Por entonces, Julio Iglesias ya era una estrella en toda Latinoamérica. El cantante tenía fama de amante maravilloso y perfecto compañero de cama. Según él mismo ha confesado, 3.000 es el número aproximado de mujeres que habrían pasado por su azarosa y complicada vida sentimental. Julio era el típico “Casanova” castigador. Prefería relacionarse con mujeres desconocidas que frecuentemente eran amantes de una noche.
De aquella época todavía le quedan a Julio Iglesias supuestos hijos secretos que levantaron en su día la polémica. Uno de ellos es Javier Santos Raposo, fruto de una presunta semana de pasión en Sant Feliu de Guixol con la bailarina portuguesa María Edite Santos durante una gira veraniega por la Costa Brava en el año 1975. Julio había acudido allí para actuar durante unas semanas en la discoteca Las Vegas y había alquilado un chalé a su gran amigo de juergas, el ex jugador del Real Madrid, Pedro de Felipe, con el que compartió su adolescencia. La casa se convirtió en lugar de citas clandestinas. La primera selección de las bellezas que siempre acompañaban al cantante era hecha por su fotógrafo de entonces y hombre de confianza, José María Castellví.
Por entonces en España, un país inmerso en plena transición democrática tras la muerte de general Franco pero aún con los tics del franquismo, la figura de Julio Iglesias y de su casa de discos, Columbia, pesaba mucho. Tenían muy bien controlados a los periodistas y a las publicaciones de la época. Éstas ofrecían noticias en torno al cantante de moda, ídolo de las jóvenes adolescentes, en un tono muy acorde con la moralidad oficial de entonces. Era la imagen de un Julio Iglesias amante de su esposa e hijos, buen padre de familia, miembro “de la España de bien”.
El divorcio con Isabel Preysler y el acuerdo con la discográfica americana CBS
Mientras tanto, la relación con su esposa, Isabel Preysler, se iba rompiendo más y más cada día. El 21 de julio de 1978, en pleno arranque de la movida madrileña, se anunciaba finalmente la ruptura del matrimonio a través del diario Arriba, uno de los periódicos propiedad del llamado Movimiento Nacional, y de la revista Hola.
Fue por entonces cuando Julio Iglesias, ya convertido en una celebridad tras su definitivo acuerdo con la discográfica americana CBS, adquirió su casa de Indian Creek en Miami (EE.UU.), para dar definitivamente el salto internacional e introducirse de lleno en el show business. Era una persona que perseguía por encima de cualquier cosa el éxito en su carrera y el cariño del público y no podía desprenderse de los aplausos. Se hallaba en un momento crucial de su profesión donde se le estaban abriendo nuevas fronteras. Estaba dispuesto a trabajar sin descanso para apagar así las penas de su separación con Isabel Preysler. Necesitaba refugiarse en su profesión para sobrellevar un fracaso amoroso que para él fue traumático, como recuerdan las letras de las canciones que por entonces compuso con gran éxito comercial. Desde ese momento se convirtió en el cantante español que más récords ha batido.
Sin embargo, cuentan sus amigos que es un personaje tendente a la depresión y egoísta, que necesita estar rodeado de personas que le quieran o aparenten quererlo. Su situación personal hizo que su madre y su hermano Carlos, con toda su familia, se fueran a vivir a Miami junto a él para consolarle. Su hermano Carlos Iglesias, jefe de cirugía mamaria, renunció a su plaza en un hospital de Madrid y se convirtió desde entonces en su mano derecha. Desde ese momento, su amigo y mánager Alfredo Fraile pasó a un segundo plano. Empezaron a tener problemas y a colisionar por la forma de dirigir el gran tinglado musical y económico creado en torno al cantante. Fraile, que se llevaba el 20 por ciento de las actuaciones que conseguía, dejaría su puesto y regresaría a Madrid donde creó una empresa de imagen y relaciones públicas con presencia activa en la España socialista de los años ochenta y noventa, como jefe de comunicación del empresario catalán Javier de la Rosa, implicado en el escándalo de corrupción del grupo Kuwaití KIO. De la familia de su exmarido, sólo su suegro, el doctor Iglesias Puga, siguió dando cariño y protección a Isabel. La familia de Julio Iglesias, que durante sus casi ocho años de matrimonio ejerció una gran influencia sobre la joven inexperta filipina, presionó insistentemente para que ésta renunciara a todos sus derechos.
Ahora a sus 80 años, Julio Iglesias tiene el éxito que ha cosechado a lo largo de su carrera y también el amor, en forma de su matrimonio con Miranda Rijsburguer, con la que tiene cinco hijos Miguel Alejandro, Rodrigo, Victoria y Cristina y Guillermo, que serán, junto a los hijos que tuvo con Isabel Preysler, los encargados de heredar el patrimonio y gran fortuna del cantante.
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