La historia oculta de 'Villa Meona', la mansión de Isabel Preysler y Miguel Boyer
Desvelamos lo que no cuenta Isabel Preysler en su nuevo reality sobre su lujosa residencia en Puerta de Hierro.
Durante la década de los noventa Isabel Preysler era, además de ser la 'reina de la beautiful people', un sinónimo de que llegaba la Navidad, ya que desde principios de diciembre la imagen de la socialité filipina con una torre de bombones dorados de la firma Ferrero Rocher era habitual en la pequeña pantalla.
Ahora, este su mes de diciembre, la exmujer de Julio Iglesias ha regresado a la televisión en una de las épocas más especiales con el reality 'Isabel Preysler: Mi Navidad', el cual se estrenó este pasado 5 de diciembre en la plataforma Disney+. El proyecto televisivo muestra cómo la socialité prepara la mediática e icónica mansión de Puerta de Hierro, donde vivió sus años dorados junto al exministro de Economía Miguel Boyer, para celebrar la Navidad con toda la saga Preysler al completo.
Y, de nuevo, 'Villa Meona', como se conoce en el argot popular su mansión madrileña, vuelve a ser el epicentro de un programa televisivo, como ya lo fue durante la primera aventura televisiva de Isabel Preysler en los años noventa.
Y, aunque a lo largo de dos capítulos la socialité se esmera en mostrar a la audiencia su destreza al decorar una mesa o cómo adecenta su residencia de Puerta de Hierro de cara a las fiestas navideñas, no será en ella donde la Preysler despida el año, sino que lo hará en Miami, donde residen sus tres hijos mayores: Chábeli, Julio José y Enrique Iglesias.
'Villa Meona' ha sido, durante décadas, el culmen de la ostentación, el refugio de muchos de los miembros del clan Preysler, incluso objeto de burla nacional y, sobre todo, el cuartel general de la socialité, que durante muchos años compartió con el exministro socialista y luego con el Nobel Vargas Llosa.
'Villa Meona', la lujosa mansión en Puerta de Hierro
Isabel Preysler y Miguel Boyer se casaron en el año 1988. Una unión que finalizó irremediablemente en el año 2014 con la muerte del exministro socialista, que dejó un testamento que favoreció a la que se convirtió en su viuda, sin olvidar, eso sí en menor grado, a los dos hijos de su primer matrimonio con la ginecóloga fallecida Elena Arnedo. Aunque es verdad que no hubo muchos bienes que repartir, al menos oficialmente. Boyer se aseguró, dos años antes de su muerte, de aclarar su testamento y que Isabel Preysler figurara bien posicionada dentro de él.
No hacía falta incluir "Villa Meona", la ya mencionada mansión madrileña de Puerta de Hierro, ya que fue comprada oficialmente en su día por la propia Isabel Preysler. Este nombre popular fue dado por la cantidad de cuartos de baños que tenía la propiedad, lo que fue objeto de burla por parte del expropietario de Rumasa José María Ruiz-Mateos, que sufrió la expropiación de su holding por Boyer.
Por ejemplo, aquel día que el ex dueño de Rumasa compró más de cien retretes para colocarlos en pirámide frente a la mansión de Isabel Preysler, como también el ser señalado como el responsable de la filtración de los planos de la vivienda a determinados medios de comunicación, de los planos de la famosa vivienda.
Sin embargo, según hemos descubierto en el elcierredigital.com, no fue Ruiz-Mateos quien realizó aquella filtración, sino que salió del despacho de arquitectos, al presentarse los planos ante la Administración pública correspondiente.
La reacción de Boyer tras la publicación de los planos de la nueva casa del matrimonio fue impropia de él. De un personaje político que lo fue todo, ex superministro socialista, una persona que no era capaz de soportar humillaciones, que no tenía paciencia alguna, que carecía de perseverancia en su actitud docente, que no se tomaba la menor molestia en explicar sus decisiones o propuestas, sin embargo, compareció ante los periodistas desmintiendo y matizando toda suerte de detalles sobre la mansión.
Parecía un experto arquitecto hablando con minuciosidad sobre el propio plano. Pero lo que más irritó al exministro socialista fue el dato publicado de que tenía dieciséis cuartos de baño, “cuando en realidad sólo tenía trece”, y que su dormitorio tenía más de cuatrocientos metros.
Así se construyó la mansión de Isabel Preysler
La gran mansión de Isabel Preysler y Miguel Boyer la situarían en la elitista urbanización madrileña de Puerta de Hierro, muy cerca de las residencias que poseían los empresarios Jacques Hachuel, Enrique Sarasola, Marc Rich, el banquero Jaime Argüelles, el aristócrata Ricardo Gómez-Acebo o el ex ministro Francisco Fernández Ordóñez.
Pasaban a ser vecinos de la crème de la crème de las altas finanzas. La expectación en los medios de comunicación volvía a estar al límite. De nuevo, se escucharon fuertes críticas contra el exministro, sugiriéndole que abandonara el PSOE por hacer ostentación de una forma de vida nada acorde con los principios socialistas. La parcela, de 5.045 metros cuadrados, con dos entradas, era hasta entonces propiedad del naviero y expresidente de la Cámara de Comercio de Madrid, el recientemente fallecido Fernando Fernández Tapias, más conocido por Fefé.
Por esta parcela también estuvo muy interesada Carmen Tita Cervera. Sin embargo, Isabel se adelantó a la baronesa Thyssen dando un anticipo de veinte millones de pesetas al contado. Desde entonces, la guerra entre estas dos mujeres, formadas a la sombra del poder, comenzó y perdura hoy todavía. “El solar era pequeño para nosotros. Yo necesito como mínimo 10.000 metros cuadrados, porque hemos vendido la granja que Heini tenía en Inglaterra, donde llueve a todas horas, y tengo que construir una casa en la que mi marido se sienta a gusto. Necesitamos una casa más grande”, llegó a decir la baronesa para justificarse, antes de fijar su residencia definitivamente en la elitista urbanización de La Moraleja.
Pero estas afirmaciones no se ajustaban a la realidad, ya que Isabel Preysler se había anticipado a ella gracias a los buenos oficios de sus amigas, las hermanas Miriam y Cary Lapique, que mantenían a través de sus respectivos maridos (Alfonso Cortina y Carlos Goyanes) una gran sintonía con Fernández Tapias. El naviero había comprado en su día el terreno, con casa incluida, al dueño de la firma de electrodomésticos Kelvinator, Pedro Olazábal Echeandía, y a su esposa Rosa Araco. El chalé, que había sido construido hacía sólo quince años, tenía 1.440 metros cuadrados distribuidos en tres pisos, buhardilla, ascensor, sauna, piscina climatizada y todo su interior recubierto de madera. Pero a Isabel no le servía. Quería algo nuevo. Por orden directa suya, este chalé fue derruido a los pocos días de adquirir la parcela.
La nueva mansión fue escriturada a nombre de Isabel Preysler Arrastia en julio de 1988. Se da la circunstancia de que Boyer no tiene ni una sola propiedad inscrita a su nombre en el Registro de la Propiedad de Madrid, según nota oficial. El precio de la casa se escrituró en 95 millones de pesetas, aunque el valor de mercado superaba con creces los 200 millones. Sobre ella pesaba además una hipoteca del Banco Central de 180 millones, por lo que todo indica que se escrituró por debajo de su valor real.
Según las investigaciones de este autor, el precio que de verdad pagó Isabel Preysler fue el real de mercado y no el escriturado, ya que de ser así hubiera pagado sólo la cifra de 18.830 pesetas el metro cuadrado, una cantidad irrisoria para la zona de Puerta de Hierro. Además, la finca había sido tasada por los técnicos del Banco Central en 253 millones de pesetas. Todo este cúmulo de irregularidades dio lugar a que la Delegación de Hacienda de Madrid le reclamara el pago de un impuesto de 5.100.000 pesetas en concepto de liquidación complementaria. En concreto, fue el departamento de Transacciones Patrimoniales quien abrió diligencias por esta supuesta irregularidad fiscal.
Por otro lado, la excuñada de Boyer, Gracia Berghese, exesposa de su hermano Agustín, el segundo de la saga, 16 meses más joven que el exministro, mantuvo un largo pleito contra Miguel Boyer e Isabel Preysler por las supuestas irregularidades urbanísticas cometidas en la construcción de su casa. Esta italiana de Turín, hija de quien fuera fundador y propietario del Instituto Farmacológico Latino, vivía desde hacía más de 32 años en un terreno fronterizo al que ocupaba la nueva residencia del matrimonio.
Un informe técnico, elaborado por un arquitecto contratado especialmente por ella para estudiar el caso, le había dado aparentemente la razón: la nueva pista de paddle tenis (el deporte favorito de Isabel), situada en la parte trasera de la mansión, no guardaba los siete metros reglamentarios entre el chalé de los Boyer y el suyo, pero ni siquiera el retranqueo preceptivo respecto a la propia calzada. Y aunque inicialmente la titular del juzgado de Primera Instancia nº 39 de Madrid, Concepción Rodríguez González del Real, admitió a trámite esa demanda de interdicto, lo que provocó la suspensión temporal de las obras, el Ayuntamiento de Madrid archivó y desestimó las demandas de la excuñada de Boyer, otorgándole a Isabel Preysler la correspondiente licencia de obra con fecha de 1 de abril de 1993.
Pero la tenacidad judicial de la italiana dio finalmente resultados positivos. Los tribunales superiores acabaron dando la razón a Gracia Berghese, que estaba convencida de que la mansión de Isabel Presyler no respetaba la distancia de siete metros respecto a la valla de su chalé y vulneraba las ordenanzas urbanísticas municipales. Sin embargo, con el permiso del Ayuntamiento de Madrid, entonces liderado por el dirigente del PP José María Álvarez del Manzano, Isabel Preysler edificó una mansión de casi 2.000 metros cuadrados repleta de lujo y comodidades, cuyo valor de construcción superaba también los 200 millones de pesetas.
En cualquiera de las estancias nobles de la casa Preysler cabía una vivienda completa de muchas familias de la clase media española. El proyecto fue obra de un primo del exministro, el arquitecto Carlos Boyer Monsalve, y fue materializado por la constructora Fersa, que presidía el empresario de origen vasco Fernando Ortiz-Echagüe Laffita.
La mansión, de estilo neoclásico, con dos plantas más sótano y garaje, con techos altos (hasta de 3,8 metros de altura), tejados azules y paredes exteriores color salmón, cuenta con un amplio jardín, árboles, piscina exterior, canchas de paddle, frontón, piscina climatizada (de nueve por cuatro metros), varias chimeneas, ascensor, montaplatos, gimnasio, bodega…y una magnífica biblioteca (de 65 metros cuadrados) que Miguel Boyer se ocupó de llenar de libros de física, filosofía de la ciencia, historia antigua y biografías de todos los presidentes americanos, por los que sentía verdadera curiosidad.
No se escatimaron medios en la decoración (unos cien millones de pesetas), ni en el mantenimiento de la finca (dicen que el gasto mensual no baja de los veinte mil euros). En ella trabajan por término medio cuatro empleadas de hogar, en régimen de internas, una cocinera y tres doncellas, además del chófer, un jardinero y cuatro personas de seguridad. Todos tienen un contrato de confidencialidad para que no se vayan de la lengua. Pero con "Villa Meona", un cierto declive social pareció envolver en los años 90 a la pareja, que fue haciéndose más patente con el tiempo.
La mansión de Isabel Preysler se convirtió en el símbolo de la decadencia socialista felipista. El inicio de la caída surgió a raíz de la publicación, en el otoño de 1992, en la revista Hola, de un reportaje a todo color y extensión sobre la inauguración oficial de la mansión de Puerta de Hierro. La ampulosidad y ostentación sorprendió a ciudadanos y políticos que comenzaron desde entonces una caza de la diva y un manifiesto menosprecio al antiguo dirigente socialista.
El pasado televisivo de la socialité
Pero no es la primera vez que la socialité filipina enseña al público la mansión de Puerta de Hierro, epicentro de diversas campañas publicitarias. Pero desde su llegada a España en 1969, la exmujer de Julio Iglesias apenas ha sido protagonista de proyectos televisivos.
Fue en el año 1998 cuando la filipina debutó en la pequeña pantalla. Se encargó de presentar en Tele 5 el programa 'Hoy en Casa', producido por Videomedia, de cuyos responsables era Isabel gran amiga. Un programa que se definía como “un espacio multiservicio dirigido a mejorar la calidad de vida y la imagen personal". Fue emitido los sábados por la tarde durante seis semanas, cancelándose dos programas antes de lo previsto debido a la poca naturalidad de Preysler ante las cámaras.
Ahora, la socialité ha estrenado este nuevo proyecto en el que ha abierto al público, a través del servicio de pago en ‘streaming’ de Disney +, las puertas de la mítica mansión en la que convivió junto a Miguel Boyer y hasta hace unos meses con el Nobel Vargas Llosa, su última pareja amorosa conocida.
Un reality cuyo epicentro es 'Villa Meona', el culmen de la ostentación. Una pieza inmobiliaria importante de su rico patrimonio, que seguro aumentará tras este su último proyecto en televisión.
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