
Cómo opera la secta sevillana del Palmar de Troya: Papas alternativos y normas férreas
Fundada en 1978 tras unas supuestas apariciones, la iglesia palmariana sigue activa tras casi medio siglo de polémicas
En los últimos días, la localidad sevillana de El Palmar de Troya ha sido noticia por motivos paralelos a su particular historia religiosa. Las intensas lluvias que han azotado Andalucía provocaron el desbordamiento del arroyo Salado. Un desborde que ha acabado afectando a esta pequeña localidad de apenas 2.340 habitantes, según los datos del INE de 2024.
Las autoridades activaron un plan de emergencia y evacuaron a varios vecinos cuyas casas quedaron rodeadas por el agua. Mientras, se desplegaba un operativo especial con efectivos del 112, bomberos y Protección Civil.

Sin embargo, El Palmar de Troya no es solo un lugar afectado por la meteorología. Para muchos, es sinónimo de uno de los movimientos religiosos más excéntricos y enigmáticos surgidos en España en el siglo XX. Se trata de la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz, comúnmente conocida como la Iglesia Palmariana.
Una organización religiosa que ha generado tanta devoción como recelo y cuya sede, visible desde la carretera que une Utrera con El Palmar, se alza como una fortaleza de espiritualidad y secretismo.
Un origen 'sectario' entre apariciones y fervor popular
Todo comenzó el 30 de marzo de 1968. Cuatro niñas del pueblo afirmaron haber presenciado una aparición de la Virgen María junto a un lentisco, en un terreno en la finca La Alcaparrosa.
Aquellas niñas —Ana, Josefa, Rafaela y Antonia— describieron una figura luminosa. Según dijeron, les habló de paz y oración. La noticia corrió como la pólvora en la comarca, atrayendo en pocos días a decenas de curiosos, peregrinos y visionarios.

Entre ellos se encontraba Clemente Domínguez y Gómez, un joven sevillano que aseguraba tener visiones místicas y mensajes divinos. Clemente se convirtió en el líder espiritual del lugar y en el principal impulsor de lo que luego sería una iglesia escindida del catolicismo romano.
En 1975, según su testimonio, recibió la orden divina de construir una basílica y fundar una nueva iglesia. Tras la muerte del Papa Pablo VI, en 1978, Clemente proclamó que había sido elegido por Jesucristo como su sucesor en la Tierra. Desde entonces, tomó el nombre de Gregorio XVII.
El cisma: Nacimiento de un papado alternativo
Esta proclamación fue el punto de no retorno. La escisión con el Vaticano fue total y la Iglesia Palmariana nació oficialmente como una nueva confesión religiosa. La sede central se construyó en los terrenos de La Alcaparrosa. Esta finca fue adquirida con donaciones de los fieles y se convirtió en un recinto cerrado. Pronto levantaron muros altos, se hicieron con cámaras de seguridad y crearon un perímetro totalmente controlado.
En sus primeros años, la comunidad palmariana logró reunir a más de 1.000 fieles. Provenían no solo de España, sino también de Irlanda, Alemania, Francia, Suiza y América Latina.
Sin embargo, tras la muerte de su fundador en 2005 y especialmente después del abandono de su tercer papa, Gregorio XVIII, el número de adeptos ha descendido drásticamente.
Hoy, los investigadores estiman que la Iglesia Palmariana cuenta con entre 200 y 300 seguidores activos en todo el mundo. Aunque las cifras exactas son difíciles de verificar por el hermetismo del grupo.
Dogmas, liturgia y prohibiciones
Desde su fundación, la Iglesia Palmariana ha mantenido doctrinas que la separan radicalmente del catolicismo tradicional. Una de las más destacadas es el rechazo del Concilio Vaticano II, que para ellos representa la infiltración del modernismo en la Iglesia Católica. También destaca la canonización de figuras políticas como Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera.
Tienen liturgia propia celebrada en latín. También una Biblia Palmariana, con añadidos dictados por visiones místicas. Entre sus prohibiciones estrictas se encuentran la televisión, internet, cine, prensa, redes sociales y contacto con no creyentes.
También son frecuentes las excomuniones. Según exmiembros, más de 2.000 personas han sido excomulgadas por desobediencia o abandono de la fe palmariana.

El aislamiento y control han llevado a que la mayoría de estudios y reportajes de investigación clasifiquen al movimiento como una secta de tipo coercitivo.
De igual manera, la Iglesia Palmariana ha estado envuelta en controversias dentro de su seno. Se han documentado casos de abusos sexuales y otros comportamientos impropios dentro de la organización. Por ejemplo, Clemente Domínguez y Gómez, autoproclamado papa Gregorio XVII y fundador de la Iglesia Palmariana. Este hombre fue acusado en la década de 1990 de abusos sexuales hacia miembros de su propia orden.
En 1997, Domínguez admitió públicamente estos abusos y solicitó perdón por sus acciones.

En junio de 2018 Ginés Jesús Hernández, conocido como Gregorio XVIII y exlíder de la Iglesia Palmariana, intentó entrar por la fuerza en las instalaciones de la basílica. Lo acompañaba su pareja. Durante el altercado, un miembro de la comunidad resultó gravemente herido. Hernández y su pareja fueron arrestados y se enfrentaron a cargos por robo con violencia y homicidio en grado de tentativa.

Exmiembros de la Iglesia Palmariana han relatado episodios de excesos y comportamientos cuestionables dentro de la organización. Por ejemplo, un exobispo describió fiestas en las que se consumían grandes cantidades de alcohol y sustancias.
Los Papas del Palmar: de Clemente a Pedro III
Desde 1978 la Iglesia Palmariana ha tenido cuatro papas autoproclamados. Gregorio XVII (Clemente Domínguez): 1978-2005. Pedro II (Manuel Alonso Corral): 2005-2011. Gregorio XVIII (Ginés Jesús Hernández): 2011-2016 y Pedro III (Joseph Odermatt): 2016-actualidad.
Ginés Hernández, único papa palmariano que ha abandonado el cargo, ha declarado públicamente que “todo era un montaje” y que la Iglesia “vivía de la manipulación económica de sus fieles”.
Según una investigación publicada por El País, durante su apogeo, el patrimonio de la Iglesia Palmariana superaba los 10 millones de euros. En gran parte procedía de donaciones, herencias de fieles y actividades privadas no fiscalizadas.
Un pueblo marcado por la singularidad
El Palmar de Troya se separó administrativamente de Utrera en 2018 tras años de demandas vecinales. A día de hoy, cuenta con un presupuesto municipal anual de algo más de 1,5 millones de euros, según datos de Hacienda.
La presencia del complejo palmariano influye poco en la vida cotidiana del pueblo, más allá del paisaje visual. La mayoría de los vecinos mantiene una actitud de distancia e indiferencia. “Es como si no existieran”, explican algunos.

Otros, sin embargo, recuerdan los años en que decenas de peregrinos llenaban los caminos rurales para visitar el “nuevo santuario”.
Hoy, el recinto permanece cerrado, con más de 3 metros de altura de muro perimetral, y está custodiado día y noche. No se permite el acceso a la prensa ni a curiosos.
Mientras el pueblo lidia con inundaciones, problemas agrícolas y las limitaciones de una población envejecida —la media de edad es de 47 años, según el INE—, la sombra de la basílica palmariana sigue proyectándose sobre sus campos. Un lugar donde religión, misterio, poder y aislamiento convergen en uno de los relatos más insólitos de la España contemporánea.
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