La casa desconocida donde se urdió la Transición española: El 'refugio' de Miraflores
El exlíder socialista alquilaba en sus veranos desde 1977 hasta 1982 la planta baja de un modesto chalet en la sierra
Los lugares de vacaciones de los políticos españoles han sido protagonistas de múltiples noticias, crónicas y reportajes. Y aunque no sea conocido por la mayoría de la población, los habitantes de Miraflores de la Sierra (Madrid) pueden decir que viven en una de las localidades más visitadas por personalidades políticas y culturales de la historia reciente española. El que fuera secretario general del PSOE, Felipe González Márquez, disfrutó de los encantos del pueblo como ilustre veraneante desde 1977 hasta su ascenso a la jefatura del gobierno en 1982, donde tenían alquilada la planta baja de una modesta casa, conocida como “Villa Osete”, hoy recién reformada.
En la casa, que se encuentra en el camino a la Fuente del Cura, tal y como recoge algún reportaje de la época, el líder socialista dedicaba la mayor parte de sus jornadas de descanso a la lectura, a jugar a la petanca en el jardín de la finca, a recibir a compañeros y amigos, y a alegrarse la vista en sus paseos por el campo circundante en compañía de Santiago, un veterano albañil del pueblo.
La vivienda está situada en las afueras de la localidad, “en uno de los rincones más tranquilos”, según informaciones recogidas por Cifra en un comunicado emitido en 1977. El alquiler para esa temporada de verano habría costado unas 150.000 pesetas y parece ser que, con posterioridad, se firmó un contrato para el alquiler de la casa durante todo el año 1978 por 400.000 pesetas.
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Sin embargo, fuentes del PSOE no confirmaron entonces a Cifra que esta fuera a ser la residencia de verano de González y explicaron que la casa podría utilizarse también por los militantes socialistas como sede para trabajos que exigieran atención especial.
Un reportaje de agosto de 1982 publicado en el diario El País relataba: “en Miraflores de la Sierra tienen los González un chalecito, a pocos metros de la residencia del Nobel de Literatura, Vicente Aleixandre”. El líder socialista contaba entonces su rutina: "me levanto, generalmente, a las seis, porque duermo menos que en invierno. Cuando tengo el tobillo en condiciones, paseo por los montes, tranquilamente, sin prisas, junto con Santiago, un albañil del pueblo, de 64 años".
Y es que, según las informaciones al respecto, González no podía resistirse al encanto de un pueblo que gozó de vecinos tan ilustres como Ramón y Cajal o Niceto Alcalá Zamora. Allí, el dirigente socialista revisaba informes y expedientes, documentos internos sobre “el Estado español, sus organismos, sus pasadizos subterráneos, sus intrigas”, relata un reportaje sobre su estancia en la Sierra.
En la casita de Miraflores que alquilaba todos los veranos, el líder socialista se mudaba a una ropa “más en consonancia con los aires serranos”: un pantalón de pana marrón y unas botas montañeras que sujetaban su tobillo, dislocado poco antes de su visita a Miraflores en 1982. Según los registros, cuando el socialista llegaba al pueblo “no existían más leyes que las de la petanca ni más preocupaciones que desplazar las bolas metálicas del contrario para acercarse a la cochinita” (bolita de referencia hecha en madera).
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Las bromas, eso sí, seguían teniendo como referencia la política: "no te prepares tanto", exhortaba Felipe a su rival durante una visita de unos periodistas, "que te vas a parecer a Alfonso Guerra, que para lanzar la bola se pone como el discóbolo".
El histórico dirigente comunista Santiago Carrillo Solares, destacada figura de la transición a la democracia en nuestro país, también se sintió tentado por la vida apacible y los atractivos del municipio de Miraflores de la Sierra. Entre 1991 y 1997 mantuvo aquí su segunda residencia, en sendas y sucesivas casas de alquiler, dedicándose al descanso y a la redacción de sus ensayos históricos publicados en esa época. A su ya entonces avanzada edad, el destacado político y escritor se dejó ver poco por las calles de Miraflores de la Sierra.
De la sierra a la playa subido en el Azor
Cinco años después de sus últimas vacaciones en Miraflores de la Sierra, en 1987, Felipe González pasó sus vacaciones de verano junto a su familia en Cabo Pinar, una cala propiedad del Ministerio de Defensa ubicada en Alcudia, Mallorca, alejada de focos y curiosos.
El 1 de agosto de 1985, tras despachar con el entonces rey Juan Carlos I en el palacio de Marivent, daría inicio a su descanso estival en una zona que, en julio de 2015, también sería escenario de una visita especial: Felipe, Letizia y sus hijas aprovechaban su estancia en la isla para escaparse hasta el recóndito rincón, rodeado de acantilados prominentes y en cuya playa virgen pudieron darse un chapuzón.
Las de González fueron unas vacaciones peculiares. Antes de aterrizar en su destino mallorquín, había pasado varias jornadas de asueto y pesca por las costas portuguesas a bordo del yate Azor, que durante 26 años había sido frecuentemente utilizado por Francisco Franco y su familia pues fue construido para el disfrute de todos ellos, y su uso por parte del jefe del Ejecutivo desató la polémica y las críticas por parte de la opinión pública.
Los 'hobbies' de González
En 1978 Felipe González ofreció unas declaraciones sobre sus hobbies favoritos junto a compañeros de profesión como Manuel Fraga, Santiago Carrillo o Enrique Tierno Galván. El líder socialista desveló que “su dedicación mayor del tiempo libre estaba en la lectura y en los clásicos”. Entre sus novelistas favoritas figura la dramaturga belga Marguerite Yourcenar, cuya obra Memorias de Adriano se encuentra en su colección de libros particular.
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Además de la novelista belga el político sevillano era un gran seguidor de Gabriel García Márquez, con quien mantenía una gran amistad. A mediados de la década de los setenta descubrió la obra del escritor colombiano. Entre los títulos preferidos de González figuran El amor en los tiempos del cólera o Crónica de una muerte anunciada.
Como buen andaluz es férreo defensor del flamenco y afirmaba que “escuchar flamenco es una de mis grandes pasiones”. Es gran amigo del cantaor Rancapino o mejor dicho, su compadre. También fue gran admirador de los músicos Juan Peña “El Lebrijano” y Antonio Mairena.
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Al igual que sus partidas de petanca, el expresidente encontraba la tranquilidad en el cuidado de bonsáis. Durante su estancia en el Palacio de la Moncloa se convirtió en todo un experto en botánica y recolectó muchos ejemplares que provenían de buena parte de la geografía nacional. Fue el paisajista Luis Vallejo quien introdujo a González en el arte del cuidado de las diversas especies que ocuparon los jardines de la Moncloa. A día de hoy mantiene la afición a la técnica del bonsái en la finca de El Penitencial, localizada en la sierra de Guadalupe (Cáceres).
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