Adiós a Gustavo Cisneros, amigo de Felipe González y comprador de Galerías Preciados
La pasada semana falleció a los 78 años el empresario venezolano. Una fortuna basada en el mundo de la comunicación
El millonario e influyente empresario venezolano Gustavo Cisneros Rendiles, destacado del sector de la comunicación y presidente de la Organización Cisneros, falleció la pasada semana en Nueva York a la edad de 78 años. Cisneros, fundador de Venevisión y Cisneros Media, así como propietario de la Organización Miss Venezuela, fue conocido por poseer una de las mayores fortunas en América Latina durante varias décadas, además de por su prolífica relación con el presidente español Felipe González y el ministro Boyer, y la compra de Galerías Preciados. Su deceso se produjo como resultado de una neumonía derivada de una cirugía en la columna vertebral, según detallan algunos medios.
Nacido el 1 de junio de 1945 en Caracas, Gustavo era hijo de Diego Cisneros, un empresario cubano dedicado al transporte que emigró a Venezuela y logró acumular una considerable riqueza en los años cincuenta y sesenta. La familia Cisneros consolidó su fortuna al adquirir los derechos de producción y embotellado de Pepsi Cola en el país.
Gustavo Cisneros realizó sus estudios secundarios y universitarios en Estados Unidos, graduándose con honores en Administración en el Babson College de Massachusetts. A los 25 años asumió la presidencia de la organización de su padre debido a su destacada capacidad empresarial. Bajo el liderazgo de Gustavo, la familia Cisneros expandió sus negocios durante el auge de la democracia venezolana en los años setenta y se convirtió en una de las familias más influyentes del país. Luego, se embarcaron en un proceso de internacionalización que culminaría en la década siguiente.
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Durante esta etapa, Cisneros adquirió diversas empresas y activos, como RadioVisión, la cadena de supermercados Cada, la representación de la Corporación financiera NCR, los laboratorios Fisa, los derechos de comercialización de productos infantiles Chicco, la empresa PuroPan, la disquera Sono Rodven y las cadenas de comida rápida Burger King y Pizza Hut, entre otros. Además, gracias al alcance e influencia de Venevisión, el concurso Miss Venezuela se convirtió rápidamente en un evento popular en el país.
Con el paso de los años, Cisneros siguió expandiendo sus inversiones a nivel internacional, adquiriendo Galerías Preciados en España, creando Venevisión Internacional, comprando la cadena Chilevisión, Univisión, los automercados Pueblo, AOL Latinoamérica, Blockbuster Latinoamérica, Caracol Televisión, Much Music y Galaxy Latin América.
La influencia de Cisneros en América Latina
Cisneros no sólo fue uno de los empresarios más poderosos de Venezuela, sino que también figuró entre los más acaudalados de la región. La Organización Cisneros, rebautizada como Cisneros, tiene presencia en 50 países. Estuvo casado con Patricia Phelps, reconocida coleccionista de arte y promotora cultural, y tuvo tres hijos, siendo Adriana, la mayor de ellos, la actual directora ejecutiva y CEO de la corporación familiar.
El poderío de Cisneros generó oposición por parte de diversos sectores de la izquierda en Venezuela, quienes acusaban a las autoridades de favorecer a este tipo de grandes fortunas en detrimento de los intereses de la población. Aunque inicialmente mostró simpatía hacia Hugo Chávez tras su victoria en 1998, posteriormente se produjo un distanciamiento que contribuyó a desencadenar una crisis política en el año 2002.
Finalmente, en 2004, Cisneros y Chávez acordaron cesar sus ataques mutuos bajo la mediación del que fuera presidente estadounidense Jimmy Carter. A partir de ese momento, Cisneros retiró la mayoría de sus inversiones de Venezuela y se alejó por completo de la política local, lo que le generó antipatía por parte de la oposición.
Con el paso del tiempo y las posteriores crisis del país, Venevisión moderó su tono crítico y la televisión venezolana perdió su anterior influencia y postura beligerante. En el año 2020, Cisneros dejó de figurar en la lista de los millonarios más ricos del mundo.
El ‘pelotazo’ de Galerías Preciados
A pesar de sus múltiples operaciones empresariales y la proliferación de su imperio de la comunicación, Gustavo Cisneros será especialmente recordado en España por el ‘pelotazo’ que pegó con la compra de Galerías Preciados tras desintegrarse el imperio de la Rumasa de Ruiz Mateos en 1983. Tal y como recuerda el director de elcierredigital.com, Juan Luis Galiacho, en su libro, Isabel y Miguel: 50 años de historia de España, este gigante de la distribución era por entonces la segunda cadena en importancia de grandes almacenes de España, por detrás de El Corte Inglés, con cerca de un millón de metros cuadrados construidos en edificios, con una plantilla cercana a las doce mil personas, treinta almacenes de venta al detalle repartidos por veintiuna ciudades españolas y diecisiete tiendas de pequeñas dimensiones, además de la firma Mantequerías Leonesas integrada por Ruiz Mateos en la cadena de Galerías Preciados.
La empresa se vendió en diciembre de 1984, siendo Miguel Boyer ministro de Economía y Hacienda, al magnate venezolano Gustavo Cisneros, amigo personal del entonces presidente socialista de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, y del también expresidente Rómulo Betancourt, ambos grandes compañeros de Felipe González en la Internacional Socialista. Dicen que, sin embargo, Boyer no conocía apenas a Cisneros, quien compró Galerías Preciados por 750 millones de pesetas.
La adquisición se realizó a través de una empresa de la organización llamada Elingra Beeleingge Nematschaping B.V., que contaba con un capital minúsculo y estaba registrada en la ciudad holandesa de La Haya, entonces bajo régimen fiscal opaco.
Cisneros supo aprovechar perfectamente la compra de Galerías Preciados ya que, tres años después, en 1987, la vendió al consorcio inmobiliario inglés Mountleigh Group PLC, presidido por Ronald Anthony Clegg, por 30.000 millones de pesetas. Además, se daba la circunstancia de que Cisneros recibió Galerías libre de cargas, totalmente saneada por el Estado, transfiriéndola a los compradores ingleses con unas abultadas cargas, cercanas a los 35.000 millones de pesetas.
La opinión pública española reaccionó críticamente al conocerse los detalles de la operación. Los Cisneros, amigos de Felipe González, habían hecho en España un rápido y próspero negocio con la reprivatización de Rumasa, ganando muchos millones con las plusvalías de la venta de Galerías.
Pero lo que desbordó todas las críticas fue que el mismo año de la fructífera venta a los ingleses, Miguel Boyer y su entonces compañera, Isabel Preysler, aceptaron una invitación para pasar unos días del mes de agosto a bordo del yate de la familia Cisneros para navegar por las aguas mediterráneas de las Islas Baleares. Las fotos se distribuyeron por todas las revistas y en ellas se veía a los Boyer en gran armonía con el matrimonio Cisneros. Días después, los rumores sobre la presunta actuación de Isabel Preysler como intermediaria en la privatización de Galerías Preciados, gracias a su amistad con el empresario venezolano Gustavo Cisneros, eran vox populi en todos los cenáculos madrileños. Este extremo ha sido negado siempre por Isabel Preysler.
Precisamente, el Juzgado de Instrucción nº 32 de Madrid archivó otra querella interpuesta por el empresario Ruiz Mateos ante las supuestas comisiones percibidas por Isabel Preysler en la reprivatización de Galerías Preciados. Sin embargo, a pesar del archivo de todas las denuncias, la credibilidad e independencia de Miguel Boyer fue puesta en entredicho.
Desde entonces todo el proceso de reprivatización de Rumasa estuvo contaminado por serias dudas de imparcialidad y objetividad. La opinión pública no creyó nunca a Boyer. Y eso que el ministro y Felipe González intentaron desde el principio que no hubiera ningún tipo de sospechas ni favoritismos en la reprivatización de las empresas del holding de la abeja.
En esta carrera inusitada se llegó incluso a contratar a empresas intermediarias, como el First Boston Corporation, que por su labor de bróker en la venta de empresas de la Rumasa estatal se ganó la nada desdeñable cifra de 1.416 millones de pesetas, el veinte por ciento de los 7.985 millones recibidos por el erario público hasta septiembre de 1986. Y aunque Boyer y González deseaban que las empresas del holding Rumasa fueran a parar en su mayoría a empresarios españoles, sin embargo muchas de ellas fueron adquiridas por grupos extranjeros.
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