29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

EN 2019 LA POLICÍA brasileña abatió UNA MEDIA DE CINCO PERSONAS AL DÍA, SOLO EN EL ESTADO DE RÍO DE JANEIRO

Racismo y brutalidad policial en Brasil: Así funcionan las Fuerzas de Seguridad con más víctimas a sus espaldas

La policía de Brasil es considerada como una de las más mortíferas del planeta. Más de seis mil personas fueron asesinadas a manos de la policía brasileña durante los pasados años, la mayoría de ellas eran jóvenes varones y negros. La violencia desigual ha dado lugar al contagio, en la población brasileña, de los movimientos por la igualdad racial norteamericanos, que están teniendo resultados.

Amnistía Internacional define la brutalidad policial como “violaciones de derechos humanos cometidas por la policía”. Estas acciones pueden incluir “palizas, insultos racistas, tortura, homicidio legítimo o el uso indiscriminado de agente de represión de disturbios en manifestaciones”. La brutalidad policial en Estados Unidos generó la respuesta del movimiento Black Lives Matter, movimiento que está tomando cada vez más fuerza en Brasil.

La policía brasileña es considerada como una de las más violentas del mundo. De acuerdo con Amnistía Internacional, en el país latinoamericano “es habitual que los agentes maten a personas que no representan una amenaza —sobre todo hombres negros jóvenes— con la tranquilidad de saber que estos homicidios rara vez se investigan o procesan”. Estos asesinatos se excusan bajo el argumento de la propia defensa.

En 2018, el país lideró la lista de World Population Review que medía el número de muertes de la población a manos de la policía. En total, en ese año se registraron 6.160 homicidios de ciudadanos a causa de la brutalidad policial. En el año 2019, solamente en Río de Janeiro, la policía mató a 1.810 personas (una media de cinco personas al día). Y en 2020, la BBC informó de que durante los seis primeros meses, la policía mató a 3.148 personas.

Amnistía Internacional afirma que en el 70% de estos homicidios se usaron armas de fuego, pero el gobierno de Brasil todavía no ha creado ningún plan para “reducir o controlar la violencia armada en el país”. La organización también denuncia los casos de tortura que se producen a manos de la policía en las cárceles del país o durante los interrogatorios de los detenidos. “La superpoblación severa, las condiciones degradantes, la tortura y la violencia permanecen endémicas en las prisiones de Brasil”, afirma Amnistía Internacional. Esto también ocurre en los centros de menores.

Presos durante un motín en la cárcel de Altamira, Brasil, en 2019. 

Para justificar la violencia y la tortura, el exjefe de la policía del estado de Río de Janeiro, Robson Rodrigues da Siva afirmó para la BBC que “la presión sobre los agentes de policía en Brasil no puede subestimarse” y que “la suposición general de cualquier policía es que es muy probable que alguien esté armado”. Las fuerzas de seguridad argumentan que es el alto nivel de delincuencia y pobreza lo que hace más probable que “se reaccione mal ante una situación”.

La relación entre las víctimas y el racismo

El perfil de las víctimas policiales brasileñas es el de un chico joven y negro —normalmente entre 15 y 29 años—. Una investigación de la BBC con el Foro Brasileño de Seguridad Pública afirma que en Sao Paulo —el estado más rico del país y donde la mayoría de la población es blanca—casi el 60% de los fallecidos eran hombres negros. En Río de Janeiro, el “estado más mortífero de Brasil en términos de brutalidad policial” según la BBC, el 75% de todos los fallecidos a manos de la policía son negros.

En Brasil, la población negra es la que presenta mayores dificultades económicas y sociales. Esta desigualdad se intenta combatir en las aulas con el estudio de la cultura afrobrasileña, pero de momento no parece haber dado resultado.

En mayo de 2020, Rio de Janeiro se estremeció con la muerte del joven Joao Pedro Matos Pinto. Con tan solo catorce años el menor fue asesinado por la policía cuando esta irrumpió a balazos en su casa. Para la familia, la policía irrumpió en la vivienda de manera cruel y sin conocimiento de los que allí habitaban. “La Policía llegó allí de manera cruel, disparando, arrojando granadas, sin preguntar quién era. Si supieran la naturaleza de mi hijo, quién es mi hijo, no harían eso. Mi hijo es un estudiante, un servidor de Dios. Su vida fue el hogar, la iglesia, la escuela y el juego móvil”, afirmó el padre de Joao, Neilton Pinto. Para la policía, el joven murió tras un enfrentamiento con la policía y se justifican afirmando que los que lanzaron granadas a la vivienda fueron narcotraficantes.

Joao Pedro Matos Pinto.

 El caso de Joao no es un caso aislado. La misma “suerte” la tuvieron Guilherme Guedes, que con quince años desapareció de la casa de su abuela antes de recibir un disparo en la boca, e Igor Rocha Ramos, que con dieciséis años lo asesinaron cuando fue a comprar el pan, según informa un reportaje de la BBC.

Pedro Borges, un periodista que dedica su trabajo a la lucha racial, afirmó para France 24, que existe represión sobre los jóvenes por parte de la policía. “Cada veintitrés minutos muere un George Floyd aquí en Brasil. Pero si los brasileños reaccionaran con la misma fuerza que los movimientos negros en Estados Unidos, seríamos ejecutados, encarcelados. La represión del estado aquí es tan fuerte que dificulta la movilización”.

La lucha racial toma cada vez más fuerza en Brasil

Aunque las dificultades para luchar contra la brutalidad policial de los brasileños sean reales y pongan en peligro su vida, la población está luchando cada vez más contra esta violencia. El resurgimiento del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos por la muerte de George Floyd, ha alentado el espíritu combativo de los jóvenes brasileños.

Contraste entre un barrio de favelas y un barrio rico, separados por un muro, en Brasil.

En noviembre de 2020, en las elecciones municipales del país, por primera vez la participación política de los ciudadanos negros superó a la de los blancos. Esto es primordial para luchar contra la campaña racista del actual presidente del estado, Jair Bolsonaro, el cual durante su campaña política declaró que los descendientes de esclavos eran “inútiles, ni siquiera para procrear” y estableció como lema “mi color es Brasil”.

La lucha contra el racismo es esencial en un país en el que gran parte de la población desciende de los millones de africanos que llegaron como esclavos al continente americano. Solo con la superación de la discriminación racial se podrá combatir la brutalidad policial. Para hacerlo, Amnistía Internacional recomienda el establecimiento de leyes que prohíban el uso de la fuerza y las armas de fuego, el principio de “protección de la vida” y la igualdad de derechos de las personas detenidas.

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