26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El periodista publica 'La larga marcha ultra' (Roca Editorial) donde repasa la historia de la extrema derecha desde la muerte de Franco hasta VOX

Mariano Sánchez Soler, autor: "La ultraderecha ha llegado para quedarse, ya está en las instituciones"

El Cierre Digital en Manifestación de la extrema derecha en Madrid.
Manifestación de la extrema derecha en Madrid.
Mariano Sánchez Soler repasa en su nuevo libro 'La larga marcha ultra' (Roca Editorial) la historia de la extrema derecha española desde la muerte de Franco en 1975 hasta el gran éxito de VOX en las elecciones andaluzas de 2018. El libro es un repaso de siglas y nombres propios que han marcado la evolución de los grupos fascistas paralela a la de la democracia española. Desde la Fuerza Nueva de Blas Piñar al éxito del partido de Santiago Abascal.

Durante años España fue un oasis en la política europea. El único país del continente que no tenía un grupo de extrema derecha fuerte en su parlamento. En 2018 VOX rompió esa dinámica tras su éxito en las elecciones andaluzas. Se rompía así una tendencia desde 1975 cuando, a raíz de la muerte de Franco, la ultraderecha inició una travesía por el desierto con algún protagonismo en la Transición. Mariano Sánchez Soler, en La larga marcha ultra (Roca Editorial), repasa la historia de la extrema derecha española desde el franquismo a la época actual, de Blas Piñar a Santiago Abascal. 

- ¿Por qué hasta la llegada de VOX la ultraderecha era algo casi marginal en la vida polítca española? ¿Qué ha cambiado?

- La ultraderecha española tradicionalmente venía de la nostalgia por el franquismo. Eran personas que añoraban el régimen. El propio Blas Piñar [fundador de Fuerza Nueva] había sido procurador en las Cortes de la dictadura. Ese origen era lo que le impedía crecer. En su cotas más altas consiguieron un diputado en el Congreso pero a partir del 82, con el triunfo arrasador del PSOE caen en desgracia. En Europa siempre se decía que España era un oasis y era cierto. A partir de los años 80 en Francia, Italia o Austria empezaban a crecer con fuerza partidos de ultraderecha, sin embargo, en España estaba demasiado cercana la dictadura de Franco. Hoy el cincuenta por ciento del electorado no ha conocido la dictadura. El éxito de VOX no es algo que surja por sorpresa. La ultraderecha lleva años trabajando en ello. Eso es lo que cuenta el libro. Por otra parte, el voto de ultraderecha estaba cautivo por parte del PP y eso evitaba que fructificase ningún partido de ultraderecha. 

- Sin embargo, cuenta en su libro que la ultraderecha nace todavía en la dictadura. 

- Sí. Fuerza Nueva nace en los años de decadencia del régimen. Hay que ponerse en el contexto del final de la dictadura. Las familias del régimen toman posición para el futuro inmediato y surge lo que se llamó el ´'búnker', que eran los más reacios a que el régimen cambiara y eso llegó a ser molesto para otros. De hecho la revista Fuerza Nueva llegó a ser secuestrada en varias ocasiones en la primera mitad de los setenta. 

- Señala también como problema para que fructificase la ultraderecha la falta de líderes. 

- Sí. Blas Piñar aglutinaba a nostálgicos del régimen y jóvenes enfervorecidos por la dialéctica de las pistolas, de la violencia. Hasta la llegada de Santiago Abascal y compañía no había un fenómeno similar. Sáenz de Ynestrillas tuvo un momento en el que pudo haber aglutinado ese voto pero no fraguó. Los ochenta y los noventa fueron una época de transformación y de separación en la ultraderecha. 

Mariano Sánchez Soler con 'La larga marcha ultra'. 

- ¿Qué papel juegan los movimientos neonazis que entran en los años 90? 

- Hay una transformación. No hay ese vínculo directo con el franquismo y lo que les mueve es la xenofobia. Aquí ha tardado en calar el discurso xenófobo porque la ultraderecha española siempre ha apelado a Hispanoamérica, al Imperio y todo ese pasado y, claro, la mayoría de la inmigración en España es de origen latinoamericano, al contrario de lo que pasa en Francia o Italia. Hasta hace pocos años no calaba el discurso islamófobo como ahora. Empezó en Cataluña realmente con Anglada.  

- ¿Por qué incluye a Jesús Gil y a José María Ruiz Mateos en la lista de partidos de ultraderecha? 

- Porque captaron voto de la ultraderecha. No es que ellos fueron líderes ultraderechistas. Eran populistas, que buscaban en la política una salida para sus intereses, pero captaban ese voto ultraderechista. Sobre todo el voto del cabreo. Del ciudadano que piensa que todos los políticos son iguales, que la situación está fatal... Se beneficiaron mucho de eso. Ruiz Mateos, además, se benefició de que se presentó por primera vez a unas elecciones europeas en las que España es una única circunscripción electoral y, claro, eso le permitió obtener dos eurodiputados. En el caso de Gil decidieron ponerle freno cuando vieron que se expandía a Ceuta y Melilla. Ya para entonces sus casos de corrupción eran demasiado. Gil pudo haber sido un éxito peligroso. Su populismo encajaba con ese votante cabreado que cree en la antipolítica, es gran parte del electorado de VOX. 

- En el libro cuenta la evolución que ha tenido la ultraderecha en los distintos comicios desde el inicio de la democracia. ¿VOX ha sabido captar en caladeros distintos?

- La situación les es propicia. Captan el voto del cabreado, de los jóvenes que no tienen noción de lo que es la ultraderecha ni el fascismo porque no se les ha explicado, de los que están en contra del movimiento feminista, de los críticos con las políticas LGTBI... Son muchas personas y muchos factores. 

- Sin embargo, se habla de cierta crisis en VOX. 

- Me hace gracia cuando se dice eso. Se hace para quitarles importancia. La ultraderecha ha llegado para quedarse, tenemos que asumirlo. La hemos normalizado y blanqueado. Está ya en las instituciones y el discurso de la izquierda de hablar de un fracaso no sirve. Dicen que los resultados en Andalucía han sido un fracaso, pero no es verdad. Han sacado 900.000 votos más que en los anteriores comicios europeos. Eso no es una crisis y en el Parlamento tienen 52 diputados. Algunos de ellos son falangistas o nazis que tienen un pasado de violencia y eso se ha blanqueado y naturalizado. 

- Habla de un internacional fascista. 

- Claro. Pero no una internacional en el sentido del comunismo con un politburó que ordena unas directrices. No, para nada. Les une otra serie de cosas. De intereses. El discurso antisistema y xenófobo les une. Y también antieuropeo. Antes la ultraderecha europea no tenía conexiones con la española aunque Le Pen se llegó a reunir con Blas Piñar para tener una especie de delegación en España. Ahora es distinto. Santiago Abascal se habla de tú a tú con Orban o Meloni. Tienen varias citas internacionales donde se ponen de acuerdo en varias cosas. 

- ¿Tendremos un vicepresidente de VOX?

- No soy ni adivino ni politólogo pero los hechos son claros en una cosa. En Castilla y León el PP ha probado un gobierno de coalición con ellos. Les han otorgado una vicepresidencia sin funciones pero con la visibilidad que da el cargo. Eso ha sido un escenario de pruebas en un territorio muy conservador que hará que no chirríe tanto cuando se produzca en el gobierno nacional. 

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