29 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Solo devoraba a hombres fornidos de entre 30 y 40 años, especialmente las zonas del cuerpo más musculosas

Dorancel Vargas, alias "El Comegente": La vida del asesino en serie y caníbal venezolano

Afirmó haber comido a diez hombres
Afirmó haber comido a diez hombres "por necesidad"
José Dorancel Vargas Petro, "El Comegente", pasó a las historia como el primer asesino serial de Venezuela. Fue encerrado por diez crímenes confirmados de canibalismo mientras vagaba por las calles del estado Táchira en el país costero. A pesar de la naturaleza cruenta de sus crímenes se trataba de una persona extremadamente tímida y afable, pero también errática y distraída. No era capaz de ver la maldad entre sus actos, ya que su esquizofrenia y situación de extrema siempre se lo impidieron.

José Dorancel Vargas Petro, referido en muchos medios de manera errónea como “Dorángel”, nació el 14 de mayo en 1957 en la localidad venezolana de El Vigía, en el estado venezolano de Mérida. Hijo de una familia de agricultores de bajos recursos, su vida siempre estuvo marcada por la pobreza y la necesidad, situación que en un futuro junto a una esquizofrenia paranoide lo llevarían a ser conocido mundialmente como "El Comegente".

Como muchos otros jóvenes de bajos recursos en el país suramericano Vargas desarrolló una personalidad delictiva. Desde muy temprana edad era frecuente que las autoridades le detuviesen por crímenes menores como el robo de ganado. Muchos de los animales que robaba estaban destinados a alimentarse a sí mismo y a sus diez hermanos que vivían en situación de extrema pobreza.

Sin embargo, su historia como el primer asesino serial de Venezuela comenzaría en 1995. A sus 38 años y tras una larga vida como un “sin techo” fue internado en el centro psiquiátrico de Peribeca, un pueblo perteneciente al estado Táchira, por devorar a otro sin techo con el que compartía sus días debajo de un puente, Cruz Baltasar Moreno. La captura fue posible gracias a la denuncia de un amigo de Moreno, Antonio López Guerrero, también mendigo. Vargas solo había dejado los pies y las manos del cuerpo.

Tras dos años de estar internado por esquizofrenia paranoide, Dorancel fue liberado del centro psiquiátrico a pesar de no estar curado de sus desórdenes mentales. Por muy inverosímil que parezca, ninguno de los médicos decidió hacerle un seguimiento. Creyeron que, dado su aspecto de bonachón y su comportamiento pasivo durante su estadía en el centro, viviría el resto de sus días como otro mendigo más. Estaban muy equivocados.

Hallazgos de restos y carnicería humana

Tan solo tres años después, en 1999, una serie de desapariciones en la ciudad de San Cristóbal en el mismo estado Táchira puso sobre alerta a la población y a las autoridades. Los desaparecidos eran todos obreros de la construcción u hombres con afición al “footing” cuyos familiares no dudaron en denunciar las desapariciones. Nadie sabía que había un caníbal en la localidad.

El 12 de febrero de ese mismo año el cuerpo de seguridad venezolano conocido como “Defensa Civil” encontró restos humanos pertenecientes a dos hombres en una operación de búsqueda. Estos hallazgos propiciaron que las fuerzas de búsqueda intensificaran las operaciones en esa zona. El resultado fue la recuperación de restos pertenecientes a otros seis cuerpos, todos hombres.

Debido a la costumbre entre las bandas de narcotraficantes en Venezuela de descuartizar a sus rivales y esparcir los restos para que fuesen encontrados por la población civil, las autoridades inmediatamente pensaron que se trataba de un ajuste de cuentas entre bandas rivales. No obstante, uno de los oficiales recordó el caso de un mendigo que había sido internado unos años antes por canibalismo y que había dejado solo los pies y manos de su víctima, mismas partes que habían estado encontrando de forma reiterada. Fue entonces cuando empezó la búsqueda de Dorancel Vargas.

El Puente Libertador en San Cristóbal fue durante dos años el coto de caza de Vargas

Comenzaron rastreando las zonas próximas al lugar donde se encontraron los restos y una unidad de la policía decidió allanar una chabola improvisada de manera muy rústica en una granja abandonada. A pesar del largo historial de crímenes en el país, ninguno de los oficiales estaba preparado para lo que verían dentro.

La improvisada vivienda albergaba en su interior varios recipientes de cocina con partes humanas listas para ser utilizadas en diversas recetas y, a un lado, todo lo que sería desechado: manos, pies y tres cabezas. Una carnicería humana perfectamente organizada.

El caníbal fue arrestado ese mismo día y todos los medios de comunicación venezolanos se hicieron eco de la noticia. El sensacionalismo se apoderó del caso y empezaron a circular las primeras informaciones y rumores sobre “El Comegente”.

"Yo sólo como partes con músculos, especialmente muslos y batatas (gemelos), que es mi parte favorita... con la lengua hago un guisado muy rico y los ojos los utilizo para hacer sopa, lo cual es muy nutritivo y sano", aseguró Vargas en una entrevista al momento de su arresto ante los medios venezolanos.

Confesiones y preferencias

Durante la investigación el entonces apodado “Comegente” confesó que había matado alrededor de diez personas con una tubería metálica convertida en una especie de lanza. Sus víctimas predilectas eran los hombres fornidos entre 30 y 40 años, negaba haber comido alguna vez mujeres o niños. De manera pausa y tranquila aclaró que su parte favorita era el estómago “por el sabor”.

Las autoridades tampoco perdieron la oportunidad de preguntarle por el crimen cometido en 1995. Vargas se mostró deseoso de hablar. No tenía un comportamiento narcisista como otros psicópatas de manual, a pesar de ser un asesino, era cierto que tenía un carácter bonachón y humilde. Explicó de manera muy natural que había devorado el corazón de Cruz Baltasar Moreno “aún caliente” y que gustaba de usar los ojos para hacer sopa. Dejaba siempre los pies y las manos porque “le causaban indigestión”.

Quedó al cargo de la Dirección de Seguridad y Orden Público del estado de Táchira y enviado al cuartel de prisiones de la policía del estado, donde se encuentra retenido hasta el día de hoy.

Desde su captura en 1999 Vargas lleva una vida pacífica en prisión como creyente cristiano

En 2016 la web de noticias venezolana “Analitica.com” lo entrevistó debido a un motín realizado ese mismo año en el cuartel de prisiones donde se encuentra encerrado. Los rumores decían que muchos de los presos que habían sido devorados y descuartizados por Vargas, sin embargo, resultó no ser más que un rumor.

En la entrevista Vargas describió la prisión como su hogar y que tiene muy buena relación con otros reclusos, los considera sus amigos y bromean con él constantemente. Durante un tiempo estuvo internado en otro centro psiquiátrico en la ciudad venezolana de Maracay en el estado de Aragua, pero debido a sus constantes peticiones de ser devuelto a la prisión de Táchira fue nuevamente trasladado.

A veces su familia lo visita y le llevan “hallacas” un plato típico en las navidades de Venezuela. Las visitas son posibles gracias a que durante los años que ha permanecido en confinamiento nunca ha dado problemas a los guardias u otros prisioneros. El director de la policía de Táchira, Amador Torres, lo describe como un sujeto tranquilo al que incluso ha hecho regalos por su buen comportamiento, entre ellos unas botas de goma que lucía orgulloso durante la entrevista, con la mirada fija en el suelo. Rara vez sostiene la mirada a alguien, es un recluso completamente pasivo.

Venezuela aún lo recuerda como “El Comegente”, sin embargo, Dorancel confesó a su entrevistadora que detesta el apodo y lo único que desea es salir del recinto carcelario para trabajar y comer fideos con carne (animal). No sabe cuanto tiempo permanecerá en cautiverio, pero ha dejado claro que su único propósito es permanecer tranquilo y en paz, sin molestar a nadie.

 

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