26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Cultura deberá pronunciarse a petición del Museo del Prado sobre la sentencia de la Audiencia Nacional que indica que no son de titularidad pública

La Abogacía del Estado investiga qué ha ocurrido con la cesión de los cuadros de los Marqueses de Linares

La pelota del conflicto sobre los cuadros de los Marqueses de Linares está ahora en el tejado de la Abogacía del Estado del Ministerio de Cultura, después de que el Museo del Prado pidiera un informe a este organismo para ver si procede a la devolución de las obras a José Luis Fortes, su propietario según sentencia firme de la Audiencia Nacional.

El Museo del Prado ha puesto en manos de la Abogacía del Estado el conflicto sobre la propiedad de los cuadros de los Marqueses de Linares del pintor Francisco Pradilla sobre la que litiga desde hace años su propietario, el empresario José Luis Fortes. Está a la espera de un informe de este organismo para proceder a la devolución de los cuadros a su propietario.

Los retratos de los Marqueses de Linares se encuentran actualmente exhibidos en la Casa de América, tras la cesión que hizo el Museo del Prado de los mismos en 2017, a pesar de que ya existía una sentencia de la Audiencia Nacional que obligaba a devolver los mismos a su propietario.

El contrato de cesión de los cuadros de Pradilla y Ortiz fue firmado por Miguel Zugaza Miranda, como director del Museo del Prado y Santiago Miralles por parte de la dirección de la Casa de América. Las condiciones de cesión se hicieron por cinco años y el contrato recogía entre sus condiciones que se establecía "el depósito temporal para las siguientes obras de Arte" y recoge los datos de los cuadros de los marqueses de Linares.

La cuestión es que ese contrato se firmó el 3 de marzo de 2017, cuando ya se conocía la sentencia de la Audiencia Nacional, de 19 de enero de 2015, que reconocía como legítimo propietario de los mismos al empresario José Luis Fortes. El Estado arrebató esas obras a Fortes en 2004 tras desmantelarse el area franca del aeropuerto madrileño de Barajas donde estaban depositados y guardados. Los dos concocidos retratos están valorados en torno a siete millones de euros, según una tasación del año 2018.

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Miguel Zugaza, exdirector del Museo del Prado que cedió los cuadros a la Casa de América.

El Prado declaraba "que el depósito se solicita con la finalidad de exponer las obras en sus salas de exhibición", además el depositario garantizaba "la accesibilidad en todo momento a la obra". La Casa de América se comprometía además a que las "obras depositadas no podrán ser cedidas ni utilizadas por el depositario para exposiciones u otros fines diferentes de los indicados en la solicitud de depósito y expresados en este contrato".

De hecho, el contrato incluso prohíbe el cambio de ubicación de los cuadros "aunque sea dentro del mismo edificio" que "requerirá contar con la autorización previa del Museo Nacional del Prado, siendo necesario para ello facilitar un nuevo informe de instalaciones detallando las condiciones de la nueva ubicación, forma de traslado, personal especializado, etc...".

La cláusula cuarta del contrato, relativa a la duración del depósito temporal, recoge que "el período de duración del presente Contrato de Depósito Temporal es de cinco años, a contar desde el día siguiente a la fecha de la firma de la correspondiente acta de depósito temporal". Es decir, que la Casa América podrá exhibirlos hasta el 4 de marzo de 2022, siempre y cuando no se firme un nuevo contrato, posibilidad ya contemplada en este mismo acuerdo: "El contrato de renovación deberá tramitarse a petición del depositario mediante solicitud razonada presentada con tres meses de antelación a la finalización del contrato".

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Palacio de Linares

El Museo del Prado, conocedor de la importancia de las obras impuso algunas condiciones importantes respecto a la seguridad de los retratos. Así el acuerdo recoge que "las obras deberán exponerse preferentemente protegidas por una barrera o vitrina y se garantizará la vigilancia 24 horas, siendo indispensable la vigilancia personal física cuando se trate de espacios abiertos al público. Una preocupación que hace extensible a las condiciones ambientales, al exigir que "las obras nunca podrán exhibirse con incidencia de la luz solar directa o con alto contenido de radiación ultravioleta".

El espacio donde se encuentran actualmente exhibidas cuenta con una humedad relativa del 50 por ciento "+/- 5% sin oscilaciones". La temperatura debe de ser de 20 grados con una variable de dos grados. La intensidad de la luz menor a 150 luxes y sobre el papel a menos de 50 luxes y la radiación ultravioleta inferior a 70 mw/lumen.

Para la cesión de las obras El Prado previamente las restauró parcialmente y elaboró un presupuesto "que asciende a 1.700 euros + 21% IVA". El Museo exigió también a la Casa de América la contratación de una póliza de seguro a todo riesgo. El contrato se firmó el 3 de marzo de 2017.

Ignoraron a la Audiencia Nacional

Ambas instituciones ignoraron la sentencia de la Audiencia, donde se recoge que un funcionario falsificó la firma de Fortes para forzar un expediente de abandono en esa zona de Barajas y que el Estado, a consecuencia, se quedara con los cuadros. Además, un dictamen del Consejo de Estado aconsejaba devolver las obras a su propietario, al igual que una orden del Ministerio de Hacienda, firmada por quien era entonces su titular, el ministro del PP Cristobal Montoro.

Sede central del ministerio de Cultura.

A pesar de todo ello, los cuadros cuelgan todavía en la Casa de América y Fortes no logra que se los devuelvan. Lleva intentándolo desde 1997 cuando los depositó en una zona franca del aeropuerto de Barajas al expirar el permiso de tránsito, ya que el empresario Fortes los trajo en 1992 para una exposición y fue en 1997 cuando los dejó depositados en los almacenes de Aldeasa, en la zona franca del aeropuerto de Barajas,  que posteriormente fueron desmantelados.

Durante la instrucción judicial iniciada por la Audiencia Nacional nunca no se logró saber quién firmó el expediente de abandono que derivó en que los retratos sigan en poder del Museo del Prado.

El fallo de la Audiencia Nacional, por sentencia firme de 19 de enero de 2015, ratifica otra sentencia de un Tribunal Contencioso Administrativo. En ella anula todas las actuaciones del Estado para quedarse los cuadros, porque nadie le notificó al propietario ese expediente de abandono. Pero desde esa sentencia el Museo del Prado no ha ejecutado ni una sola actuación para devolver los cuadros a la Aduana de Barajas, donde deberían seguir, y allí que su propietario Jose Luis Fortes pudiera hacer con ellos lo que quisiese de acuerdo a Ley vigente de Patrimonio del Estado.

El Museo del Prado, en su información oficial dice que los cuadros llegaron a Venezuela en 1958 y volvieron a España en 1992 para una exposición en el Museo Romántico. Hasta ahí, correcto, pero luego dice que pasaron a manos de Patrimonio Nacional por un expediente de abandono en 2004; es decir, que dice desconocer la autoría de su vedadero propietario, el emperario José Luis Fortes, como así decidió por sentencia firme la Audiencia Nacional. "Yo sólo quiero que el director del Prado, Miguel Falomir, los devuelva a Aduanas, que es donde estaban y allí ya decidiré qué hacer con ellos", explica Fortes a elcierredigital.com.

Una historia ligada a los marqueses

La historia de los cuadros está ligada a la de los Marqueses de Linares, José María de Murga y Reolid y su esposa Raimunda Ossorio y Ortega, que encargaron un retrato a Francisco Pradilla en 1888. El pintor zaragozano había ganado una Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1878 y comenzaba a ser conocido.  Curiosamente Pradilla se convertiría después en director del Museo del Prado.

Los lienzos miden casi tres metros de alto por dos de ancho y estaban destinados a decorar uno de los salones del palacio marquesal, en la madrileña plaza de Cibeles. Tras la muerte de los marqueses, fue su heredera, Raimunda Avecilla, quien se hizo cargo de ellos.

No se sabe si Raimunda era hija del abogado de la familia o hija bastarda del propio marqués. En cualquier caso, Raimunda, ahijada de los marqueses, se casó con Felipe Padierna, Conde de Villapadierna, a cuyo palacio se mudó la pareja tras el matrimonio, dejando cerrado el de los Marqueses de Linares.

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El cuadro del marqués de Linares durante su restauración.

Fue entonces cuando el paradero de los cuadros se perdió, ya que no aparecen en el inventario del Palacio ni en el testamento del marqués, según refleja un estudio del profesor doctor en Historia del Arte e investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas, Wilfredo Rincón. "Es posible -apunta este experto- que los cuadros fuesen considerados parte del mobiliario del salón y, por tanto, pasasen desapercibidos".

En 1952 Mariano Rodríguez Rivas, director entonces del Museo Romántico de Madrid, los encontró expuestos en el Rastro madrileño, donde los ofrecían por 100.000 pesetas y así lo anotó en un libro, aunque no pudo comprarlos. En 1992 el marchante José Luis Fortes los encontró en Venezuela y los compró por 180.000 dólares en la galería Carmelo Rodríguez de Caracas.  Luego los trajo a España en mayo de 1992 para confirmar su autenticidad y, posteriormente, exponer las obras.

Ahora la Abogacía del Estado deberá dar su permiso al Prado para que devuelva los cuadros, a pesar de que hay una sentencia firme que así lo decide.

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