04 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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José Francisco Roldán

Timos en la pandemia

Cuidado con los timos on line.
Cuidado con los timos on line.

El lado oscuro de la fuerza siempre trata de imponerse a la honradez por todos los medios. Esa influencia perversa que vigila desde cualquier punto de nuestra existencia, suele mutar sistemáticamente para obtener rendimiento en un cuerpo social debilitado por infinidad de circunstancias. Los estafadores adaptan su estrategia al entorno más propicio y se mimetizan en el hábitat más ventajoso.

Esa infección ilícita sobrevive y mejora porque la medicación pertinente es muy débil, de modo que todos los tratamientos fracasan por su inoperancia. Muchos se han dedicado a solapar negligencias clamorosas desde que se tuvo constancia de un nuevo virus avanzando entre nosotros. Hay quien advirtió en tiempo y formar para tratar de reducir los evidentes peligros que se cernían, pero los poderosos taparon sus iniciativas apartándolos de la toma de decisiones dejando expeditas las puertas para que entrara libremente la tragedia. No tardaron en buscar explicaciones para justificar negligencias que están pendientes de valorar. Y en ese torbellino de prisas y muertes aparecieron los timos de la pandemia.

Hay mucho que explicar y detallar sobre la adquisición de material de protección para quienes debieron enfermar y morir antes tratando de impedir la desgracia ajena. Gran cantidad de sanitarios debieron esconderse en casa para superar la enfermedad; otros ingresaban en sus propios servicios para evitar la muerte, y algunos no lo consiguieron. El timo de la sorpresa propició la muerte de profesionales de la sanidad desguarnecidos por la falta de protección. Cuando comenzó la terrible vorágine de las compras compulsivas aparecieron otros timadores, adecuadamente alimentados por quienes contrataban, firmaban documentos y pagaban dineros exagerados. En hemerotecas y diligencias judiciales están especificados quiénes y cómo lograron contratos millonarios para entrar en un negocio que no tenía nada que ver con su actividad.

  Los timos en pandemia son muy comunes.

Cuando hay prisa en comprar, y se arriesga, facilitamos o propiciamos la ventaja de los defraudadores, por eso nos sorprendieron con lo que pareció el timo de los respiradores. Otro enorme engaño, sostenido con la inestimable ayuda de muchos voceros públicos, se completó cuando eran cuantificados los muertos, especialmente en residencias de mayores, donde la pandemia se cebó al encontrar las defensas desguarnecidas. Las maniobras clandestinas para alargar el entuerto no permitían aclarar ninguna duda, sobre todo cuando algunos preguntaban por datos importantes, una opacidad timando a la transparencia, reglada y obligatoria para quienes no tienen demasiado poder.

Los diferentes movimientos oficiales para controlar a la población no ha sido más que el timo de la representación política, mermada y descabezada cuando más se precisaba, porque se ha legislado con urgencia asuntos que no lo eran, escondido la verdad mediante el timo del acomodo de terroristas o esa enorme falacia camuflada con el timo de la inmigración ilegal, acogedor procedimiento para que lleguen muchos más con el desprecio añadido a tantos afectados inocentes que, mientras tanto, van cogiendo turno en largas y variadas colas del hambre, organizadas por la solidaria iniciativa de mucha gente que no tiene responsabilidad oficial en la atención y protección de los ciudadanos.

Parece muy complicado explicar la ausencia de las administraciones, como colectivos amamantados por el poder, en esa benévola labor. La ayuda sin control permite que se reproduzcan los timos de la falsa necesidad, donde la comida termina en contenedores de basura y los estafadores exigen a quienes les acogen como pueden, dinero, vivienda y trabajo, al tiempo que disfrazan de racismo cualquier negativa a sus egoístas pretensiones. Timadores de toda condición priman al ajeno por encima del propio no adepto, porque buscan apoyos futuros en consultas electorales alargando limosnas y permitiendo conductas ilícitas. Cuando parece que llegamos al intermedio de este partido macabro, asoman los timadores de la vacuna.

Las víctimas son veteranas de la vida con independencia, y no los ha reclamado la parca. En estas fechas, según dicen las noticias, les están llamando para ofrecer vacunarse en casa, de ese modo lograrán que se abran puertas cerradas a cal y canto. Y los que se sienten timados, también, son esos pequeños hosteleros, víctimas de una inconsistencia argumental, pero sencilla estratagema para arruinar a familias modestas. Podría ser otro, como tantos más, timos en la pandemia.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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