26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

También fue ministro de Justicia y tras dejar UCD fue miembro permanente del consejo de Estado hasta su fallecimiento

Muere Landelino Lavilla, presidente del Congreso de los Diputados durante el golpe del 23 F: Un hombre de Estado

Landelino Lavilla.
Landelino Lavilla.
Javier López-Galiacho, profesor titular de Derecho Civil en la Universidad Rey Juan Carlos hace una semblanza del político fallecido Landelino Lavilla, al que conoció personalmente, como figura clave durante la Transición española, ministro de Justicia con Adolfo Suárez y presidente de Congreso de los Diputados durante el 23-F, que ha fallecido a los 85 años de edad, víctima de una larga enfermedad que padecía desde hace años.

El Director de elcierredigital.com me pide unas palabras para despedir a uno de los grandes hombres de Estado que ha tenido España en el siglo XX. Y lo hago con tristeza porque era mi amigo y lo traté. Antes ya lo había admirado cuando tras el golpe del lunes 23-F de 1981, convocó sesión del Congreso ese mismo jueves por la tarde, y la abrió con uno de los discursos más memorables que recuerda el moderno parlamentarismo español. Al terminar el brillantísimo discurso, que fue un canto a la democracia y a los logros de reconciliación entre españoles que suponía la Transición liderada por su gran amigo Adolfo Suárez, todos los diputados puestos en pie, sin discusión de ideología, le tributaron una interminable ovación.

Ese recuerdo pervivió en la memoria de La Transición. El modesto acto organizado por el Congreso en 2002, en conmemoración del 25 aniversario de las primeras elecciones democráticas, permitió la reaparición en la escena pública de aquel inolvidable presidente de la Cámara de Diputados, y buen ministro centrista, que fue Landelino Lavilla.

Todos los ex presidentes del Congreso tomaron ese día la palabra, pero ninguno como Lavilla supo emocionar con un discurso elaborado dentro de su mejor retórica, aquella que le dio justa fama en la época de la Transición. Fueron ocho intensos minutos, ajustados como excelente opositor al tiempo protocolario concedido, desde los que Landelino Lavilla reivindicó la palabra, la razón, y el diálogo como medios de entendimiento entre los españoles, ahora, precisamente, en que gracias a estos 25 años transcurridos hemos sabido superar el desencuentro entre los españoles.

Siendo un adolescente, Landelino Lavilla me puso en pie en aquel recordado y vibrante discurso en defensa de los valores democráticos con el que abrió -como presidente del Congreso- la Sesión siguiente al lamentable episodio del 23-F. De nuevo, 21 años después, la palabra y la figura de Landelino Lavilla, y el recuerdo a los protagonistas de la Transición, lograron volverme a emocionar.

Landelino Lavilla en el puesto de orador del Congreso de los Diputados.

Pero Landelino fue también amigo porque fue presidente de la Asociación de Antiguos Colegiales del Colegio Mayor de San Pablo, cuando fui director de ese centro educativo de referencia.

Con él organicé no solo el acto de los 25 años del concordato Iglesia-Estado firmado en 1977, pues él entonces era Ministro de Justicia de Suárez, sino que también me ayudó a organizar el acto de homenaje al Grupo Tácito desde el Colegio Mayor de San Pablo, lugar que acogió en el final del franquismo, un grupo de demócrata cristianos, muchos de ellos de la Asociación de Propagandistas Católicos, que publicaban en el Diario Ya una serie de artículos acerca de cómo tenía que diseñarse la Transición. Muchos de ellos serían luego ministros de la UCD (Terán, Cavero, Otero Novas, Cabanillas, Ortega Diaz Ambrona, Oreja, e incluso presidente como Calvo Sotelo).

Fueron muchas las veces que me acerqué a la sede del Consejo de Estado en la Calle Mayor, sede histórica del Consejo de Castilla, donde Landelino fue letrado y consejero de Estado para hablar con él. Su fiel secretaria Magdalena, que ahora estará destrozada al conocer la noticia de su muerte, como lo estará su fiel Juanita, su esposa, e hijos, me daba cita para que pudiera asistir en primera persona a sus consejos y lecciones políticas.

Landelino se mantuvo fiel a la ACdP y a sus obras educativas, a pesar de que no compartía ciertos giños a movimientos integristas dentro de la iglesia española. Así me lo confesó. Él admiró al Cardenal Herrera Oria y era un profundo conocedor de la doctrina social de la Iglesia, lo que siempre distinguió a esa Asociación a la que quería, pero principalmente a su obra más importante: el Colegio Mayor de San Pablo. Allí sacó su oposición a Letrado del Consejo de Estado.

Landelino no dejó tirado el barco de la UCD. Llevó su timón hasta que encalló en las rocas de las elecciones de 1982, en las que arrasó el PSOE.

De esas elecciones del hundimiento centrista, me quedo con el baile entrañable que protagonizó con Juanita, su esposa, en la campaña electoral previa. Una foto que marcó la anécdota de las elecciones y recalcó el valor de su fidelidad, que siempre mantuvo a su familia y a su ideario centrista.  El principio moral de la fidelidad que siempre fue bandera en su vida.

Lavilla fue un extraordinario jurista que sirvió a España, a la Justica, fue un conservador pero con un tinte social cristiano muy marcado. Excepcional político, gran centrista, un orador que conmovía, riguroso y pulcro en la forma y en el fondo.

Pio Cabanillas, ministro con Lavilla junto a Suárez, tuvo frases antológicas. Desde aquella “al suelo que vienen los nuestros”, cuando tomaban la palabra los sucesores de Suárez. Pero sobre la figura de Landelino, dada su excelencia en las formas y su catolicismo, Pio Cabanillas padre consagró aquella que perdura en el tiempo: “ya podemos entrar en el hemiciclo, está expuesto Landelino”. Genio y figura.

No hace mucho me lo encontré paseando por el parque de Santander, en Madrid, del brazo de su inseparable Juanita. “¿Qué tal Landelino?”, le dije. Y sentenció “Pues ya ves, Javier, poniéndome en forma en domingo y sirviendo al Estado hasta que Dios y España quiera”.

Y así ha ocurrido. Hasta que Dios quiso. Hombres así siempre necesitó España. Con ese recto sentido del deber, con esa preparación tan extraordinaria que tanta escasea hoy en puestos de responsabilidad del Estado. Descansa en paz, Landelino. Fue un honor conocerte y tratarte. Hombres así, tan completos, los da España muy de vez en cuando. 

Biografía política

Landelino Lavilla era un político de la UCD durante la Transición, fue ministro de Justicia con Adolfo Suárez y luego, entre 1979 y 1982, pasó a presidir el Congreso de los Diputados. Fue presidente de la Cámara Baja durante el golpe de Estado del 23-F.

Tras la disolución de UCD por los malos resultados electorales pasó a formar parte del Consejo de Estado, órgano que presidió de manera interina en 2018. Licenciado en Derecho y Diplomado del Instituto Social León XIII, participó en 1973 en la constitución del grupo "Tácito" y un año después fue nombrado subsecretario del ministerio de Industria. Tras dejar su puesto en el ministerio ministerial pasó a la empresa privada y en 1976 fue elegido presidente de la Editorial Católica (Edica), editora entre otras del diario Ya, donde el grupo Tácito publicaba sus artículos y análisis políticos.

Ese mismo año, 1976, fue designado ministro de Justicia y se convirtió en una de las personalidades que materializaron la Reforma Política Española, que desembocó en las primeras elecciones legislativas democráticas el 15 de junio de 1977. Al frente del Ministerio promovió una intensa labor de reforma legislativa, tanto en derecho público como privado. Lavilla, de formación jurídica, ingresó en el Cuerpo de Letrados del Tribunal de Cuentas y en el del Consejo de Estado, del que ahora era consejero permanente.

En 1979 ingresó en la Unión de Centro Democrático (UCD) y consiguió un escaño como diputado por la circunscripción de Jaén, aunque él nació en Lérida, en las legislativas celebradas el 1 de marzo de ese año. Unos días después fue elegido presidente del Congreso de los Diputados por unanimidad cargo en el que sustituyó a Fernando Álvarez de Miranda.

Landelino Lavilla.

En plena crisis interna de Unión de Centro Democrático fue elegido presidente de la coalición el 13 de julio de 1982 y fue su candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales celebradas el 28 de octubre de ese año. Tras el fracaso electoral del partido centrista Landelino Lavilla, dejó la presidencia del Congreso, siendo sustituido por el socialista Gregorio Peces Barba.

Su nombramiento como consejero permanente de Estado en 1983 le llevó a renunciar a su escaño de diputado en el que fue sustituido por el expresidente, Leopoldo Calvo Sotelo.

Hijo de funcionario, Landelino estudió el bachillerato en el colegio de los Hermanos Maristas de su ciudad natal y se licenció en Derecho en la Universidad Central de Madrid aunque esos estudios los comenzó en la Universidad de Zaragoza. Diplomado por el Instituto Social León XIII, fue letrado del Tribunal de Cuentas, por oposición ganada en 1958 y letrado del Consejo de Estado por oposición ganada en 1959, en ambos casos con el número uno. Estaba casado con Juana Rubira García Valdecasas y tenía cuatro hijos (Landelino, Juan José, Carlos y Esperanza).

Tras una etapa en el sector privado como director general adjunto del Banco Español de Crédito (Banesto) y consejero de varias empresas, Lavilla fue nombrado subsecretario del Ministerio de Industria en 1974.  Fue considerado como uno de los protagonistas en la adopción de medidas aperturistas y reformistas que culminarían con las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977.

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