Montserrat González y su hija Triana Martínez ya acumulan treinta y seis sanciones tras su paso por Mansilla de las Mulas, Villabona y Dueñas
Problemática vida en la cárcel de las asesinas de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León

Montserrat González asesinó con un disparo por la espalda a Isabel Carrasco, a plena luz del día, cuando la presidenta de la Diputación de León se encontraba cruzando el puente que atraviesa el rio Bernesga, camino de la sede del Partido Popular. Su hija Triana Martínez lo sabía y actuó como cómplive, por lo que madre e hija ingresaron en prisión a mediados de mayo de 2014 en Mansilla de Mulas (León).
La esposa de Pedro Martínez, inspector jefe al frente de la comisaría de Policía Nacional de Astorga, no se arrepintió del crimen y además definió el asesinato de Isabel como un “acto de justicia”. El informe psiquiátrico expuesto durante el juicio fue implacable, la describía como “dominante, dogmática, con tendencia a la manipulación y escasa capacidad para empatizar fuera de su círculo familiar más íntimo”.

Montserrat, asesina de Isabel Carrasco.
Su actitud no cambio ni durante el juicio, en el que fue condenada a 22 años de prisión, ni ha cambiado durante su estancia en prisión. Tras siete años encerrada, parece no querer salir antes de 2036 y, a pesar de que el trato con los funcionarios es correcto, el que tiene con el resto de presas no es así. Fuentes consultadas por el ABC explican que “Tiene un carácter difícil, a la mínima salta, se cree en posesión de la verdad y no duda en enfrentarse”.
A su hija Triana los forenses la describieron como una mujer “muy inteligente, con un elevado concepto de sí misma”. El psiquiatra que aportó su defensa añadió que sufría una “dependencia no normal de la madre" y un "trastorno de dependencia leve de la personalidad”. Ella tiene carácter y lo ha demostrado en los continuos problemas que tuvo con otras reclusas de la cárcel de Mansilla de las Mulas , incluso los funcionarios recibieron cartas de queja de sus compañeras, por lo que fue traslada a la prisión de Valladolid en junio de 2016.
Triana cumplirá en mayo de 2029 las tres cuartas partes de su condena, y ya ha solicitado varios permisos, que la Junta de Tratamiento ha denegado.

Triana Martínez.
Sus expedientes carcelarios no parecen corresponderse con los de la esposa de un inspector jefe de la Policía Nacional y el de una empleada de la Diputación de León, y muestran que de estas sanciones, 13 son de la madre, la mayoría acontecidas en la cárcel de León, donde pasaron dos años, y 23 de Triana, la hija. Según cuentan fuentes penitenciarias “Se han enfrentado con funcionarios y los han insultado, han tenido peleas con otras internas, han roto mobiliario y han acaparado material prohibido”.
La última sanción grave que se les impuso fue el año pasado cuando les encontraron un teléfono móvil escondido en su celda, en la cárcel de Villabona (Asturias), a la que fueron trasladadas en octubre de 2018. Poco antes las pillaron con una plancha para rizar el pelo, un objeto prohibido.
Estos acontecimientos las hizo retroceder en su proceso de adaptación. Según fuentes del ABC, cuando los funcionarios pensaban que por fin habían aceptado las normas, la inseparable pareja 'volvió a liarla'. Como consecuencia de este acto Montserrat y Triana perdieron sus destinos en el economato de Villabona, uno de los cometidos más preciados por los presos. Desde aquel momento la madre trabaja como auxiliar del invernadero y la hija, en la biblioteca del módulo de mujeres.
Historias de amor
En Valladolid, Triana conoció a Romeo, un preso rumano que cumplía condena allí y se enamoraron. A tanto llegó la compenetración entre los dos jóvenes que hasta se inscribieron como pareja de hecho, lo que permite encuentros íntimos entre los novios como mínimo una vez al mes.
El romance iba tan bien que cuando madre e hija fueron trasladadas a Asturias, en octubre de 2018, también se autorizó el cambio de prisión de Romeo, pero sin embargo, el pasado enero el interno fue extraditado a Rumania para terminar su condena. Según comenta Triana no lo sintió mucho debido a que la relación se había enfriado.
En noviembre, el amor de Monserrat, el inspector jefe ya jubilado Pedro Martínez, murió por Covid en el hospital de León. Desde el asesinato no faltó a verlas ni una semana, eso sí con una diferencia: con su hija hablaba a través de locutorio y tenía vis a vis familiar y con su mujer, solo se comunicaba a través del cristal.
La prisión les autorizó el traslado a León donde el policía llevaba semanas ingresado en la UCI, sin embargo, no pudieron verlo ya que la persona autorizada para visitarlo fue el hermano del enfermo. Al día siguiente, el padre murió y la familia paterna no se dio prisa a la hora de informar del lugar y hora del entierro por lo que no llegaron a tiempo.
El caso de Raquel Gago
Raquel Gago era policía local en León y amiga de Triana Martínez. La Audiencia la condenó a cinco años de cárcel por encubrir el crimen de Isabel Carrasco y guardar 24 horas el revólver con el que la mató la madre de Triana. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León primero, y el Supremo después, consideraron que era cómplice por lo que la condenaron a 14 años a pesar de que ella siempre sostuvo que no tuvo nada que ver con el crimen. Los forenses dijeron que era una persona “fría, que controla sus emociones y conducta en general” y que “quiso retrasar la realidad pero lo hizo conscientemente”.

Raquel Gago.
Tras ingresar en prisión se encargó de separarse de Triana, la amiga por la que arruinó su vida y su carrera, pidiendo el cambio de cárcel, de Mansilla de las Mulas a Alcalá de Henares, un centro de mujeres tranquilo en el que no ha tenido ni una sanción. El pasado día 20 se le autorizó la progresión de grado y en breve solo tendrá que acudir a dormir a prisión, en concreto a un centro de inserción social madrileño.