26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El exnovio de su compañera de piso, Sergio, fue detenido y puesto en libertad con medidas cautelares por falta de pruebas claras contra él

Crimen de Meco: La ausencia de un sospechoso claro impide el inicio del duelo a la familia de Miriam Vallejo

Miriam Vallejo.
Miriam Vallejo.
Eva Milla, perito judicial especialista en psicología infantil, trastorno psiquiátrico e intervención social, explica en este artículo por qué la familia de Miriam Vallejo sigue esperando respuestas y no pueden todavía iniciar un duelo que nunca va a devolverles a un ser querido por muchas respuestas que logren obtener.

Ha pasado un año del asesinato de Miriam Vallejo, una joven de 25 años, fallecida tras recibir un sinfín de puñaladas. Los únicos testigos aseguran haber oído los gritos de Miriam, a la que se conocía como Mimi, pidiendo ayuda para que la dejaran en paz y la soltaran. Al parecer hablaba en plural lo que hace sospechar que pudo ser entre varias personas.

La familia de la joven sigue esperando respuestas. Es terrible esperar una respuesta que no te va a devolver a un ser querido. No hay consuelo para una familia que ha perdido un familiar que ha recibido 90 puñaladas con el ensañamiento que practicaron estos asesinos. Ensañarse es causar un sufrimiento desmesurado sin justificación, que incluso a lo mejor no persigue la muerte de la víctima y sí el dolor por el daño mismo o el sufrimiento como objetivo cierto. 

Observando los actos, podríamos estar ante uno o varios individuos fríos, reflexivos y serenos que pretenden infringir un daño más allá de la muerte en sí misma, o simplemente individuos de sangre caliente que queriendo acabar con la vida de Miriam, no encontraron otra forma de hacerlo que este burdo despropósito de dar casi 90 puñaladas y aún mantenerla con vida. 

La joven asesinada hace un año.

Cuando el crimen queda en el aire, sin asesino, la mente recurre de continuo a la búsqueda de explicaciones convincentes que acerque a la comprensión de la acción o al menos al esclarecimiento de sus circunstancias. Desde un prisma espiritual, un alma no descansa en paz hasta que no se le entierra con justicia, porque sus familiares no le van a dejar irse nunca.

Las reacciones a la ausencia de castigo como en este caso por falta de autores materiales de los hechos, causa un dolor añadido, con manifestaciones de ira y desasosiego que impiden el inicio del duelo, haciendo imposible que surjan en la vida otros intereses que no sean los de justicia y que permitan distanciarse de la herida emocional. Este tipo de suceso dificulta mucho la última fase del duelo por homicidio, la adaptación a la pérdida, siendo la primera la evitación del dolor y la segunda la confrontación de la muerte que no se asimila.

Se suele buscar un castigo penal que amaine el dolor y en su lugar surge la frustración de no poder imponer al culpable un castigo proporcional al daño causado. No saber quién nos arrebató al ser querido y pensar que quien lo hizo campa por el mundo sin pagarlo alimenta sentimientos atormentados que pueden producir iniciativas obsesivas tendentes a buscar y resolver la cuestión de forma extrajudicial, de forma que se puede promover investigaciones de forma privada o perderse en mares de denuncias, demandas, recursos y peticiones de pruebas que arrojen alguna verdad y mantengan a los dolientes entretenidos mientras sufren largos períodos de tiempo de modo que esta forma de sufrir les mantiene atados a la persona muerta de forma espiritual.

Otra imagen de Mimi.

Para la familia no hay consuelo. No existe cura para los corazones de los familiares, pero además el sueño les abordará cada noche con tal cantidad de dudas y escenas horrendas que ni se puede imaginar.

Reguero de damnificados

Cada una de las víctimas de un homicidio sin culpable esclarecido deja un reguero de damnificados, víctimas a su vez del crimen violento que penetra en los dominios cognitivos que dan luz a las sensaciones de seguridad, de auto estima, de confiabilidad, de autocontrol y de relación con el ambiente, e irrumpe generando cambios demoledores que pueden variar en intensidad. En la infancia las estructuras desde las que afrontamos y disfrutamos la vida rigen en torno a la benevolencia del mundo, la justicia como elemento de control , la interacción social y lo valioso de las personas. Cuando se enfrenta un homicidio y más si se ha quedado impune, estas estructuras cambian y postulan emociones negativas que pudieran dar paso al trauma, con sus diferentes secuelas, como un intenso estrés postraumático o agudo.

Miriam salió a pasear a los perros y por alguna extraña razón, que aún se desconoce, quisieron matarla e infringir el sufrimiento de casi 90 heridas en el cuerpo. No se sabe si con ella se llevó algún secreto que alguien no quería que contara o fue confundida y no era la víctima, pero fue asesinada con extrema pasión negra.

El presunto asesino, solo es presunto y las pruebas contra él no son suficientes para mantenerlo en prisión, por lo que casi no hay culpable. Los familiares lanzan mensajes que presagian tragedias, “el que la hace la paga”, indeterminadas en la acción e indefinidas en el tiempo, sin autor objetivo, pretendiendo que lleguen al asesino o asesinos que fueron capaces de cometer este atroz crimen.

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