26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Sus asesinatos suelen estar relacionados con ajustes de cuentas por narcotráfico y la mayoría acaban esclareciéndose, como en el crimen de Llanes

Los nuevos sicarios que matan en España cobran entre 30.000 y 70.000 euros y ya no son colombianos, sino magrebíes

Los sicarios colombianos cobran más que los magrebíes.
Los sicarios colombianos cobran más que los magrebíes.
La mayor parte de los asesinatos profesionales que se cometen en España son resueltos policialmente y tienen como motivo el ajuste de cuentas entre bandas dedicadas al narcotráfico. Los sicarios en su mayoría provienen del norte de África, ya que sus tarifas son más baratas que las de los colombianos, entre 30.000 y 70.000 euros según las estimaciones.

Acababan de celebrarse las navidades, era el 8 de enero de 2009 y dos sicarios colombianos entraban caminando por la puerta principal del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Subieron a la planta de Cardiología, buscan la habitación 537, ocupada por el narcotraficante Leónidas Vargas, aunque su verdadero nombre era José Antonio Ortiz Mora, ingresado allí desde octubre de 2008 por una problema de hipertensión.

Los sicarios se detuvieron en el pasillo y colocaron el silenciador en las armas, después irrumpieron en la habitación y le dispararon cuatro tiros a quemarropa. Su compañero de habitación fue testigo mudo de lo que aconteció, pero a él no le ocurrió nada. Su hermano, Fabio Vargas, no se quedó ni a celebrar el funeral y tomó el primer avión que salía a Colombia. Apenas dos días después era asesinado, en una carretera al noroeste del país junto con su novia, la actriz y reina de la belleza Liliana Lozano, que también resultó acribillada a balazos.

Hablar del número de sicarios que hay en España o de las tarifas por asesinato es “casi imposible, porque cada caso es diferente y a veces no se paga en dinero, porque los sicarios y las drogas van casi siempre juntos y a veces se paga en droga”, explica Juan Antonio O´Donnell, Inspector Jefe honorario de la Policía Nacional, ya jubilado y colaborador de numerosos medios de comunicación. O´Donnell hizo toda su carrera profesional en la Costa del Sol y conoce bien el tema de los sicarios por su labor como policía.

Pedro Nieva, conducido por agentes de la Guardia Civil.

El primer mandamiento del sicario profesional es “no residir cerca del lugar donde comete su delito, por eso el asesinato del concejal de Llanes Ardines parece más obra de unos chapuzas que de asesinos profesionales, porque además supongo que no habría muchos magrebíes viviendo en su zona, así que habrán llamado la atención y seguramente el intermediario que los contrató tampoco tenía experiencia en buscar a gente de este tipo”, añade O´Donnell. La Guardia Civil pudo cerrar el círculo en torno a Pedro Nieva, uno de los cuatro detenidos por este crimen, gracias a las sospechas de la esposa del concejal asesinado. De hecho, los investigadores no consideran a estos asesinos como "sicarios", sino que los califica de "matones".

Pero, ¿quién contrata los servicios de un sicario? Normalmente organizaciones criminales, como en el caso de un hombre asesinado en Pozuelo de Alarcón (Madrid) en marzo de 2018, que murió acribillado por diez tiros a la puerta del colegio de su hijo. Tenía 43 años, de nacionalidad colombiana, y pertenecía a la famosa banda de Los Miami. Sus asesinos lo sorprendieron en una rotonda cuando dejaba a su hijo en el British Council, un exclusivo colegio de Pozuelo de Alarcón, y lo acribillaron a balazos desde una motocicleta. El hombre iba acompañado por su pareja, de origen colombiano, que después fue declarada testigo protegida. Nunca fueron atrapados sus asesinos y la Policía calificó el asunto como “ajuste de cuentas por narcotráfico”.

La mayoría de los casos se resuelven policialmente, aunque no se logre encontrar a los asesinos y solo se sospeche de los inductores del crimen. Cuando resultan atrapados es porque se quedan en el país tras cometer el crimen, como hicieron dos suecos de la “patrulla de la muerte” detenidos en Barcelona y que habían matado a varias personas en Málaga.

La muerte de Maradona y El Zocato

Estos dos sicarios de origen somalí y pasaporte sueco cometieron su primer asesinato por encargo en España el pasado mes de mayo en la localidad malagueña de San Pedro de Alcántara. David Ávila, alias Maradona, de 36 años, salía de una iglesia donde había celebrado la comunión de su hijo, pero nunca llegó al banquete de celebración, ya que un sicario a bordo de una scooter lo acribilló a balazos. "Maradona" estaba “marcado”, debía 400 kilos de cocaína a un cártel colombiano y no había pagado. La deuda era de unos nueve millones de euros, pero entonces los investigadores aseguraron que “si no pagan no será el único muerto”, porque además los asesinos dejaron un claro y elocuente mensaje pintado sobre el capó del coche de otro miembro de su banda, “paga la droga”. Tenían razón.

Los colombianos no perdonaron y en agosto del mismo año, otro sicario acababa en Estepona (Málaga) con la vida de Sofian Ahmed Baarrak, alias El Zocato, de madrugada cuando llegaba a su casa. El modus operandi de este sicario era curioso, iba oculto con un pasamontañas y conducía una bicicleta, en la que huyó tras el tiroteo. “Lo de la bicicleta puede sonar extraño y casi cómico, pero éste sicario sabía lo que hacía, porque te puedes meter con ella por caminos de tierra donde los coches de la Policía no entran, descampados, aceras, campo a través y además no deja apenas huellas”, explica Juan Antonio O´Donnell.  La vida de El Zocato inspiró parte de el guión de la película El Nene.

Finalmente, en una operación conjunta con la policía sueca, los asesinos cayeron en sus domicilios de Málaga en diciembre de 2018. Tres de ellos fueron detenidos en España y otros cuatro en Suecia, todos pertenecían a la llamada “patrulla de la muerte”, radicada en Estocolmo. La banda no trabajaba sólo para una organización, sino que vendían sus “servicios” al mejor postor. Además, el pasado lunes, 19 de febrero, otros dos miembros de la banda fueron detenidos en Barcelona por la Guardia Civil, en una segunda fase de la operación bautizada como Dajir.

Esta banda sueca se dedicaba también al tráfico de drogas, blanqueo de capitales y a realizar ajustes de cuentas. Eran conocidos como la Dödspatrullen, patrulla de la muerte, y su detención disparó todas las alarmas en la Policía, porque no se tenía constancia de su presencia en nuestro país hasta la primera detención.

“Fueron detenidos porque se quedaron en España, pero lo normal es que entren por un aeropuerto internacional como Málaga, Barcelona o Madrid, sin armas y tras cometer el asesinato salgan rápidamente de la misma manera, sin armas”, añade Juan Antonio O´Donnell.

Hablar del número de sicarios que operan en España es complicado, la mayor parte ahora son de origen magrebí y colombiano y se ofertan en la “deep web” o Internet profunda, donde no todo el mundo puede ni sabe acceder. Normalmente no tienen contacto directo con su contratista, sino con un intermediario. Las tarifas oscilan entre los 30.000 euros por matar a una mujer y 70.000 en el caso de los hombres.

El último asesinato conocido hasta el momento cometido por sicarios tuvo lugar en Marbella el pasado 21 de enero cuando Marco, el director de la conocida discoteca Linekers de Puerto Banús, en Málaga, recibía doce balazos que acabaron con su vida.

Marco era un marroquí de nacionalidad española, que regentaba el emporio del grupo Linekers, propietario de varios negocios nocturnos en la Costa del Sol, llegaba de madrugada a su casa en la urbanización Las Petunias, en San Pedro de Alcántara, conduciendo su Bentley. Su familia escuchó los disparos y salieron a auxiliarle, pero no pudieron hacer nada por salvar su vida. Todo parecía indicar que le tendieron una emboscada.

La discoteca Linekers está ubicada en la llamada “calle del Infierno”, hábitat de prostitutas y camellos en Puerto Banús. Este local había sido denunciado en numerosas ocasiones por peleas y robos y por albergar a muchos turistas “low cost” británicos, habitualmente ruidosos y problemáticos.

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