26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Hoy la que fuera 'amiga entrañable' del monarca está imputada por la justicia española y sus revelaciones han provocado el autoexilio del exmonarca

Corinna Larsen: Las luces y las sombras de la mujer que ha marcado el final del Reinado de Juan Carlos I

Corinna Larsen-
Corinna Larsen-
Corinna Larsen y Juan Carlos I se conocieron en 2004 e iniciaron una relación que nadie podía imaginar que acabaría con grabaciones de Villarejo, imputaciones y la reputación del monarca por los suelos. Tras las últimas informaciones sobre dinero en Suiza, donaciones, fundaciones y posibles delitos fiscales, el Rey Emérito parte al exilio, mientras Corinna sigue con su rosario de declaraciones judiciales.

Corinna Larsen, la examiga entrañable del Rey Emérito Juan Carlos I, ha asegurado ante la Justicia suiza que el monarca español le ofreció varios préstamos millonarios para comprar casas en Inglaterra, Suiza y Estados Unidos. La comisionista y empresaria alemana creó la sociedad Siam Partner SA, que recibió un préstamo por parte de Juan Carlos I “destinado a adquirir dos casas en Villars-sur Ollon (Suiza)”, según desvela el documento de su declaración ante el Fiscal Anticorrupción Yves Bertossa en Suiza, al que ha accedido El País.

Otra parte de la declaración judicial de Corinna Larsen se centra también en la adquisición de otra mansión en Londres. La comisionista explica que creó una nueva sociedad llamada Riverhouse-Partners para comprar la citada residencia, tasada en 5,6 millones de euros, pero que invirtió otros cuatro millones en reformas: “Es verdad que Juan Carlos I participó en la financiación para la compra de esta casa con 1,5 millones de libras. Se trataba de una donación de su parte a mi favor. Para comprar esta casa no fue necesaria la autorización de Juan Carlos I”, asegura en las declaraciones a las que ha accedido el rotativo de Prisa.

Pero quién es y qué se esconde detrás de esta comisionista alemana, que puede hacer temblar la monarquía en España con sus declaraciones judiciales y sus escogidas revelaciones periodísticas a través de su influyente despacho de abogados en Londres.

Una mujer en la sombra

Don Juan Carlos y la princesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, de 56 años, se conocieron durante una cacería en Ciudad Real en 2004. Ella nació en la localidad de Francfort, en Alemania, y su apellido de soltera era Larsen. Aunque aún no se había divorciado de su segundo marido -el príncipe Johann Casimir Zu Sayn-Wittgenstein-, hacía ya vida separada de él por entonces.

Desde ese momneto mantendría una estrecha y larga relación con el Rey Emérito no exenta de altibajos hasta hace escasos años. Don Juan Carlos la introdujo en los círculos de la buena sociedad madrileña, presentándola en cenas, acudiendo a monterías e, incluso, formando parte de la comitiva real en viajes de Estado.

Corinna ha sido una escaladora social toda su vida. Tras estudiar Relaciones Internacionales en Ginebra, se fue a trabajar a París con 21 años. Tres años después, contrajo matrimonio con Philips Adkins, padre de su primera hija (Anastasia) y persona que mantuvo una relación de confianza con Don Juan Carlos hasta hace unos años. De hecho, Adkins estaba en la famosa cacería de Botswana junto al monarca y Corinna. Fue en el año 2000, cuando Corinna Larsen se convirtió en princesa consorte al contraer matrimonio con el príncipe Casimir Zu Sayn-Wittgenstein, con el que tuvo un hijo, Alexander.

Corinna y su primera hija, Anastasia Adkins.

Un acuerdo posterior de divorcio permitió a la aristócrata utilizar de manera vitalicia el título de princesa y el apellido de la familia de su ex. El campo de acción de la comisionista Zu Sayn-Wittgenstein siempre ha estado en el Golfo Pérsico y en los países de la extinta Unión Soviética. Hay que recordar que la exprincesa era una de las organizadoras de cacerías para todos estos magnates a través de la influyente armería británica Boss, de la que fue directora general.

Su relación con el Rey Juan Carlos

La relación con el monarca español fue siempre como una montaña rusa. Al menos dos veces Corinna quiso romper con don Juan Carlos por no tolerar supuestamente las infidelidades del monarca. Tras ello, en 2009, vivieron la época más intensa de su relación. La princesa alemana y Juan Carlos se veían muy a menudo. Unos contactos periódicos que duraron apasionadamente hasta 2012. Uno de sus lugares de encuentro era un dúplex situado en el complejo de lujo Domaine Rochegrise en Los Alpes, que después vendió Corinna en 2013.

Este dúplex en Suiza fue su refugio más íntimo. Según las fuentes consultadas por elcierredigital.com, Don Juan Carlos pasó allí casi una semana en febrero de 2012, coincidiendo con el décimo cumpleaños del hijo pequeño de Corinna, Alexander. Fue entonces cuando se comprometió con el niño a llevarlo a su primera cacería en África, en Botsuana. Y así lo hizo en abril de 2012.

Y allí todo se torció. La madrugada del 14 de abril de 2012, un avión trasladó de Botsuana a España al Rey, porque tenía la cadera rota y había que ingresarlo en el hospital San José de Madrid. Ese día estalló todo.

Además del dúplex, los amigos se veían en otro lugar con mucha más privacidad: la casita adyacente al Palacio de la Zarzuela en el Monte del Pardo. Un apartado lugar  habilitado para Corinna Zu Sayn-Wittgenstein y su hijo Alexander. Esa casita, situada a menos de dos kilómetros del palacio de La Zarzuela, tuvo una ingente actividad social. Por allí pasaron, entre otros, desde el exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán, hasta el exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo.

Corinna abandonó por presiones del CNI su residencia de El Pardo, pero no se fue muy lejos del Rey. Lo intentó a tan solo a 10 kilómetros de Zarzuela. Allí, al parecer, adquirió un chalé en una exclusiva zona residencial de Somosaguas, con 500 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, y 2.915 metros de terreno destinado a zonas ajardinadas y aparcamiento. Pero los acontecimientos se desbordaron tras la cacería de Botwasana y Corinnna volvió a Mónaco, donde estaba su residencia habitual.

Charlene de Mónaco y Corinna en el funeral de Nelson Mandela.

Estos rumores y acontecimientos hicieron que la opinión pública se abalanzara sobre el monarca, que tuvo que entonar el mea culpa. Según conocidos miembros de la nobleza consultados por elcierredigital.com, "don Juan Carlos se volvió loco y no le importaba ya nada”.

Tras intentar una relación con un aparente disimulo, ya conocido por muchos, el monarca, según conocidos monárquicos,  quiso acabar de golpe con esa pantomima, divorciarse de doña Sofía y casarse con Corinna, siguiendo el ejemplo de Carlos de Inglaterra años atrás.

Pero esto no se produjo por dos razones. Por un lado, la propia Corinna no quiso, según fuentes próximas a ella. Prefería ser “reina en la sombra” antes que exponerse directamente a la opinión pública. Por otro lado, fue determinante el papel de uno de los amigos más fieles del rey Juan Carlos, el general del CNI Félix Sanz Roldán. El exjefe de los servicios secretos españoles visitó a la princesa consorte en Londres en junio del 2012, en el hotel Connaugth, para pedirle que, por el bien de España, terminara con la relación con el Rey y se apartara definitivamente de él.

En estos últimos años, Corinna ha seguido con un papel estelar, más discreto pero influyente. Retornó a su base de operaciones en Mónaco, donde es una persona cercana al príncipe Alberto e, incluso, enseñó “buenas formas” a su mujer Charlène de Mónaco. Después, tras las presiones de los servicios secretos españoles en su residencia monagesca, en un lugar denominados Apartamentos Estoril, irónicamente como la ciudad portuguesa en la que la Familia Real española estuvo exiliada durante décadas, se trasladó a su mansión en la capital londinense, situada en elitista barrio de Belgrabia, cerca del parque de Kesington, una de las mejores zonas de Londres donde vivía la princesa Diana de Gales. 

Su contacto con don Juan Carlos se ha ido reduciendo de forma gradual e importante en los últimos años, aunque su poder e información confidencial sigue indemne a pesar de que muchos quieran negarlo. Y prueba de ello son sus declaraciones ante el fiscalía suiza y también ante los fiscales anticorrupción españoles en Londres: "No quiero ser la chivo expiatorio de todo", les dijo.

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