26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

"Nuestra intención es luchar por la memoria del abuelo para que esté tranquilo desde donde esté”, aseguran a elcierredigital.com

Los nietos gaditanos de un importante empresario de Hamburgo reclaman su apellido

Audiencia Provincial de Cádiz.
Audiencia Provincial de Cádiz.
A principios del siglo XX, una pareja se enamoró y tuvo cuatro hijos. Las leyes de la época impidieron que el hombre, divorciado, pudiese dar su apellido a su descendencia. Casi un siglo después, sus nietos gaditanos acuden a la Audiencia Provincial de Cádiz para poder tener legalmente el apellido de su abuelo.

Son numerosos los casos de hijos no reconocidos de altas esferas de la sociedad que sucedieron en el siglo XX. Fernando Osuna, abogado experto en cuestiones de reconocimiento de paternidad, ha desvelado a elcierredigital.com el último de ellos: la demanda de filiación que solicitan los nietos de un importante empresario, que vivió entre Hamburgo y Cádiz, para poder obtener legalmente el apellido que les corresponde por derecho.

Aunque lo más común es que sean los propios hijos ilegítimos los que reclamen sus derechos como descendencia, en este caso han sido los propios nietos del empresario los que la han solicitado. Según ha comentado una de las demandantes a elcierredigital.com, su intención es luchar por la memoria de su abuelo, “para que esté tranquilo desde donde esté”, ya que, según prosigue, intentó dar su apellido a su descendencia pero murió antes de lograrlo.

Tanto demandante como abogado afirman que hay multitud de pruebas que confirman la relación familiar con el empresario. Sin embargo, Osuna comenta a elcierredigital.com que uno de los jueces de primera instancia de Cádiz les ha denegado este derecho “porque dice que los nietos no pueden reclamar, a no ser que haya una vida familiar. Aquí había vida familiar”.

El abogado Fernando Osuna.

Ahora, Osuna lleva el caso a la Audiencia Provincial de Cádiz, donde tres magistrados estudiarán las pruebas hasta determinar si los presuntos descendientes del empresario podrán llevar legalmente su apellido.

Hamburgo, Cádiz y la Guerra Civil

A principios de 1900, España y Alemania tenían muy buenas relaciones comerciales, lo que provocó que surgiera una historia de amor entre el alemán y la española. Su nieta data en el año 1914 cuando sus abuelos se conocieron, porque su abuela trabajaba “en el Cuartel Militar de Cádiz. Él iba allí a visitar a un amigo que tenía y cuando la vio se enamoró de ella. La esperaba cuando salía de trabajar hasta que se atrevió a hablar con ella”, relataba a elcierredigital.com la demandante.

Un año después, la pareja tuvo a su primer hijo pese a que la situación no era favorable para ellos. Él había estado casado anteriormente por pocos meses y, aunque se divorció de su anterior pareja, “la ley no permitía a un hombre que estuviese separado tener una pareja de hecho, porque, si no, lo metían a la cárcel”, explicaba su nieta.

Con la llegada de la Guerra Civil en 1936, los extranjeros tuvieron que marcharse de España, por lo que el empresario tuvo que abandonar el país y volver a su ciudad natal. La demandante confiesa a elcierredigital.com que su abuelo “tuvo que ir vendiendo los negocios en Cádiz, las fincas que tenían, todo. Lo vendieron todo y se fue a Alemania”. Sin embargo, esto no hizo que se desentendiera de sus hijos.

Las pruebas

La pareja tuvo un total de cuatro hijos (una mujer y tres hombres) que, según confirma la demandante, fueron reconocidos por el empresario: “Mi abuela inscribió a mi madre como hija de madre soltera y padre desconocido en junio, porque así lo pedía la ley. Mi abuelo, meses posteriores, fue al registro y la reconoció como su hija con madre desconocida”.

Cádiz a principios del siglo XX / Twitter.

Además de estos documentos, con los que la demandante confirma que ha tenido problemas a la hora de obtener copias —ya que solo le dieron el registro efectuado por su abuela, pero no el de su abuelo—, existen dos pruebas más que confirmarían que el empresario sí que reconocía ser padre de sus hijos, solo que no se le permitía confirmarlo legalmente.

El primero de ellos es un recorte de un periódico alemán —que poseía la madre de la demandante, pero que finalmente se perdió— en el que el hombre reconocía a uno de sus hijos tras ser hallado muerto en la bodega de un barco al llegar a Hamburgo, ciudad a la que el empresario viajaba con otro de sus hijos. Según indica su nieta, por aquel entonces su abuelo se llevaba al menor de sus descendientes a Alemania, pero uno de sus hermanos quería marcharse junto a ellos debido a la muerte de su madre y entró como polizón en la embarcación. 

La última prueba es también indicadora de la última voluntad del alemán. Consiste en una carta que le envió a la madre de la demandante, en la que solicitaba la partida de nacimiento “de ella y de todas sus nietas” para poder darles el apellido en Alemania. Sucedió en el año 1964, cuando en Alemania se permitió el reconocimiento de los hijos ilegítimos.

Pocos meses después, el empresario murió sin poder llegar a reconocer legalmente a su descendencia. Según la demandante, su abuelo “siempre dijo que esto tenía que contarse de generación en generación. Dejó en el árbol genealógico la rama que le pertenece sin escribir hasta que sus hijos tuviesen su apellido”.

Ahora queda en manos de la justicia que la voluntad del alemán se cumpla y sus nietas puedan ser reconocidas legalmente como tal para completar esa rama de su descendencia.

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