26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Se necesitarían dos tercios de la Cámara de Representantes para que la propuesta de los demócratas tuviese éxito

Estos son los mecanismos legales para echar a Trump de la Casa Blanca aplicando la XXV enmienda de EEUU

El todavía presidente Donald Trump.
El todavía presidente Donald Trump.
El 6 de enero cientos de manifestantes se congregaron a las puertas del edificio del Congreso de los Estados Unidos. Los votantes de Donald Trump querían detener la presidencia de Joe Biden con ayuda de la violencia. Algunos consiguieron entrar al Capitolio por lo que ya se ha calificado como “un fallo de seguridad”, que ha costado la dimisión del jefe de seguridad del órgano legislativo. Hubo más de 70 heridos y 13 fallecidos. Ahora se estudia cómo echar a Trump.

El pasado 6 de enero la democracia de Estados Unidos vivió uno de los episodios más duros de su historia. Mientras los españoles pasaban el día de Reyes desenvolviendo regalos en sus casas, cientos de asaltantes entraron en el edificio del Capitolio en Washington D.C. para impedir el acto en el que se certificaban los votos que dieron la victoria a Joe Biden el pasado 3 de noviembre de 2020. Una jornada marcada por el caos, la violencia, la gran brecha ideológica de la población de Estados Unidos, la falta de eficacia de la Policía y la división política que terminó con cinco víctimas mortales y casi setenta detenidos.

El 6 de enero era el día en el que el Congreso norteamericano certificaba la victoria del demócrata Joe Biden tras las elecciones de noviembre. Una fecha que marca el fin del ciclo electoral y que normalmente se desarrolla sin incidencias y de manera pacífica. Sin embargo, el proceso fue interrumpido por la entrada de los protestantes y no se reinició hasta la noche, cuando ya se había desalojado y asegurado el edificio del Capitolio.  A las 18 horas, se inició un toque de queda que fue impuesto por la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, para evitar más altercados. Finalmente, la victoria de Biden fue certificada el jueves 7 de enero por la mañana.

Cientos de manifestants frente al Capitolio.

El asalto comenzó después de un mitin masivo de Trump frente a la Casa Blanca en el que el antiguo presidente reiteró su mensaje de fraude en las elecciones —el mismo mensaje que lleva repitiendo desde antes de que se celebraran los comicios— tras el acto, cientos de manifestantes marcharon hacia el Capitolio para denunciar lo que ellos consideran como un fraude electoral. Muchos de los asaltantes portaban la bandera confederada estadounidense —asociada a los bandos partidarios del esclavismo en la Guerra de Secesión— y eran integrantes de grupos conspiratorios como el ‘QANon’ o de grupos de extrema derecha como los ‘Proud Boys’.

Incitados por Trump

Durante el asalto, Donald Trump llamó a la paz a través de la red social Twitter a los que él denomina como “grandes compatriotas”. “Por favor, apoyen a nuestra policía del Capitolio y a las fuerzas del orden. Realmente están del lado de nuestro país. ¡Mantengan la paz!” tuiteó. Pero en ningún momento se retractó de su mensaje y siguió repitiendo que la elección era un fraude en un vídeo compartido en la misma red social: “Debemos tener paz. Debemos tener ley y orden. Esto es una elección fraudulenta, pero no podemos hacerles el juego. Tenemos que tener paz”.

Por el contrario, el nuevo presidente, Joe Biden calificó el acontecimiento como “una insurrección”. “Un asalto a una ciudad de libertad, el Capitolio en sí mismo” aseguró, y tanto las filas republicanas como las demócratas exigieron el “fin de la violencia”. Mike Pence, el vicepresidente de Trump, se desligó de la posición de su presidente —algo que no había ocurrido hasta ahora— al instar al cese inmediato de la violencia y al asegurar que “los responsables de actos delictivos serán llevados hasta la justicia”. La alcaldesa de Washington D.C. calificó el asalto como “terrorismo de libro de texto” y una “afrenta a la democracia”.

El Capitolio ya fue asaltado en 1814. En agosto de ese año, los británicos tomaron la ciudad de Washington D.C. y quemaron sus edificios públicos, lo que provocó la caída del imperio de Napoleón. Sin embargo, esta es la primera vez en la que el presidente incita a los asaltantes a cometer el acto.

Fallos en el sistema de seguridad

La entrada de los asaltantes al Capitolio fue sencilla porque las autoridades no utilizaron la fuerza que tenían a su disposición para tratar de evitarlo. La marcha al Capitolio y la toma al edificio fue abiertamente anunciada y discutida en redes sociales; sin embargo, el Congreso fue dejado casi en exclusiva en manos de la policía del Capitolio, un total de 2.000 agentes que se vieron desbordados con los cientos de protestantes. También se activaron 340 guardias nacionales a petición de la alcaldesa de la ciudad, pero de ellos, solamente 115 estaban al servicio de manera simultánea y la mayoría se dedicó a controlar el tráfico. Los refuerzos también fallaron, puesto que fueron enviados cuando ya era demasiado tarde.

La Policía deteniendo a asaltantes.

El fallo en el sistema de seguridad provocó la dimisión del sargento Paul Irving el pasado 8 de enero. Las críticas por el caos y la facilidad de entrada de los manifestantes provocaron que la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi pidiera la dimisión del mismo alegando que “hubo una falla en el liderazgo en la cúpula de la policía del Capitolio”.

Cuando los asaltantes entraron, los agentes del capitolio estaban preparados para “delimitar una manifestación, no para repeler un ataque” informan fuentes al diario The New York Times. Aunque la mayor parte de la policía intentó bloquear el paso a las salas, lanzó gases lacrimógenos contra los asaltantes y detuvo a algunos de ellos, algunos otros se hicieron selfies en el interior del edificio con los asaltantes, en algunos vídeos se grabó a un agente levantando la barrera para permitir la entrada de los votantes de Trump y algunos de los agentes los escoltaron por el edificio sin detenerlos. Una situación que dista de la vivida en las protestas de Black Lives Matter en las que el edificio estuvo protegido de manera eficaz y los manifestantes fueron reprimidos con más violencia.

Cómo echar a Trump de la presidencia

El 6 de enero fue el día en el que se verificó la presidencia del demócrata Joe Biden. Antes de eso, los estados tenían hasta el 8 de diciembre para enviar los resultados de los votos al Colegio Electoral, el cual certificó la victoria de Biden el pasado 14 de diciembre. Los resultados revelaron que Trump fue derrotado con 232 votos electorales frente a los 306 de Biden. Todas las demandas presentadas ante tribunales estatales sobre supuestos fraudes electorales y diferencias en la aplicación de las leyes han sido desestimadas. Y aunque Trump nunca deje de cuestionar la validez de las elecciones, el recuento de votos en el Congreso del pasado 6 de enero fue el último paso para que Biden se hiciera con la presidencia de los Estados Unidos.

Biden asumirá el poder el próximo 20 de enero con Kamala Harris como vicepresidenta y no será hasta entonces cuando termine el mandato oficial de Donald Trump. Pero el asalto al Capitolio ha puesto sobre la mesa el debate de echar a Trump de la Casa Blanca antes de tiempo. Para ello hay dos mecanismos: la enmienda número 25 de la Constitución o el impeachment.

Sergio Martín Guardado, profesor e Investigador en el Área de Derecho Constitucional de la Universidad de Salamanca, explica a elcierredigital.com que "la enmienda número 25 tiene que ser llevada a cabo por el vicepresidente Mike Pence, que tendrá que plantear la incapacidad física o mental de Donald Trump de ejercer su cargo". Si esto sucede, el vicepresidente tomaría el poder de manera inmediata. La enmienda ya fue planteada cuando Donald Trump enfermó por coronavirus y en todas las ocasiones Mike Pence se ha negado.

Sergio Martín Guardado.

Añade Martín Guardado que "el impeachment está regulado por el artículo primero de la Constitución norteamericana y concede a la Cámara de Representantes la votación inicial del proceso de destitución". La decisión debe ser aprobada por mayoría simple, entonces se traslada al Senado, donde se desarrolla una especie de juicio. El presidente será destituido cuando 67 de los 100 senadores estén a favor.

De manera práctica parece que la probabilidad de que Trump siga en el cargo hasta el próximo 20 de enero, fecha inamovible según lo que la Constitución norteamericana de 1787 establece, es bastante alta.

Tomemos como posibilidad real entonces el uso de la enmienda XXV, mucho más rápida que un impeachment, ya que Trump puede ser acusado de sedición por alentar a sus seguidores. Se podría hablar del procedimiento previsto en la sección cuarta de la enmienda XXV de la Constitución. Lo debería iniciar el actual vicepresidente y gran parte de los miembros del gabinete.

Los requisitos para llevarla a cabo son, explica Sergio Martín Guardado, "la constatación de la causa para que el presidente abandone su cargo. Este requisito es difícil de constatar, pues gran parte de los constitucionalistas americanos sólo ven adecuado el mecanismo para casos de incapacidad por enfermedad o falta de capacidad mental y muerte inesperada (“el presidente es incapaz de cumplir con los poderes y deberes del cargo”). Sin embargo, podría extenderse frente a ataques a la constitución, aunque es cuestión en debate". Está claro que no hay precedentes, pero para crearlos dos tercios de cada cámara ha de respaldarlo.

 

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