02 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

Árboles caídos, intratables placas de hielo y temperaturas gélidas son el día a día de los repartidores de cartas en la capital

Madrid visto por un funcionario de Correos: La yincana a la que se enfrentan desde la borrasca

Destrozos causados por Filomena
Destrozos causados por Filomena
Las fotografías realizadas por un cartero de a pie relatan por sí mismas la situación climatológica que ha vivido la Comunidad de Madrid y el rastro que ha dejado Filomena a su paso, además de mostrarnos los retos que deben superar los funcionarios de Correos en su día a día.

Un empleado de la empresa del servicio postal de Correos, afiliado al sindicato CSIF, ha compartido las fotos de la realidad que ha ido encontrando a su paso. La nieve sigue estando en las calles de Madrid incluso días después de lo ocurrido, pero lo peor de la situación es que esa inocente nieve que caía en forma de entrañables copos se ha convertido en auténticas placas de hielo.

Situación actual de las calles de Madrid tras el paso de Filomena.

Además del ambiente invernal que se presenta en las calles, las temperaturas que se han sufrido en estos días no han sido nada conciliadoras.

El empleado de Correos reconoce no haber vivido nada igual en los 15 años que lleva trabajando en el mismo puesto, y lamenta la situación de una ciudad que se encuentra "herida" tras el paso de una de las borrascas de nieve más fuertes que hemos vivido en España y que ha traído consigo el caos.

Reconoce haber sentido algo de temor al realizar el mismo trayecto que lleva haciendo todos estos años, pero parece que la situación invita a que así sea. El reparto se ha vuelto una tarea temeraria que requiere prudencia y "saber muy bien por dónde pisas" para no poner en riesgo tu vida. El camión no pudo llegar en toda la semana, y asegura que, más que una nevada, “ha sido una catástrofe”.

Con un sentimiento de vulnerabilidad que les ha encogido el cuerpo, dice sentir una doble amenaza. "La primera porque la situación actual en la que llevamos estando desde el pasado mes de marzo, no es nueva para nadie. Con el coronavirus temes por tu salud, con un temporal como este, por tus huesos”. Desempeñar su trabajo en la calle les hace previsores, atentos a las temperaturas de cada día que les marcan la vestimenta y especialmente cautelosos, desde marzo de 2020, por la COVID-19.

No han podido trabajar durante toda la semana, circunstancia que ha provocado algunas quejas en su entorno. Él se sorprende: "Imposible, era una cuestión de supervivencia".

La remontada tras Filomena

Y ahora, llegado el momento de empezar a retomar el ritmo ordinario, apela a la comprensión. La nieve transformada en hielo acabará yéndose antes o después, pero insiste en que la gente no se olvide de que ellos son humanos y que el trabajo se ha acumulado durante estos días, por lo que van a necesitar refuerzos de otros compañeros. "La montaña de trabajo ahora es doble", dice.

De modo que incide en pedir empatía para con la labor de Correos, "el trabajo se irá sacando poco a poco, pero se sacará". Piden paciencia y, sobre todo, humanidad. "La situación al final requiere que todos nos apiñemos y con el grano de arena individual construyamos una montaña, pero de ayuda y comprensión".

El temporal de nieve ha significado mucho más que ver lo bonito de la situación, y de quedarse en casa para quien pudiera. Ha sido algo más que mirar por la ventana y observar que la calle se cubría paulatinamente de un entrañable manto blanco. Más allá de lo acogedor que pudo resultar para quien lo observaba a través de la ventana, o para quien no pensaba en la doble carga de trabajo que tendría en cuanto esto pasase.

Y, por supuesto, más allá de las enormes placas de hielo que se han ido amontonando a su paso por todas las aceras y las calzadas. El temporal realmente ha dejado una ciudad completamente herida que va a tardar semanas en recuperarse de la explosión temporal que ha vivido.

Y con ella, las personas que tienen que sacar el trabajo adelante diariamente a pie de calle.

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