26 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

Durante la Guerra Civil estuvo a punto de ser fusilado por su relación de amistad con el escritor y filósofo Miguel de Unamuno

La historia del escultor del Valle de los Caídos Juan de Ávalos: afiliado del PSOE de Mérida y depurado por el franquismo

El Cierre Digital en Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos, junto a su obra La Piedad
Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos, junto a su obra La Piedad
El escultor emeritense dio vida a las figuras artísticas que conforman el conjunto monumental del Valle de los Caídos. Se le relacionó con el Franquismo, aunque él siempre sostuvo que su relación con el dictador fue puntual e incluso estuvo afiliado al partido socialista por Mérida. Estuvo a punto de ser fusilado por su amistad con Miguel de Unamuno y fue depurado por el régimen.

Más de 33.000 cadáveres y la tumba del dictador Francisco Franco se encuentran en el Valle de los Caídos. Este espacio fue construido entre 1940 y 1958, además de por personal contratado, por presos políticos a cambio de reducciones de condena, según figura en el informe de la Comisión de expertos para el Futuro del Valle de los Caídos que encargó José Luis Rodríguez Zapatero en 2011.

Sin embargo, la historia del conjunto monumental que decora el Valle de Cuelgamuros y de su escultor, Juan de Ávalos, es diferente. A este artista emeritense Franco le encargó realizar las monumentos del conjunto del Valle, hecho por el que los críticos le han relacionado con el franquismo. Pero él siempre ha negado tener ningún vínculo con el dictador y, de hecho, fue el afiliado número siete del PSOE por Mérida e incluso fue depurado por el régimen.

Sus reticencias con los que le acusaban de mantener buenas relaciones con el franquismo quedaron plasmadas en una de sus últimas entrevistas en vida, publicada en la revista dominical Magazine de El Mundo en el año 2001. “Me da risa cuando se empeñan en relacionarme con Franco. Yo sé quién soy. Lo que pienso. Lo que siento. Esa depuración me obliga a marcharme de España en 1944, harto de hacer santos baratitos garantizando los milagros y de pintar retratos de señoras a cambio de una miseria”, señalaba el escultor por aquel entonces.

En esta publicación, Ávalos también aclara su pasado como socialista: “si usted me pregunta en este momento qué es el socialismo, me pondrá en un compromiso porque no sé qué fines tiene ahora. Realmente soy cristiano y me afilié por amor al prójimo, porque consideré que era bueno sentar precedente y animar al resto. Así me lo pidió el alcalde de Mérida, don Andrés Nieto Carmona, y así lo hice. Más que socialista me considero cristiano”.

Pasión por el arte desde que era un niño

Juan de Ávalos y Taborda nació en Mérida (Badajoz) en el año 1911 y a los ocho años se trasladó a Madrid con su familia. Su pasión por el arte fue descubierta desde muy joven, así lo demuestra el hecho de que con seis años recibe clases de dibujo con D. Juan Carmona, cura párroco de la Iglesia de Santa Eulalia junto a otros tres niños, y a la que tuvo que dejar de asistir porque no creían que fuera el autor de los dibujos que realizaba.

Desde los 12 años empezó a visitar el Casón del Buen Retiro, entonces Museo de Reproducciones, donde realizaba bocetos a carboncillo de los grandes modelos de la tradición escultórica. Su padre le colocó en un taller de restauración de muebles y antigüedades donde trabajó durante dos años aprendiendo la talla.

teatro-merida

Ávalos desarrolló trabajos de recuperación de restos romanos en el Teatro de Mérida

Aunque la familia del escultor regresó a Mérida, Juan de Ávalos se mantuvo en Madrid para seguir formándose como artista. Así, ingresó en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado y más tarde, en 1926, comenzó la carrera en la Escuela de Bellas Artes de Badajoz. No sería hasta 1931 cuando finalizaría sus estudios, consiguiendo sus primeros logros como artista, el Premio Aníbal Álvarez y otros en la especialidad de modelado.

En 1933 volvió a su ciudad natal y obtuvo una plaza de Profesor de Término de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes y Oficios. Tres años después se convirtió en el director de dicha escuela y también alcanzó el puesto de subdirector en el museo arqueológico de Mérida. Desarrolló diversos trabajos de recuperación de restos romanos, destacando los del Teatro de Mérida.

A punto de ser fusilado por su amistad con Unamuno

Cuando estalló la Guerra Civil, Ávalos comenzó la contienda posicionado en el lado republicano, siendo funcionario de la República a sus 25 años. Al entrar las fuerzas Nacionales en Mérida, el excavador del peristilo de la ciudad le denunció ante el general Yagüe y le contó la relación de amistad que mantenía con Miguel de Unamuno entre otras personalidades que no gozaban de buena imagen en el franquismo.

Le llevaron al Casino junto a otras personas a las que estaban rapando el pelo y obligando a beber aceite de ricino (un fuerte laxante), para más tarde fusilarles. “Los tímidos somos muy agresivos… Me enfrenté y al alboroto acudió el cura párroco de Santa Eulalia, quien aseguró que era una persona decente. Me salvó la vida porque después de la rapada y el aceite los fusilaron a todos”, cuenta Ávalos en la entrevista.

miguel-de-unamuno

Juan de Ávalos mantuvo una relación de amistad con Miguel de Unamuno

Años después de que terminara la guerra, el 27 de julio de 1942, Ávalos fue depurado por el régimen, tal y como apareció en el BOE: “Según la orden firmada por el ministro de Educación Nacional señor Ibáñez Martín, don Juan de Ávalos García-Taborda queda depurado por falta de confianza al no ser afecto al régimen”.

Después de esta inhabilitación, Juan de Ávalos se exilió a Portugal sin posibilidad de llevarse su obra. Sería en el año 1950, cuando el reconocido escultor volvería a pisar suelo español. Su regreso tuvo que ver con una exposición nacional en la que presentó una de sus obras, el 'Héroe Muerto'. Franco visitó la muestra y, según las palabras del artesano, dijo: “Este es el gran escultor que necesita España”.

Cobró 300.000 pesetas por su trabajo en el Valle de los Caídos

Un año más tarde se presentó al concurso para elegir al escultor que habría de ornamentar la Cruz del Valle de los Caídos, además del grupo representativo de 'La Piedad', y le adjudicaron la obra. Pero ante su elección, tres académicos se opusieron y firmaron un escrito al ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, en el que protestaron por su elección al no ser afecto al régimen.

Ávalos afirmó que quiso renunciar al proyecto, pero el mismo ministro le aconsejó que fuera a hablar con Franco. Fue el único encuentro que Juan de Ávalos mantuvo con el dictador, a quien define como “de aspecto frío, un témpano. Y, como todos los gorditos, adiposito. Tenía frenillo”.

la-piedad

'La Piedad' corona el conjunto de monumentos del Valle de los Caídos

En aquella reunión en El Pardo, el escultor asegura que mostró su opinión tal y como era, exponiendo que en el Valle de los Caídos no debería haber escenas alusivas a la guerra civil como el paso del Estrecho o el tren de Jaén, pues el monumento donde serían enterrados los muertos de ambos bandos no tenía que herir a nadie.

La formalización para la realización del proyecto escultórico del Valle de los Caídos se produjo en 1952, cuando Juan de Ávalos firmó un contrato con el Estado. El documento recogía que el conjunto estaría compuesto por nueve piezas, de las cuales destacaría una, ‘La Piedad’, compuesta por 151 piezas de mármol.

La figura consta de seis metros de altura, nueve de ancho y tres de fondo coronando la entrada de la cripta. Otras cuatro estatuas, de 16 metros de altura, representan a los evangelistas San Juan, San Marcos, San Lucas y San Mateo. Las Virtudes Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza finalizan el conjunto que Franco encargó al reconocido escultor extremeño.

El presupuesto que le concedieron para llevar a cabo el proyecto fue de nueve millones de pesetas, de los cuales algo más de ocho se fueron para el material y la mano de obra. Al tratarse de un contrato con el Estado, Ávalos tuvo que pagar a Hacienda una parte de su propio bolsillo. Al final, sus honorarios quedaron reducidos a 300.000 pesetas.

COMPARTIR: