26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Un estudio de la Universidad de Cambridge revela que UN ALTO PORCENTAJE DE ELLOS siente la necesidad de compartir sus vacaciones en Internet

Redes y salud mental: Ocho de cada diez jóvenes siente ansiedad ante publicaciones de amigos

Personas haciéndose fotos en la orilla de una playa
Personas haciéndose fotos en la orilla de una playa
La Faculty of Human, Social, and Political Science de la Universidad de Cambridge publicó hace unas semanas un estudio sobre la influencia de las redes sociales en la salud mental. Un porcentaje amplio de la muestra escogida reconoció necesitar compartir sus vacaciones con sus seguidores en las redes. Sin embargo, también muchos de ellos afirmaron no volver a ver las fotos pasado un año. Esto supone para los expertos la despersonalización absoluta de la experiencia.

Un grupo de investigadores de la universidad de Cambridge ha estudiado la influencia de las redes sociales en la salud mental de los usuarios. La Facultad de Ciencias Humanas, Sociales y Políticas ha sido la encargada de realizar este estudio. La muestra sobre la que se ha trabajado ha sido de 9.500 jóvenes entre 16 y 30 años, al ser este grupo de edad el más habitual en el uso de redes sociales como Twitter o Instagram.

La investigación tenía como objetivo conocer el uso que le dan los jóvenes a estas redes sociales y la influencia que en su salud provoca. El 89% de la muestra afirmaron que necesitaban taxativamente compartir las imágenes de sus vacaciones a través de las redes sociales. No obstante, el 78%, es decir un porcentaje parecido, reconocieron que no veían esas fotografías o vídeos al año siguiente de su publicación.

La mayoría de los jóvenes siente la necesidad de publicar fotografías de sus vivencias

Este último dato también lo confirman las estadísticas de Google Photos. Cuando en 2015 la creó Google, esta aplicación recogía nueve de cada diez fotos tomadas por teléfonos de Android a lo largo del globo terráqueo. En 2019, Larry Page, uno de los creadores de Google, comentó que solo una de cada diez fotos es vista más de dos veces el año después de hacerla. Desde Google se denomina a esta cantidad de fotografías que se quedan olvidadas como “the limbo of memories”. Son imágenes que solo importaron durante un breve instante.

El mismo estudio también presentaba que el 83% de los jóvenes sentían ansiedad al ver las publicaciones de sus amigos y de sus seguidores. Sin embargo, no es lo único por lo que sufren los usuarios de las redes sociales ya que el estudio demuestra que  el 68% reconocen estar más atentos a compartir los momentos de su vida que a disfrutarlos. La unión de ambos factores sí puede ser determinante en la salud mental de los jóvenes.

Y es que estos elementos evidencian que estos hábitos sociales en red acaban despersonalizando las experiencias. Los jóvenes no se preocupan por disfrutar de los lugares a los que viajan, sino únicamente de la reacción positiva que puede provocar en los demás. Nos movemos hacia una sociedad más preocupada por el like que por vivir experiencias inolvidables. Esta despersonalización convierte a los usuarios en auténticos actores y a sus vivencias en spot publicitarios. Por otro lado, se iguala el pensamiento estético de lo bello, pues todos tienden a copiar para conseguir la misma reacción que otros por parte de sus espectadores.

Imagen del movimiento social Black Lives Matter

Charlie Brooker, creador de la serie británica Black Mirror, presentó en 2017 el concepto de la tredecency. Este concepto guarda relación con esta conversión de todas las cuestiones como spots publicitarios. En este caso se refiere a la marketinización de la bondad, es decir, la conversión de las causas solidarias en una tendencia más, una tendencia a seguir, pero no se buscan las causas que obligan a cambiar esta cuestión social.

Un ejemplo claro de esta marketinización de la bondad puede ser el movimiento del Black Lives Matter. La mayoría de los famosos pusieron en su momento fotografías con el BLM y un fondo negro. Las causas solidarias pierden su objetivo primigenio para pasar a convertirse en una fábrica de 'me gusta'. 

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