16 de junio de 2024
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FIN DE SEMANA

Tras más de una década del fatídico tsunami que afectó a la central de esta urbe, Japón ha anunciado que liberará los residuos en el Pacífico

Polémica en la 'radioactiva' ciudad de Fukushima: Vierte al océano las aguas tratadas tras su accidente nuclear en 2011

Instalaciones de la Central Nuclear de Fukushima.
Instalaciones de la Central Nuclear de Fukushima.
Más de una década después del fatídico 11 de marzo de 2011, cuando un terremoto y un tsunami afectaron gravemente a la central nuclear de Fukushima, la controversia sigue vigente. El país nipón prevé iniciar el vertido de las aguas tratadas de la central al océano Pacífico este mismo jueves. Unas aguas que, según el propio gobierno japonés y el Organismo Internacional de Energía Atómica, no suponen un riesgo para la vida humana y el medioambiente. Sin embargo, las protestas no cesan.

El 11 de marzo de 2011 quedará grabado en la memoria de todos los japoneses. El país nipón estaba a punto de vivir uno de sus días más trágicos –después de sufrir los ataques nucleares en Hiroshima y Nagasaki, de los que en este mes de agosto cumplen 78 años–. Una región del mundo marcada por una de las fuerzas de la naturaleza más devastadoras: los terremotos. La situación geográfica de Japón coloca al país en una de las zonas con mayor actividad sísmica del mundo. Diversas fuentes apuntan a más de 5.000 sismos al año.

Japón se encuentra en un punto de colisión de varias placas tectónicas: la Eurasiática, la Norteamericana, la del mar de Filipinas y la placa del Pacífico. Dichas placas ejercen presión unas sobre las otras, lo que provoca continuos sismos en el país. Al ser una isla, el riesgo se incrementa pues cuando los sismos que ocurren mar adentro generan tsunamis.

El mapa sísmico de 11 de marzo de 2011 al noreste de Japón.

Al mediodía del 11 de marzo de 2011 en la costa del Pacífico de la región de Tohoku se produjo un gran terremoto, de magnitud 9, uno de los más fuertes del mundo registrados hasta la fecha. El sismo provocó un gran tsunami con olas de más de diez metros de altura. Una combinación que causó más de 18.000 muertes y miles de desaparecidos, pero el desastre siguió escalando en gravedad.

Las olas del tsunami afectaron a la central nuclear de Fukushima –que este . La plana nuclear, operada por la empresa nipona Tokyo Electric Power Companyy (TEPCO), contaba con seis reactores de agua en ebullición construidos en la década de los setenta.

El tsunami que colapsó Fukushima

Tras el terremoto los sistemas de seguridad apagaron automáticamente las reacciones de fisión de los reactores activos (1,2 y 3, los restantes estaban siendo sometidos a labores de mantenimiento). Sin embargo, el sismo dejó sin suministro eléctrico a la central y los generadores diésel de emergencia comenzaron a funcionar de forma automática.

Dichos generadores eran los encargados de suministrar el refrigerante para enfriar aquellos reactores que estaban en funcionamiento. Pero tres cuartos de hora después de activarse el sistema de seguridad, el tsunami superó el muro de contención e inundó los aledaños de los cuatro primeros reactores destruyendo los sistemas de emergencia.

El devastador efecto que dejó el tsunami en 2011. 

Entre el 12 y el 15 de marzo, tras la pérdida de refrigerante, se produjeron tres fusiones de núcleo, tres explosiones de hidrógeno y la posterior liberación de contaminación radiactiva en los reactores 1, 2 y 3. Una radiación vertida a la atmósfera que obligó a establecer un perímetro de seguridad en torno a la central. La evacuación afectó a un radio de 20 kilómetros y se desalojaron a más de 154.000 residentes.

A todos los problemas derivados de recuperar el control de la central e ir observando las consecuencias de la nube tóxica, se le sumó el problema del agua que había entrado en las instalaciones. Un agua de mar contaminada. En los meses siguientes al accidente tuvieron lugar diversas descargas de agua contaminada de diferentes tipos radioisótopos.

OIEA, el Organismo Internacional de Energía Atómica.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) desarrolló el Plan de Acción sobre Seguridad Nuclear (Plan de Acción) a finales de 2011. Un programa de trabajo destinado a fortalecer las medidas de seguridad nuclear a nivel mundial tras el accidente de Fukushima.

Un Plan de Acción que incluía el tratamiento del agua contaminada presente en la central y que se sigue utilizando para la refrigeración de los reactores dañados. A ello se suma el combustible fundido a raíz del accidente y las filtraciones de lluvia durante la última década.

El problema del agua contaminada y su vertido

El agua utilizada para las labores de enfriamiento se ha sometido a un exhaustivo procesamiento con el fin de eliminar la mayoría de los componentes radiactivos. El problema ha llegado cuando la capacidad de almacenamiento roza a su límite. Más de 1,34 millones de toneladas de agua tratada se almacenan en tanques, pero a finales de julio la capacidad de dichos tanques estaba en torno al 98%.

Los tanques que almacenan el agua tratada de la central. 

Un agua contiene tritio en cantidades muy por debajo del umbral de peligrosidad para la salud humana, según TEPCO. El gobierno nipón, junto al principal responsable de TEPCO, con el apoyo del OIEA, aseguran que el agua no implica riesgos sanitarios o medioambientales tras el tratamiento.

El primer ministro nipón, Fumio Kishida, visitó el pasado fin de semana la central y tras recibir la aprobación del OIEA, informó del inicio del vertido este mismo jueves, día 24. Eso sí, “si las condiciones meteorológicas y marítimas no lo impiden", declaró el primer ministro.

El plan tiene previsto verter agua al océano a un ritmo máximo de 500.000 litros diarios en la costa noreste del país. Unos vertidos que han levantado preocupación entre sus países vecinos y un sinfín de asociaciones. 

China ha criticado la decisión. "El océano es propiedad común de toda la humanidad, no un lugar para que Japón vierta arbitrariamente agua contaminada con materia nuclear”, sentenció el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores. A ello se suma el veto a la importación de productos nipones de diez prefecturas e impuso controles exhaustivos de radiación.

Ciudadanos nipones durante una protesta contra el vertido de las aguas de Fukushima. 

John Lee, jefe del Gobierno de Hong Kong, también anunció restricciones a productos marítimos de origen japonés. Una preocupación que se extiende a la industria pesquera local. "Viola los derechos humanos de las comunidades en Japón y la región del Pacífico y no cumple con el derecho marítimo internacional. Lo que es más importante, ignora las preocupaciones de su pueblo, incluidos los pescadores", aseguró la ONG Greenpeace.

Sin embargo, Corea del Sur no se ha opuesto al plan de Japón pese a las numerosas manifestaciones civiles y la creciente preocupación ciudadana. Los intereses políticos y la incertidumbre generada no frenan el plan de Fumio Kishida de iniciar el vertido.

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