29 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Julio Merino, exdirector de "El Imparcial", desvela otros datos desconocidos de este episodio fundamental en la historia de España de hace 40 años

Nuevas revelaciones del Golpe del 23-F (III): El verdadero papel que jugaron el general Armada y el PSOE

Exclusiva Alfonso Armada en sus últimos años.
Alfonso Armada en sus últimos años.
El periodista Julio Merino, miembro de la Real Academia de Córdoba, desvela datos inéditos hasta ahora del Golpe de Estado del 23-F de 1981 que le relataron algunos de sus protagonistas tiempo después, como el papel que jugó el general Alfonso Armada y el conocimiento que tenía el PSOE de Felipe González de este suceso.

Que quede claro desde el principio. Todo lo que aquí voy a contar es transcripción casi textual de lo que tenía escrito Don Sabino Fernández Campo, exjefe de la Casa Real, y que me dejó copiar en la cafetería "Riofrío" de Colón. La información que aquí reflejo fue lo que a su vez le contó el general Armada, el famoso elefante blanco, a Sabino Fernández.

Relato del general Armada:  

- La segunda vez que me vi con Múgica (Enrique) fue en Madrid, pocos días antes de las Navidades.

Para entonces, como pude ver, ya tenía las cosas muy adelantadas. No sólo había hablado con Felipe (e incluso me mostró el "Informe Confidencial" que había preparado para él)  sino que ya habían sondeado a bastantes diputados del PCE y de UCD (de estos últimos  sólo me citó a Francisco Fernández Ordoñez, a quien al parecer le había entusiasmado el plan de la Moción y hasta se había comprometido a aportar 15 votos seguros y 40 probables).

El último punto que planteó como "el más difícil" fue el de la Presidencia de ese gobierno y adelantó que Felipe había rechazado ser él.   

-¿Entonces?- le pregunté.

- Bueno, Felipe dice que debe ser un independiente, alguien con prestigio, pero sin carnet de Partido.

- Pues, estoy de acuerdo - le respondí- Habrá que pensar en alguien de prestigio.

-¿Y un militar? ¿por qué no un militar que tenga una imagen clara de demócrata?

- Pues, sí, también.

Y en eso quedamos. En seguir pensando y trabajando. Y nos volvimos a ver ya en 1981, a petición mía. Pues iba a ver al Rey a Baqueira y quería darle más información.

Múgica, se mostró muy esperanzado. Según me contó la "Moción de Censura" estaba ya casi  "amañada", con hombres de varios partidos (aunque ese día no me concretó nombres), aunque faltaba el presidente.

Enrique Múgica.

Y de posibles presidentes hablamos ese día. Entre los dos o tres posibles, coincidimos: el teniente general D. Manuel Díaz Alegría (ojo, don Manuel no D. Luis, su hermano).  El catedrático Prieto Castro y Don Antonio  Hernández Gil.

- ¿Y por qué no el general Armada?- soltó en un momento dado con cierta picardía.

- ¿Qué dices Enrique? –la verdad es que me sorprendió- yo no puedo ser… a mí se me identifica mucho con el Rey. Además yo no soy un buen  dialéctico. No, no, no. Imposible.

- Pero, te gustó la idea ¿verdad?, 

Luego fui meditando y en mi fuero interno surgió una pregunta ¿ y por qué no?... y lo hablé, eso sí, con mi gran amigo Emilio Romero y él no lo dudó, me dijo que me dejara querer. Y ahí acabó esa segunda reunión con Múgica.

Faltaba una tercera, que ya fue en febrero.

- ¿Y el Rey? ¿le fuiste informando de los pasos que estabas dando?

- No, Sabino, como tú bien sabes, yo oficialmente estaba en Lérida y apenas viajé a Madrid por esas fechas... Pero, sí le pude informar el 5 de enero, ya de 1981, en Baqueira. Curiosamente la tarde-noche que los Reyes sufrieron la muerte de la Reina Federica, la madre de Doña Sofía.

Pero, como el Rey no acompañó a la Reina en su precipitado regreso a Madrid y se quedó en Baqueira esa noche, el Rey me pidió que me quedara con él a cenar (y en el restaurante “Arties” cenamos)... y naturalmente, aproveché para informarle de todo.

- Pero, Alfonso, ¿estás seguro que Felipe ha visto bien y ha aceptado lo de la Moción de Censura? – me insistió.

- Señor, yo no he hablado personalmente con Felipe, pero Múgica me lo ha asegurado…. Y como acabo de contarle parece que es él quien se está encargando de mover los hilos.

- Por favor, Alfonso, asegúrate bien de todo. Es muy serio lo que estamos planificando… ¿No habrás dicho que yo estoy informado?

- Majestad, en absoluto, Y cuando me lo preguntó Múgica se lo negué de inmediato.

- Está bien, es fundamental que la Moción sea cosa de los socialistas, como lo fue la otra.

- ¿Y del Presidente, qué me dice, Majestad?

- Pues, yo digo lo que tú, me parece que tú no debes serlo, parecería que te he puesto yo y eso no sería bueno. Cualquier otro que  elijan los socialistas será bueno para mí…. Alfonso, tenemos que conseguir que esta sea una operación del PSOE, y si quieren un militar que sean ellos los que lo propongan.

- Pero, desgraciadamente, para la “Moción de Censura” que ya teníamos casi “amañada”, el 29 de enero dimitió sorpresivamente Adolfo Suárez y eso lo trastocó todo. Lo que nunca supe fue el por qué de aquella inesperada dimisión.

- Pues, yo sí – le respondí- Fue Su Majestad.

- ¿El Rey?

- Sí, Alfonso, y yo fui casi testigo. Porque fue S.M. el que le habló de la “Moción de Censura” que se estaba preparando…

(Ojo, al llegar aquí creo que es mejor que les reproduzca esa historia como me la contó a mí Don Sabino muchos años después).

Dimisión de Adolfo Suárez pocos días antes del 23-F

Según le contó Don Sabino Fernández Campo a nuestro colaborador Julio Merino:

Llegó casi por sorpresa y siendo un verdadero desconocido del pueblo español. Sólo tenía 43 años y era Ministro Secretario General del Movimiento, aunque ya había sido también Gobernador de Segovia y Director General de RTVE. Cuando aquel día del mes de julio del año 1976 fue nombrado Presidente del Gobierno por el Rey Juan Carlos I ni él mismo se lo creía. Se llamaba Adolfo Suárez González. Fue el primer Presidente de la España democrática. Ganó las primeras elecciones libres que se celebraron el 15 de junio del 77 y durante su Gobierno se aprobó la Constitución de 1978. También ganó las elecciones de 1979 y, también sorpresivamente, tal día como hoy del año 1981 presentó su dimisión al Rey, quien enseguida le concedió el ducado de Suárez con grandeza de España.

El Rey Juan Carlos I y Sabino Fernández Campo.

Repasando hoy algunos de mis "recuerdos políticos" (escritos entre 1969 y 2002 y reservados para incluirlos en mis "Memorias") he llegado a una conclusión: debo publicarlos en vida, aunque sólo sea por mi amor a la Historia, no sea que luego se pierdan, como les pasó a los de mis amigos Torcuato Fernández Miranda y Sabino Fernández Campos. Además ahora gozamos de una libertad de prensa y una pluralidad política que no sabemos cuánto puede durar.

Y comienzo con la dimisión de Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno en 1981. Ya sé que desde aquel 29 de enero se han dado muchas razones para justificar su inesperada decisión y variadas versiones, aunque la más extendida fue que lo hizo para evitar el Golpe que ya se preparaba (y que se produciría el 23 de febrero). Pues, como las cosas no fueron así y la "verdadera verdad" corre el peligro de perderse para la Historia, me parece obligado publicar lo que, en verdad, en verdad, motivó la Dimisión más sonada de la Transición... según tengo escrito en mis "papeles"

"Entre las muchas cosas que estoy leyendo estos días sobre lo que está sucediendo en Cataluña (que ya no se sabe lo que es) he leído, por boca de un comentarista político, de los que saben de todo, que Rajoy debería dimitir como dimitió Adolfo Suárez en 1981 ‘para evitar que se produjera el 23-F’, es decir para salir del atolladero que ha provocado el Procés y la aplicación del 155. No entro ni salgo en esa cuestión, pero sí me gustaría aclarar lo de la dimisión del Presidente Adolfo Suárez González, el "padre" del desastre actual.

Según dicho comentarista, y según ha pasado a la Historia de la Transición, Suárez dimitió cuando supo que se preparaba un Golpe de Estado. ¡Y eso no se ajusta a la verdad! La realidad no fue esa, la realidad fue que Adolfo Suárez dimitió cuando supo que se preparaba una Moción de Censura para derribarle como Jefe del Gobierno. Y sí es verdad que con su dimisión se cargó la Moción de Censura, que no era otra cosa que el ‘Plan A’ del general Armada y los socialistas. (Famosa se hizo la entrevista de Armada con Enrique Mújica en Lérida).

Según mis fuentes (y por ellas sí pongo las manos en el fuego) las cosas sucedieron así aquella mañana del 29 de enero de 1981.

Suárez tenía aquel día Audiencia con el Rey Juan Carlos I fijada para las 10:30, pero como otras veces se presentó en La Zarzuela media hora antes, con la intención de tomar un café con ‘Don Sabino’ (Sabino Fernández Campos) antes de pasar a ver a S.M. ‘Venía muy contento, alegre, dicharachero como siempre’. ‘Sabino -me dijo- ayer resolví el problema que tenía con mi Partido, tuve una reunión con los barones y llegamos a un acuerdo. Nada de luchas externas, lo que tengamos que discutir lo haremos de puertas adentro. Creo que le va a gustar al Rey saberlo. Bastante tengo con Alfonso Guerra’.

Luego Suárez entró en el despacho del Rey, donde ya le esperaba S.M., y allí permaneció casi una hora. Naturalmente lo que hablaron sólo ellos lo podrían haber contado (cosa que yo, al menos, no sé si contaron). Lo que sí sé es lo que Sabino había escrito en varias páginas de sus ‘Recuerdos’ (así llamaba a sus ‘Memorias’): ‘Cuando Adolfo salió del despacho del Rey se detuvo conmigo y ya no era el mismo -reproduzco textualmente- Venía desencajado, triste, como muy cabreado. Sabino -dijo sin sentarse- me voy. Hoy mismo dimito. ¿Qué ha pasado?, le pregunté yo también sorprendido. Me ha contado que hay preparada una Moción de Censura para echarme del Gobierno... y eso no lo voy a permitir. Bastante tuve con una. A mí no se me humilla... Lo sabía, sabía que Armada no era trigo limpio... ¿Armada? ¿qué tiene que ver Armada con esa Moción de Censura?, le pregunté todavía más sorprendido. ‘Eso que te lo diga el Rey, a mí sólo me ha dicho que era una idea del Maquiavelo’ -respondió- Me voy, dimito. ¿Se lo has dicho a S.M.? ‘No, se enterará por la tele’... y con mala cara se despidió.

Naturalmente en cuanto se marchó Adolfo -sigo reproduciendo- me fui a ver al Rey y me llevé otra sorpresa, porque nada más entrar en su despacho S.M., casi riendo me dijo:

-  ¿Qué? ¿qué te ha contado Adolfo?

-  Señor, me ha dicho que se va, que dimite.

- Vaya hombre, ya era hora... no sabía cómo decirle que se fuera y mira por donde lo de la Moción de Censura lo ha arreglado

-  ¿Y qué es eso de la Moción de Censura? -le pregunté muy serio-.

-  Sí, es un plan que Armada ha ideado con los socialistas.

-  ¿Armada? Pero si Armada no es ni siquiera diputado... Además, Señor, una Moción de Censura la tiene que plantear un Partido, y tiene que presentar un candidato a la Presidencia del Gobierno –yo seguía sorprendido-.

- Pues eso, el PSOE presenta la Moción y presenta a Alfonso como Presidente. La Constitución no prohíbe que sea un Independiente, civil o militar.

-  ¿Y cómo no me había dicho nada de esto, Señor? -le dije algo molesto.

- Ay, Sabino, Sabino, hay cosas que la mano derecha no debe decirle a la mano izquierda o al contrario –me respondió sonriendo.

El general Alfonso Armada.

-  Señor -me atreví a decirle todavía-, pero el PSOE no tiene mayoría en las Cortes y la Moción puede perderse.

-  No, según Alfonso, el PCE y algunos diputados de la UCD también apoyarían.

- Majestad, pues siento decirle que no me gusta este asunto.

- Sabino, te aseguro que a mí no me va a pasar lo que le pasó a mi abuelo, que por alejar a la Izquierda perdió la Corona... Además, creo que los objetivos merecen la pena –y entonces abrió un cajón de su mesa y me entregó un papel, un simple papel doblado. “Ten -dijo alargándome el papel- lee esto y luego me lo comentas”.

Y con aquel papel, que conservo, me volví a mi despacho. Y en cuanto entré leí su contenido, que era muy simple.

Objetivos del nuevo Gobierno

- Acabar con el "pasteleo político" en el que ha caído Suárez para mantener la Presidencia.

- Acabar con el terrorismo de ETA y cualquier terrorismo.

- Reconducir el disparate de las 17 Autonomías y reorganizar la Administración del Estado.

-  Acabar con los separatismos y defender a ultranza la Unidad de España.

- Acabar con la corrupción que ya mina la Administración, los Partidos y hasta los Sindicatos.

Era el ‘Plan A’ del general Armada y fue lo que se cargó Suárez con su dimisión, pues al dimitir voló la posibilidad de la Moción de Censura pactada con el PSOE, ya que no podrían presentarla al nuevo Presidente, que iba a ser Leopoldo Calvo Sotelo. Pero, al mismo tiempo, provocó la puesta en marcha del ‘Plan B’ ¿Qué habría pasado entonces si no dimite Suárez?, pues que no se habría producido, seguro, el ‘23-F’ que se produjo. Pero, de este plan y lo que sucedió desde la dimisión de Suárez hasta la entrada de Tejero en el Congreso hablaré otro día."

Las palabras de Don Sabino que recojo las copié de los folios de sus ‘Recuerdos’, que me dio a leer algunos años después, una mañana mientras desayunábamos en la cafetería Riofrío de la calle Génova en Madrid. Parece ser que esos ‘Recuerdos’ o ‘Memorias’ desaparecieron, pero de que los escribió el Jefe de la Casa Real no tengo dudas, pues a mí me leyó muchas, muchas, de aquellas páginas. Y me comprometo a contarlas, si Dios me alarga la difícil estancia que tengo ahora mismo en este mundo...  y encuentro quien quiera publicarlas.

- Claro. Ahora lo entiendo todo. Bueno, pues el hecho es que la dimisión de Suárez lo cambiaba todo y así lo hablé con Múgica…Con Múgica y con el Rey, a quien llamé por teléfono desde los Pirineos.

- Escucha, Alfonso –me dijo S.M. al teléfono- He pensado que tú debes estar en Madrid, así que prepara las maletas y ya te avisaremos.

Y efectivamente el día 3, ya de febrero del 81, me llamó desde Barajas (se iba, como me dijo, a Grecia, al entierro de la Reina Federica, la suegra) para darme la noticia: “Alfonso, el Gobierno te nombra Segundo Jefe del Estado Mayor. Me voy a Grecia, en cuanto llegues a Madrid te quiero ver en la Zarzuela.

                                      El Rey Juan Carlos y el general Armada.

- Pues, Señor, ya sabe, siempre a su servicio. Y así, en esa situación, me presenté en la Zarzuela el día 13 a las 10:00 de la mañana, pues aunque estaba citado para las 10:30 quise saludarte antes a ti, como recordarás, y a Nicolás.

- Sí, lo recuerdo muy bien y recuerdo que Don Nicolás (Don Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de Mondejar) se quedó conmigo todo el tiempo que estuviste con S.M. y comentando la situación que se había planteado con la dimisión de Suárez.

- Bien, pues sigo, pero perdona que te resuma lo que hablamos. En primer lugar, y después de hablar de Suárez, te puedes imaginar lo contento que estaba… hasta que de pronto me dijo:

- Bien Alfonso, de una manera o de otra Suárez ya está fuera, pero… y aquí te juro que hizo una larga pausa- ahora te voy a decir, de verdad, lo que a mí me gustaría.

- Señor, decidme.

- Alfonso, tienes que estudiarme cómo podríamos hacer Presidente a Felipe, ya sabes lo que siempre ha dicho mi padre, que la Monarquía no estará consolidada hasta que no haya un Gobierno de Izquierdas y no pase nada.

- Señor, yo estoy seguro que el PSOE barrerá en las próximas elecciones...

 - Largo me lo fiáis, Alfonso, no habrá elecciones hasta 1983 y eso es demasiado tiempo...A mi me gustaría que fuese antes, ya.

 - Majestad, puedo sondear a Múgica, ya me he hecho buen amigo suyo. Es más, después de todo lo que hemos hablado creemos que podría haber otro tipo de Moción.

- ¿Y eso? ¿cuál? ¿cómo?

-  Casi como se hizo en Francia con De Gaulle en 1958.

- A ver, explícate.               

- Señor, aquí le traigo  el "Plan de Operaciones" que le hemos preparado:

Punto 1: Entre las 5 y las 7 de la tarde el teniente coronel Tejero, con fuerzas de la Guardia Civil, entrará y tomará el Congreso de los Diputados y retendrá al Gobierno en pleno y a toda la clase política hasta la llegada de “una autoridad militar”. Sin sangre y con la mínima violencia. 

Punto 2: Si este primer paso sale bien y sin problemas mayores, el general Armada se trasladará a la Zarzuela para desde allí, y con el Rey al lado, coordinar la postura de los capitanes generales de las nueve Regiones y las de Baleares y Canarias. 

Punto 3: Con el “OK” de los capitanes generales, que habrán actuado por orden: primero en Valencia, luego la división Acorazada Brunete en Madrid y después la II, la IV, la V, la VI, la IX, la VII, etc, y el control pacífico de la situación a nivel nacional, el general Armada se trasladará al Congreso de los Diputados, retirará del Hemiciclo a las fuerzas ocupantes y ofrecerá al Pleno la formación de un “Gobierno de Concentración” presidido por él y Felipe González como Vicepresidente político e intervendrán los líderes políticos “consensuados” para ayudarlo y votarlo. 

Punto 4: Una vez aceptada la “solución Armada” por la mayoría del Congreso, el presidente de las Cortes se dirigirá a la Zarzuela para informar a S.M. el Rey y S.M. dará por buena la decisión parlamentaria y constitucional y abrirá una rápida tanda de consultas con todos los líderes de los Partidos, que se irán trasladando a la Zarzuela sin pérdida de tiempo. 

Punto 5: Evacuadas las consultas y con asentimiento de los líderes políticos, el Rey autoriza al presidente de las Cortes para que anuncie el nombramiento del general Armada como nuevo presidente del Gobierno... y con la aprobación y la presencia de todas las autoridades obligadas se trasladan a la Zarzuela y Armada jura su cargo. 

Punto 6: Llegado el momento de la votación favorable al general Armada, el teniente coronel Tejero se retira con sus fuerzas y queda a disposición del nuevo Gobierno. 

Punto 7: Una vez resuelta la situación S.M. el Rey se dirige a la Nación por Televisión Española y da por concluido el “golpe”. Aquí queda absolutamente claro que el “elefante blanco” era el general Armada y todo lo demás son elucubraciones, porque, según este “plan”, el Rey no acudiría al Congreso hasta la tarde siguiente. 

Punto 8: A la mañana siguiente, ya día 24, aparece en el BOE el nombramiento de Armada, se produce el relevo en Presidencia y se hace público el nuevo Gobierno. 

Punto 9: Ese mismo día 24 se celebra un Pleno extraordinario conjunto (Congreso y Senado) en el que el Rey resume la situación y pide la máxima colaboración de todos en bien de España. 

(Nota, ESTO, eran los 9 puntos que Sabino me entregó a mí en 1993 y que yo no quise publicar hasta 25 años después, en mi obra ya citada y con su permiso.)

- A ver, a ver, explícame esto, ¿qué es esto?

  El General Armada el 23 F cerca del Congreso de los Diputados.

- Señor, es un plan que hemos ideado Múgica y yo para poder hacer Presidente a Felipe González… como ha fallado la Moción de Censura hemos pensado que por esta vía también conseguimos lo que  S.M. quería.

- Alfonso ¿estás loco?

- No, Majestad, si todo se hace y sale como lo hemos planificado puede salir adelante.

- Pero ¿eso es constitucional?

- Sí, porque, en realidad, son los Diputados los que eligen al Presidente…

Bueno, Sabino, que después de casi dos horas repasando el “Plan de Operaciones” el Rey me dijo:

- Mira, Alfonso, yo no lo veo, pero si tú y Múgica  y si es Múgica el que está contigo, quiero pensar que detrás está Felipe, yo no voy a oponerme. Por supuesto, tampoco lo apruebo oficialmente. Así que si vosotros lo lleváis adelante vosotros seréis los responsables. El Rey no puede ni aparecer... Que sale bien, al Gobierno, que sale mal a la cárcel. Bien lo sabes  tú como militar: o  Poder o Paredón.

- Señor, yo estoy convencido de que todo puede salir bien.

- Ojo, Alfonso, y una condición sine qua non te pongo: si hay violencia o tiros, heridos o muertos, me pondré totalmente en contra. Por encima de todo, la Monarquía y España. Pero, bueno, Suerte y al Toro

- Majestad, todo eso lo he meditado y le aseguro que lo hago de acuerdo con mi conciencia. ¿Entiendes ahora, Sabino, lo que fue aquella tarde noche?

- Sí, Alfonso, y veo que las cosas te fallaron por los tiros en el Congreso (sí, estoy seguro,  porque cuando escuchó los tiros, el Rey se puso pálido y casi se desmaya) y por evitarte que vinieras a La Zarzuela.

- Sí, Sabino, es verdad... Y ahora comprenderás mi insistencia por ir a hablar con el Rey, porque yo, desde que escuché los tiros, ya sabía que el Rey, Borbón al cabo, se echaba para atrás. Si yo estoy a su lado no se echa atrás. Además tenía que decirle que a última hora habíamos acordado que en la propuesta del Gobierno de Concentración yo fuera de Presidente y Felipe de Vicepresidente político.

- Sí, posiblemente sea así... lo que pasó es que en lugar de estar tú a su lado estuve yo... Y yo no sabía nada y tal como se presentó me pareció una locura.

- Bueno, pues todavía te digo que si Tejero hubiese aceptado que yo pasara al Hemiciclo y  retira a sus guardias civiles todavía el plan hubiese salido adelante. Había mucha gente a favor... ¿Entiendes ahora por qué le escribí al Rey cuando con mi abogado preparaba ya mi Defensa para el Juicio?   (Fue esta carta):

 Señor: 

"Escribo esta carta con honda preocupación pues el tema es muy difícil y delicado. 

Quiero señalar que me propongo defender a Vuestra Majestad en el juicio, con todas mis fuerzas, pues creo que es lo más conveniente a España, a V.M. y al Ejército; Alfonso no ha cambiado... 

Ahora bien, ante las continuas alusiones a mi deslealtad, fundamentalmente las del Informe del Ministro de Defensa, y otros periodistas que ponen en boca de los Reyes infundios, creo que por mi honor tengo la obligación moral de defenderme públicamente. 

Creo que las palabras de Laína, boca para todos los ataques, están por ligereza tergiversadas y V.M. en lugar de decir como se afirma "no te fíes de Armada. Está desautorizado", lo que realmente dijo fue "no te preocupes por Armada, tiene una misión no oficial que deberá cumplir a título personal para salvar a los rehenes", ya que ésta fue la autorización que recibí de la Junta de Jefes de Estado Mayor y que también figura en el documento. 

Por otra parte, quisiera pedirle a V.M. que me autorice para emplear en mi defensa, únicamente en lo que se refiere a mí, la parte de la conversación de la audiencia del 13 de febrero a las 10:30 horas en la Zarzuela. 

Ruego respetuosamente, que por Sabino, se haga la rectificación o aclaración a las palabras de Laína y me dé instrucciones respecto a la conversación del 13 de febrero, únicamente para salvar mi honor y defenderme. 

Siempre a las órdenes de Vuestra Majestad: 

Firma: Alfonso Armada 23 de Marzo de 1981".

Pero el Rey no me contestó por escrito y su respuesta verbal y no en persona, me dejó a los pies de los caballos, porque a esas alturas mi palabra, sólo mi palabra, ya no bastaba.

- Pues, no fue S.M. quien te respondió así, Alfonso, fui yo. Yo, que me di cuenta el máximo peligro que escondía aquella respuesta por escrito, ya que si te daba permiso para contar la conversación que habías mantenido con él, y que me acabas de contar, aunque también él me la contó ese día, pero muy distinta, puesto que a mí, al menos, me dijo que te había prohibido lo de Tejero, incluso que te lo había hecho  jurar...era la pérdida de la Corona... y si te lo negaba te daba justificación para no hablar "porque el Rey me lo ha prohibido" y  eso te salvaba a ti, pero para los Jueces, para la Prensa y para el pueblo era decir que el Rey era autor del Golpe.

 - Por favor, Sabino, si hasta me deseó suerte… sí, era echarme a los leones... ¡¡y aquí me tienes!!... con 30 años sobre mis espaldas.

 - No, Alfonso, ya verás como eso se arregla.

- Sí, sí, en el otro mundo.

Y así terminamos aquel día. Pero, volvimos a vernos un día de 1990, cuando ya había sido indultado y se había retirado a su Galicia.

- Bueno, Alfonso, sería el Destino.

Y hasta aquí llegaron las confidencias de Don Sabino. Pero, como es posible que los lectores duden de la veracidad de esta información, yo, Julio Merino, solo puedo decir una cosa: Por Don Sabino Fernández Campo, yo pongo las manos en el fuego y me creo sin dudar todo lo que me contó, y no solo de su conversación con Armada, sino con Miláns, con D. Juan y con el Rey, todo, pero no las pongo por Don Alfonso Armada Comyn, entre otras cosas porque nunca fuimos amigos ni yo le conocía a fondo.

Y termino por hoy diciendo lo que he dicho desde el primer momento. Yo no pretendo rectificar a nadie, ni desmentir nada, ni discutir con nadie… Yo me limito a contar lo que ellos me contaron.

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