Empeora la economía de los divorciados: Sube a 200 euros pensión mínima de alimentos
Este incremento podría hacer que muchas parejas se piensen mejor la decisión antes de separarse
Un 30% de los matrimonios que necesitan divorciarse no pueden hacerlo por dificultades económicas, y de los que se divorcian la mitad lo hacen en términos de precariedad económica, acercándose peligrosamente su situación al umbral de riesgo de pobreza.
El umbral de riesgo de pobreza en España según el INE es el siguiente para 2023:
- Hogares de una sola persona: Umbral de riesgo de pobreza 10.989,5 euros. Con alquiler imputado es de 12.653,4 euros.
- Hogares de 2 adultos y 2 niños: Umbral de riesgo de pobreza 23.978 euros. Con alquiler imputado es de 26.572,10 euros.
Con la inflación y el aumento del coste de la vida en España, la pensión alimenticia mínima de los hijos en procesos de familia sube en 2024 de 150 euros a 200 euros por hijo y mes. Si alguien necesita divorciarse y tenía pensado fijar una custodia monoparental, ya sea materna o paterna, debe de saber que se ha actualizado el importe mínimo de pensión de alimentos, de manera que ya no son 150 euros, sino 200 euros por hijo y mes, más gastos extraordinarios. Esto ya se está aplicando en Juzgados especializados de familia como son los de Madrid o Bilbao.
La actualización es correcta, pues ni con 200 euros se puede cubrir la parte del progenitor no custodio de las necesidades mensuales de los hijos según está el coste de la vida. Ahora bien, lo que debemos de valorar es si es asumible por los progenitores no custodios dicha pensión.
Ejemplo de un divorcio medio con custodia monoparental en Madrid
Un divorcio con dos niños en el que se fija una custodia monoparental y se le adjudica el uso de la vivienda familiar sobre la que pesa una hipoteca mensual de 600 euros. El progenitor no custodio tendrá que hacer frente a 400 euros de pensión de alimentos de los hijos más 300 de la mitad de la hipoteca. Por tanto, a un sueldo medio de 1.300 euros al mes, si se le quitan esos 700 euros, el dinero restante que le queda a este progenitor no custodio es de 600 euros para cubrir todas las necesidades de vida, tanto propias como las extraordinarias de los hijos y en especie cuando está con ellos. En Madrid ya no existen pisos en alquiler de 600 euros, pues suelen costar a partir de 700 o incluso 800 euros.
Por esto, el panorama de este divorciado progenitor no custodio con dos hijos será vivir 'de prestado' temporalmente si le es posible (en casa de familiares o amigos, lo que a partir de los 40 años puede ser especialmente duro anímicamente) para poder llegar a fin de mes dignamente. De no querer o poder vivir 'de prestado', tendrá que alquilar una habitación mínimamente decente en la que le cobrarán al menos 300 o 400 euros. En ambos casos, lo normal es que, a pesar de tener graves dificultades económicas, no pueda tener a sus hijos por la noche cuando le corresponda y sólo les pueda tener en momentos muy limitados, pues no dispone de una vivienda independiente adecuada.
Además, los gastos de vida no bajan de 300 o 400 euros al mes por persona: alimentación, suministros, transporte o combustible, teléfono, ropa y gastos de vida.
Que un niño le pida a su progenitor algo tan básico como un helado, comer una hamburguesa los domingos en un establecimiento, una camiseta o zapatillas un poco más caras de lo habitual o hacer una actividad extraescolar y que no pueda satisfacerlo por no poder costearlo, es algo que mina la dignidad de todo padre o madre.
Familias que malconviven
Esto está llevando a que muchas familias malconvivan sin separarse o que, si se separan, tengan que hacerlo con “casa nido”, alternándose en el uso de la vivienda en periodos al no poder sufragar dos viviendas adecuadas para los hijos, lo que es un foco de conflictos y daño familiar.
Cuando dos personas deciden separarse, no es un capricho, sino una necesidad. Tener que compartir vivienda con nuestra expareja puede convertirse en un infierno y si no se consigue controlar la tensión, también puede ser un infierno para los hijos.
Muchas familias se acaban separando precisamente por no poder soportar las limitaciones económicas a pesar de estar juntos. El factor económico es cada vez más uno de los principales motivos de ruptura. Cuando toman la decisión de separarse, pero empiezan a ser conscientes de su panorama futuro, que suele incluir un empobrecimiento especialmente a corto plazo para los dos, los afectados pueden enfrentarse a depresiones, tensiones y enfrentamientos.
Cuando un matrimonio llega a la conclusión de que la convivencia no es viable, pero la separación tampoco lo es por dificultades económicas, se encuentran en una encrucijada en la que todas las opciones son malas y se debe de valorar cuál es la “menos mala”.
Tanto convivir con la expareja como malconvivir por separado con penurias económicas son situaciones que afectan gravemente la dignidad de toda persona. Tener derecho a divorciarse, pero que en la práctica no pueda hacerse efectivo por no salir las cuentas es algo mucho más duro de lo que puede parecer a quien no lo vive en primera persona.
Esta situación puede generar:
- Enfrentamientos y violencia.
- Daño familiar en todos los miembros de la familia, pero muy especialmente los hijos.
- Depresiones y suicidios.
- Enfermedades que se somatizan.
- Riesgo de que incluso personas con trabajo, por divorciarse, vivan en condiciones de vulnerabilidad y por debajo del umbral de la pobreza.
Más noticias: