27 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

La polémica ha surgido a raíz de la concesión del Premio Nacional de Tauromaquia 2018 al diestro Juan José Padilla

Los ataques de Podemos a la Tauromaquia provocan la indignación de los intelectuales: "El toreo es sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas"

Juan José Padilla
Juan José Padilla / Ministerio de Cultura
Es la frase que pronunció el primer ministro británico, lord Winston Churchill, ante la Cámara de los Comunes en aquel 13 de mayo de 1940, en que se libraba la batalla por Francia ante los nazis. Sea o no de su autoría, proceda de aquel famoso poema de Lord Byron o no, la frase recoge toda una filosofía de lucha por la supervivencia, de esfuerzo hasta el último aliento, en pro de la libertad ante el totalitarismo opresor y genocida

Avanzaba el nazismo en la Europa occidental y lo hacía el comunismo, no menos genocida, en la oriental, invadiendo la mitad de Polonia, tras el tratado firmado entre Ribbentrop y Mólotov. Hoy los herederos de ese comunismo, derrotado por el mismo pueblo que lo sufrió en la Europa oriental, mientras avanzan los nazismos nacionalistas con fuerza, pretenden, otra vez, privarnos de nuestras libertades. De nuestra libertad de expresión, en primera instancia, de nuestra libertad de opinión, después, de nuestra libertad de elección libre y personal. Se amparan en grandilocuentes pero vacías frases y en el “pueblo”. Pueblo al que ellos mismos desprecian y sólo manejan a su antojo. Pueblo al que dicen representar cuando sus opciones, en la Europa libre, son notoriamente minoritarias mediante el simple y constatable hecho de que les votan una minoría de la sociedad (y por eso es preciso suprimir las elecciones, claro, así ellos serían las únicas voces de un pueblo callado y oprimido).

La Tauromaquia: Fuente de valores humanos

Estos totalitarios de escasos méritos académicos, científicos, intelectuales, han decidido que uno de sus objetivos debe ser la tauromaquia. Porque, amparados en el “buenismo imperante”, en la creciente sensibilidad de la sociedad contemporánea hacia la naturaleza, su conservación, y la de los animales (sobre todo las mascotas domésticas, ojo, una gran minoría de los animales que pueblan la tierra), han visto en ello un filón para privar a nuestra nación de una de sus señas de identidad. La Tauromaquia, en efecto, es cultural y socialmente, un elemento cohesionador del territorio nacional, una práctica –en sus muy diferentes manifestaciones- que ocupaba desde Cataluña a Andalucía, desde Galicia a Murcia, desde el País Vasco al Levante español. En unos lugares más que en otros, pero presente en todos ellos en los últimos cinco siglos de nuestra historia. De ahí el intento prohibicionista catalán, de ahí los sucesivos embates de independentistas vascos, gallegos o podemitas modernos. No es que les interese especialmente el tema, es que ven en ello una forma de atacar a España, la que ha permanecido unida –a pesar de unos y otros- desde la unión de Castilla y Aragón y la suma de Navarra en tiempos de los Reyes Católicos.

El arte del toreo, un rito ascentral / Andrew Moore

La Tauromaquia, sin embargo, es fuente de valores humanos, verdaderamente ejemplarizantes en tantísimos casos. Esta semana conocíamos la decisión de otorgar el Premio Nacional de Tauromaquia a un diestro que ha sufrido en sus propias carnes esa sangre, ese esfuerzo, ese sudor y esas lágrimas que engrandecen al hombre cuando son capaces de hacerle superar la adversidad. Es un ejemplo para muchos. Juan José Padilla, y no entremos en el detalle de sus cualidades artísticas o técnicas, en esta su postrer temporada vestido con el litúrgico terno de seda y oro, ha simbolizado precisamente esa frase y esos valores. Valores plenamente humanos, dignos de ser admirados y compartidos por la sociedad en su conjunto,al margen de que a uno le gusten o le disgusten los toros. Razones más que suficientes para defenderle ante el ataque del Podemos oficialista y oficial.

Insultos a personas dignas de admiración

Precisamente estos neocomunistas, defensores de regímenes tan benéficos como los de Irán, que obviamente les subvenciona su medio de comunicación (por cierto, ¿a que no adivinan lo que le hubiese pasado a Rita Maestre, sin ir más lejos, si se le ocurre asaltar una mezquita, semidesnuda, amenazando con quemarla como en el 36, en pleno Teherán?), o Venezuela donde se mueren de hambre los ciudadanos a pesar de las tres comidas del “nutricionista” Errejón, o que desembolsa cantidades importantes de centenares miles de euros por informes copiados, de pocas páginas, a Monedero, esos neocomunistas, repito, son los que critican, insultan y menosprecian a un ser humano digno de admiración por los valores que atesora y ha demostrado en su vida.

Sumen a ellos otros muchos ejemplos recientes: Paco Ureña, que a pesar de perder un ojo fruto de una cornada en Albacete, siguió cumpliendo con su labor, por no defraudar al público asistente, hasta el fin de la lidia de ese toro; Rubén Pinar, en Madrid, en la corrida que cerraba la temporada, con cornada grave, que no abandonó el ruedo hasta ver cómo doblaba su antagonista, a pesar de las dos trayectorias y los 45 cm de herida abierta en su pierna; ejemplo el del venezolano Manuel Vanegas, que a pesar de sufrir una lesión medular durante la lidia en Ledesma, se ha superado a sí mismo, a su limitación física, y en tan sólo unos meses ya es capaz de mantenerse en pie y gobernar sus brazos cuando no los podía mover tras el gravísimo percance, soñando con su vuelta a los ruedos. De Pinar decíamos apenas unos días atrás: “…gesto heroico el de aguantar, sin una sola duda, con hombría, sin teatro alguno, la seria gravedad de una cornada de dos trayectorias, para lidiar y aun estoquear a su duro, durísimo oponente. No hubo cojeo de dolor, no hubo nada de cara a la galería, que sin duda lo habría valorado, no hubo sino la ética del deber cumplido, y la asunción de todos esos valores que conlleva este arte ancestral”.

Cansados de ver tanto asqueroso teatro en algunos deportes, que deberían servir como ejemplos también para la sociedad, los gestos de los toreros los engrandecen y los elevan por encima de la mayor parte de la sociedad. No así tantos gestos de los dirigentes podemitas, quienes se permiten insultarles a pesar de que ellos mismos tienen mucho que callar (hay quién no paga la Seguridad Social de sus empleados, como Echenique, el insultador en este caso; los hay condenados por ocupación, violencia y agresión; los hay acusados de pederastia, de malversación, de prevaricación, de alzamiento de bienes para no pagar a empleados, pobres trabajadores,… y eso que acaban de llegar apenas hace tres años a la política nacional). Fantástico ejemplo, desde luego, como para predicar lo contrario.

El toreo es sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas / Andrew Moore

La tauromaquia, sin embargo, es ejemplo de solidaridad y de compañerismo en el ruedo. Puede haber sus tensiones, sus enemistades incluso, sus rencillas o envidias, pero si un compañero está en peligro, hasta su más enconado enemigo en la calle, saltará para poder librarle del riesgo en que se encuentra, exponiendo para ello su propia vida si fuese necesario. Lo hemos visto mil veces. Pero no para aquí. Arriesgan, una y otra vez, sus vidas en corridas y festivales benéficos para los más diversos fines, y siempre que surge la ocasión para ayudar a un compañero herido. Eso sí que son ejemplos.

Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas, acompañan al torero en tantas ocasiones. Padilla, con su larga trayectoria es un ejemplo vivo de ello. Recuerden la pavorosa cogida de este año, el 7 de julio, en la plaza abulense de Arévalo, en la que un toro le arrancó medio cuero cabelludo. Nada le hizo arredrarse y ha terminado la temporada fiel a su estilo, luchando con denuedo hasta ver culminada su carrera profesional. Lo dicho, un ejemplo: sangre, esfuerzo, sudor… y gloria.

 

COMPARTIR: