Viaje por los monólogos de humor: De Miguel Gila al recién premiado Goyo Jiménez
El cómico y actor Goyo Jiménez ha sido el primer galardonado con el Premio 'SGAE de Humor Miguel Gila'
La Fundación Sociedad General de Autores Españoles (SGAE) ha puesto en marcha el “I Premio SGAE de Humor Miguel Gila”. Lo hace para impulsar el reconocimiento de quienes desarrollan su actividad en el campo del monólogo de humor.
Sin duda, en los últimos años este género ha conseguido una importante actividad en todos los rincones de nuestro país. Y, sobre todo, una estrecha relación con un público cada vez más numeroso.
Este galardón ha sido bautizado en recuerdo de Miguel Gila, que nació en 1919 y falleció en 2001. Fue el más importante monologuista, por no decir el primero de los grandes exponentes del monólogo en España.
Un homenaje a Miguel Gila
El humorista, actor y escritor ganó reconocimiento por su mezcla de ironía, surrealismo y absurdo, utilizando el teléfono como un recurso escénico innovador. A través de falsas conversaciones telefónicas, lograba abordar temas costumbristas pero universales, con un gran ingenio. Eso le permitió conectar con el público, propiciar la reflexión desde la risa y destacar su talento narrativo.
Combatiente de la Guerra Civil Española, canalizó sus memorias en forma de humor crítico y sirvió de revulsivo en una España todavía apagada. Su trabajo como humorista gráfico, en el teatro, el cine, la radio y la televisión le propició un reconocimiento internacional.
El Premio Ondas en 1993 y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1996, entre otros reconocimientos, reflejan su impacto cultural y su legado.
Tuvo una vida muy conflictiva por sus monólogos y la situación política del momento en España, que estaba bajo la dictadura de Franco.
Miguel Gila nació en el barrio de Tetuán, pero se crió con sus abuelos en el madrileño barrio de Chamberí. Huérfano de padre (falleció antes de que él naciera) y con dificultades económicas en su hogar, abandonó los estudios a los 13 años.
Su primer trabajo fue de empaquetador de café y chocolate, y después, de aprendiz de pintor de coches. Más tarde, pasó a trabajar en los Talleres Boetticher y Navarro, donde alcanzó el cuarto grado de aprendiz. Compatibilizó sus trabajos con estudios de dibujo lineal en la escuela nocturna de artes y oficios de Madrid.
La difícil vida de Miguel Gila
Al estallar la guerra civil, como militante de las Juventudes Socialistas Unificadas se alistó como voluntario republicano. En El Viso de los Pedroches, Córdoba, fue puesto frente a un pelotón de ejecución y logró salvar la vida.
El fusilamiento se produjo al anochecer de un día lluvioso y los integrantes del piquete estaban borrachos, por lo que no acertaron disparando. Gila se hizo el muerto y logró sobrevivir. En su libro de memorias “Y entonces nací yo: Memorias para desmemoriados” escrito en 1995, relata así aquel episodio.
“Nos fusilaron al anochecer; nos fusilaron mal. El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas con el ya mencionado “Ábrete Sésamo”, de los vencedores de batallas.
El frío y la lluvia calaba los huesos. Y allí mismo, delante de un pequeño terraplén y sin la formalidad de un fusilamiento, sin esa voz de mando que grita: «¡Apunten!, ¡fuego!», apretaron el gatillo de sus fusiles y caímos unos sobre otros. Catorce saltos grotescos en aquel frío atardecer del mes de diciembre. Las gallinas tuvieron poco tiempo para respirar, el que emplearon los del piquete de ejecución en apretar sus gatillos. Y sobre la tierra empapada por la lluvia, nuestros cuerpos agotados de luchar día a día”.
Tras salvar la vida, en diciembre de 1938, fue hecho prisionero en Extremadura. Lo trasladaron a un campo de concentración en la localidad cordobesa de Valsequillo.
"Creo, es decir, estoy seguro, que mi identidad política terminó en diciembre del año 1938, en el frente de Extremadura, cuando, unos instantes antes de caer prisionero en manos de los moros de la 13.ª División del general Yagüe, tuve que romper mi carné de las Juventudes Socialistas; pero la ideología que mamé en mi niñez, en mi casa de gente humilde y en las fábricas o talleres donde trabajé, sigue latente en mí”.
Miguel Gila fue internado hasta mayo de 1939 en campos de prisioneros. Pasó después por la cárcel de Yeserías, la de Santa Rita en Carabanchel y, finalmente, la cárcel de Torrijos (posteriormente fue el Colegio Calasancio de la calle Conde de Peñalver). Allí fue donde coincidió con el poeta Miguel Hernández.
Finalizada la guerra, cumplió un servicio militar de cuatro años en Zamora y prestó servicio como chófer del coronel. Comenzó a colaborar en Radio Zamora y en el periódico Imperio, dentro de la Prensa del Movimiento. Más tarde, fue fresador en la empresa Construcciones aeronáuticas (CASA).
Como humorista gráfico comenzó en la revista universitaria salmantina Trabajos y días. Más tarde publicó en La Codorniz del periodista Álvaro de la Iglesia y en la revista de humor negro Hermano Lobo.
Según su autobiografía, el éxito en los escenarios le llegó en 1951, cuando actuó en Madrid como espontáneo en el teatro de Fontalba. Allí contó un improvisado monólogo sobre su experiencia como voluntario en una guerra.
En la década de 1950 actuó en la radio y comenzaron sus problemas con los miembros de la política, que no consentían ser retratados con sus monólogos. Y la censura franquista entró en acción.
Así, en 1968, se exilió y fijó su residencia en Buenos Aires, Argentina. Allí puso en marcha una compañía de teatro y en México la revista satírica La gallina. También se destacó por sus actuaciones unipersonales en el programa “Sábados Circulares”.
Realizó varias giras por toda Latinoamérica. En Venezuela participó en el programa de humor “Radio Rochela”, en Radio Caracas Televisión, invitado por Tito Martínez del Box. En 1977 actuó en España, antes de su regreso definitivo en 1985.
En 1979 Gila participó en la película de animación “Historias de amor y masacre”, dirigida por Jordi Amorós, con guion del propio Gila, y los geniales humoristas gráficos Chumy Chúmez, Ivà y Jaume Perich, con dibujos de todos ellos.
No utilizaba palabras malsonantes o polémicas. En sus fingidos diálogos telefónicos tenía una muletilla que se ha hecho famosa: «¡Que se ponga!».
Además de sus apariciones en televisión se llegaron a editar 37 discos en distintos formatos con diversas compañías discográficas y un vídeo con sus monólogos.
Falleció el 13 de julio de 2001 en Barcelona a causa de una insuficiencia respiratoria debida a una enfermedad pulmonar crónica que sufría. Era un fumador empedernido e insaciable.
A lo largo de los años fueron muy numerosas sus intervenciones en Televisión Española, algunas en anuncios, en series y en programas de variedades. En 1993 se emitió en TVE la serie ¿De parte de quién?, con Gila y Chus Lampreave, guion de Gila y dirección de Ángel Alonso.
En Argentina participó en varios programas de televisión, siendo recordada su participación en “Al estilo de Mancera”, en 1978, en donde tenía a cargo una sección fija llamada «Que se ponga».
El I Premio SGAE de Humor Miguel Gila
Volviendo a la actualidad, no puede ser más oportuno bautizar con su nombre este "Premio SGAE de Humor Miguel Gila". Un reconocimiento merecido por su trabajo como humorista gráfico, en el teatro, el cine, la radio y la televisión. Su legado, absolutamente genuino e inigualable tanto en los textos como en el tono de voz, hoy perdura como referente del humor inteligente y humanista.
La I edición de la entrega de este galardón tuvo lugar el pasado 18 de diciembre, en el hall de los Teatros Luchana. El jurado determinó que recayera en el humorista Goyo Jiménez. Actor, director y escritor, célebre por su aguda visión cómica y capacidad para transformar la vida cotidiana en monólogos inolvidables.
Con una carrera que abarca teatro, televisión y cine, se ha consolidado como uno de los grandes referentes del humor en España. Destaca especialmente por sus populares monólogos sobre las diferencias culturales entre españoles y estadounidenses.
Su estilo único, que combina ingenio, cercanía y reflexión, le ha valido múltiples reconocimientos y un público fiel. Además de su faceta humorística, Goyo también es un apasionado de la dirección y la escritura, dejando su sello personal en todos sus proyectos creativos.
Más noticias: