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Portada de un libro infantil titulado No es fácil vestir a un león donde aparece una niña con sombrero y coletas sentada sobre un león que tiene una expresión seria mientras la niña sostiene un calcetín azul
CULTURA

Vestir a un león en la era digital, una llamada a reconectar con la infancia

Mientras la tecnología despunta, la literatura infantil y el ocio compartido demandan su lugar para formar niños felices

En algún rincón de la selva, una niña intenta vestir a un león que no se lo pone nada fácil. Entre camisas, calcetines y un buen puñado de paciencia, se va desplegando una historia que, aunque parezca solo una aventura divertida, en realidad nos habla de algo mucho más profundo. Porque  educar a un niño (como intentar vestir a un león) está lleno de intentos fallidos, de ternura que desborda y de ese vínculo invisible que solo se construye con tiempo, presencia y mucho amor.

No es fácil vestir a un león, el nuevo libro de  Sara Nicolás y Óscar Rull, galardonado con el Premio Cubilete 2025, podría representar algo más que un cuento con rimas graciosas y dibujos llenos de color. Es también un reflejo, casi una metáfora, de lo que nos está pasando. Padres, madres, educadores... todos lidiamos con un mundo que deslumbra con pantallas, notificaciones y estímulos sin fin. Y sí, claro que hemos aprendido mucho con la tecnología (los niños, especialmente, han absorbido conocimientos a una velocidad increíble), pero quizá va siendo hora de detenernos un momento, respirar hondo y recordar qué cosas siguen siendo de verdad importantes.

El niño frente al espejo negro

La infancia de hoy ha crecido entre tablets, móviles, vídeos de YouTube y videojuegos. Son herramientas con un potencial enorme, pero también pueden devorar el tiempo, alejando a los niños de todo lo que se descubre con el cuerpo, con las manos, con la mirada atenta a lo que ocurre cerca.

Frente a eso, los libros infantiles como No es fácil vestir a un león proponen otra forma de estar en el mundo. Una que no corre, que no desliza con el dedo, que se detiene. Sus autores pensaron cada página para que leer se convirtiera en un pequeño juego compartido. La historia se va construyendo al pasar las hojas, con rimas que piden ser completadas solo si uno espera, si uno toca, si uno acompaña. Así, el simple gesto de pasar la página se transforma en parte del relato.

Y quizás ahí esté la clave. No es tanto lo que cuentan estos libros, sino cómo nos colocan frente al niño. Nos obligan a sentarnos cerca, a bajar el ritmo, a mirar y a escuchar. Y en ese sencillo gesto, en ese rato de compañía sin pantallas de por medio, es donde empieza a crecer algo que vale la pena cuidar.

Reír, correr, ver, imaginar

El verano ya asoma, con esos luminosos días largos y ese paréntesis tan valioso entre un curso que acaba y otro que aún no ha empezado. Es una época especial, por las vacaciones y porque tenemos ante nosotros la oportunidad, y también el reto, de regalar a nuestros hijos algo más que tiempo libre.

Durante estos meses, los niños necesitan experiencias que les hagan crecer, recordar, emocionarse. No se trata de llenar agendas, sino de ofrecerles momentos con sentido. Un campamento donde aprendan a convivir y descubrir lo desconocido. Un torneo de fútbol o una clase de natación donde se sientan parte de un equipo. Una tarde de lectura en voz alta, tumbados a la sombra. Un viaje en familia, aunque sea al pueblo de siempre, con tiempo para mirar el cielo y preguntarse mil cosas. O simplemente una tarde de piscina entre chapuzones y risas.

Carteles de las películas Padre no hay más que uno 3 y Lilo y Stitch, una con una familia en un nido gigante y otra con una niña abrazando a un personaje azul de orejas grandes
Cartel de la película 'Padre no hay más que uno 5' y 'Lilo & Stich' | Montaje propio

No nos olvidemos del cine. Qué importante es el cine en verano. Las salas se llenan de historias que despiertan algo por dentro. Este año nos esperan títulos entrañables como Paddington, la nueva versión de Lilo & Stitch, Cómo entrenar a tu dragón o la divertida Padre no hay más que uno 5.Películas que invitan a mirar juntos la pantalla pero, sobre todo, a salir después con ganas de seguir hablando, de recordar escenas, de compartir emociones y de reflexionar.

Los parques, las playas, los juegos de persecución, los castillos de arena, las cabañas hechas con cojines... todo eso también educa, también forma. Es ahí donde nacen los recuerdos que más duran. La infancia necesita movimiento, aire, piel, tierra y agua. Necesita que estemos cerca. Y si lo pensamos bien, quizá sea ahora, justo ahora, cuando más falta les hace que les demos eso. Sin prisas. Sin pantallas. Solo con ganas, y con amor.

No hay por qué renunciar a la tecnología

No se trata de renegar del presente. La tecnología ha llegado para quedarse. Pero la infancia no puede estar supeditada solo a lo digital. Hay que enseñar a los niños a conjugar bien el verbo “tocar”: tocar un libro, un árbol, una piedra, una mano amiga, el agua...Los pequeños necesitan algo más de información, necesitan formación emocional y sensorial.

El equilibrio existe. Apps educativas, audiocuentos, juegos de lógica... todo puede sumar si lo acompañamos con libros físicos, conversaciones reales y aventuras. Y si lo combinamos todo bien, tendremos una generación con todo lo bueno de siempre y las oportunidades del ahora. Aprendamos a manejar las tecnologías y que no sean ellas las que nos manejen a nosotros y a nuestros pequeños.

Educar con sentido común... y corazón

Padres, madres, profesores, bibliotecarios, monitores: este artículo es un recordatorio. Un pequeño zarpazo de león a nuestra rutina. Estamos a tiempo de ofrecer a los niños una educación rica en estímulos reales, rica en cultura, rica en vínculos humanos.

Carteles de las películas Cómo entrenar a tu dragón y Paddington in Peru uno al lado del otro
Cartel de la película 'Cómo entrenaar a tu dragón' y 'Paddington' | Montaje propio

Volver a contar cuentos por la noche, llevarlos al cine sin distracciones, dejar que se manchen, que se aburran, que inventen juegos absurdos, que creen, que construyan... Apostar por historias como la del león rebelde y la niña insistente. Porque educar también es tener paciencia cuando todo sale mal... hasta que, de pronto, el león se deja vestir y corre feliz al parque.

Un verano para recordar

El verano es una estación fértil para volver a las bases. Ocio de verdad, buena literatura, cultura compartida y valores. No es rechazar los móviles, sino ponerlos en su sitio. Los niños de hoy están aprendiendo más que nunca. Pero necesitan que les recordemos algo fundamental: cómo se vive sin Wi-Fi, cómo se comparte sin filtros o cómo se crece tocando el mundo.

Y si aún no sabes por dónde empezar, recuerda: no es fácil vestir a un león, pero con paciencia, humor y una buena historia, todo es posible.

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