Así fueron las mujeres en la vida del pintor Dalí: 'Voyerismo', excentricidad y miedos
Una de las amantes de Dalí fue la vedette transexual Amanda Lear, con quien tuvo un 'affaire' aceptado por su mujer Gala
El 23 de enero de 1989 Salvador Dalí falleció a los 84 años. Los últimos días del pintor transcurrieron en el Castillo de Púbol, entre visitas de un pequeño y exclusivo círculo de personas. Por aquel entonces, la salud de Dalí estaba muy deteriorada.
La pena invadió al pintor tras la muerte de Gala en 1982. Junto a ella, formó uno de los matrimonios más excéntricos y polémicos de la cultura internacional.
Pero Gala no fue la única 'compañera' de Salvador Dalí. Su imagen de genio provocador conquistó a otras mujeres que han pasado a la historia como las otras musas del máximo exponente del surrealismo.
Su 'romance' con Amanda Lear
La cantante y actriz francesa Amanda Lear fue una de las mujeres más cercanas a Salvador Dalí. La fama llegó a la vida de Amanda en 1959. Cuando comenzó a actuar en Le Carrousel. Uno de los locales drag más populares de Paris, donde se convirtió en toda una vedette.
Su figura también forma parte de la historia del icónico Pasaje Begoña, en Torremolinos. Allí solía actuar en el Hotel Pez Espada, como Peki d'Oslo. Por aquel entonces, ya comenzaron a surgir los rumores sobre su supuesta transexualidad.
El primer encuentro entre Dalí y Amanda se produjo en 1965. Fue el diseñador Paco Rabanne quien les presentó. Aunque muchos afirman que la primera vez que se encontraron fue en Barcelona, cuando Lear actuaba en el Cabaret de la Ciudad Condal.
Entre ellos se inició una relación que duró 15 años. Amanda se convirtió en la musa del pintor y llegó a tener una habitación propia en el castillo de Púbol.
El triángulo amoroso con Gala
La relación entre Amanda Lear y Dalí estuvo marcada por momentos estelares. Por ejemplo, cuando durante una fiesta, el pintor invitó a la cantante a que se sacara un pecho para deslumbrar al resto de invitadas.
Aquella relación de supuesta amistad y admiración dio paso a un affaire. Amanda Lear se convirtió en amante de Dalí con el consentimiento de Gala.
Dicen que por aquel entonces Amanda aún no se había sometido a una cirugía de cambio de sexo y que Dalí quiso pagar dicha intervención. Un rumor que desmintió la propia vedette.
Nanita Kalachnikoff, otra musa peculiar
Otra figura destacada del círculo de Dalí fue Nanita Kalachnikoff, nacida como Fernanda Carretero. De ascendencia española y rusa, era hija de un escritor polémico conocido por sus textos de tono erótico.
Casada con un miembro de la familia Kalashnikov, el apellido de esta mujer exótica parecía salido de una de las extravagantes fantasías del pintor.
Dalí, siempre encantado de crear apodos, la bautizó como "Luis XIV" por su porte majestuoso.
Según Ian Gibson, autor de La vida desaforada de Salvador Dalí, Nanita fue una de las habituales en la "corte trashumante" del pintor. Una "corte" que recorría la Costa del Sol en busca de inspiración y compañía excéntrica.
El polémico matrimonio con Gala
Han sido varias las mujeres que han acompañado a Dalí, pero Gala es considerada como una de sus pasiones. Ambos formalizaron su matrimonio católico el 8 de agosto de 1958 en Sant Martí Vell, Gerona. Sin embargo, su historia comenzó mucho antes, en 1934, cuando contrajeron matrimonio civil en París.
Se habían conocido en el verano de 1929, en Cadaqués. Entonces Gala, nacida como Helena Diakonova en Kazán (Rusia), aún estaba casada con el poeta Paul Éluard.
Gala fue el epicentro de la vida de Dalí. Educada y sofisticada, recitaba a Baudelaire y Apollinaire con fluidez.
También era conocida por su carácter libre y su atracción por las vanguardias artísticas y los hombres que las integraban. Antes de Dalí, había sido amante de Max Ernst mientras seguía casada con Éluard.
Cuando conoció a Dalí, el joven pintor era virgen y temía su propia sexualidad, así que ejercía el voyerismo. Acudía a burdeles donde se masturbaba mirando a meretrices, ya que tenía miedo de contraer una enfermedad venérea.
Gala, diez años mayor, se convirtió en su musa, amante y, más tarde, en su agente. Fue el inicio de una relación compleja, marcada por la admiración de Dalí hacia ella y la libertad amorosa que ella practicaba. Gala no escondía las relaciones que mantenía con otros hombres.
Mientras que Dalí se consagraba como exponente del surrealismo y la pintura internacional, su relación con Gala se fortalecía. Ella se encargaba de la carrera de Dalí, negociando contratos y gestionando su imagen pública. Era más que su musa; era su compañera de vida y motor profesional.
Concluido el exilio, regresaron a la España franquista. Se instalaron en Port Lligat, en una pequeña cabaña que más tarde se convirtió en una villa con piscina.
Gala, siempre determinada a no envejecer, se mantuvo como una figura enigmática. A finales de los años sesenta, Dalí cumplió una promesa que le había hecho: regalarle un castillo.
El castillo de Púbol, en el Bajo Ampurdán, se convirtió en el refugio de Gala. Allí vivió sus últimos años y fue enterrada en una cripta bajo la fortaleza. Dalí, profundamente afectado, se refugió en Púbol hasta 1986.
Dalí murió en 1989, siendo casi un espectro de sí mismo, en Figueras, cerca del lugar donde todo comenzó. Su legado, sin embargo, sigue vivo, ligado para siempre a la figura de Gala, la mujer que transformó su vida y su arte.
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