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Un hombre posa junto a un taxi en una calle urbana con edificios y personas al fondo.
CULTURA

Seis décadas del ‘taxista eléctrico’: El albaceteño que conquistó la prensa nacional

Antonio Díaz, al que ofrecieron trabajar en el circo, acumulaba energía eléctrica que le transmitía su Renault Dauphine

Hace prácticamente 60 años, un taxista albaceteño se convirtió en noticia nacional y más allá. Era Antonio Díaz Pérez, al volante de su Renault Dauphine. Protagonizó un sinfín de reportajes en los periódicos de toda España, incluido el popular diario El Caso.

Y contrariamente a lo que se pudiera pensar, no fue por un suceso relacionado con un atraco. Sino por una noticia que se situaba entre los sucesos y las ciencias ocultas.

Corrían los primeros meses de 1965, y los hechos trascendieron más allá de la albaceteña Plaza del Altozano, entonces llamada Plaza del Caudillo. Allí el conductor solía esperar clientela con su taxi, el número 56. El asunto fue descubierto por el periodista Eduardo Cantos, quien elaboró un reportaje que se emitió en Radio Juventud.

A partir de ahí, el fenómeno comenzó a correr como la pólvora. La prensa de medio país se hizo eco de una noticia que se presentaba con títulos sugerentes. "Central eléctrica humana", “El taxista electrónico” o “El hombre imán”.

En estas crónicas, se relataba que un taxista de Albacete acumulaba y transmitía energía eléctrica al salir de cualquier automóvil.

Para introducir las crónicas, se hacían comparaciones tales como que desde las películas de Frankenstein no se había visto nada igual. El taxista tenía entonces 33 años. Era natural de Ayna -una de las localidades albaceteñas en las que José Luis Cuerda rodó su mítica Amanece, que no es poco-. 

Portada del periódico
Página del semanario 'El Caso'. | El Cierre Digital

Se dedicaba al taxi desde 1954 como empleado de Francisco Morote, para luego trabajar para Juan González y, por último, para Gaspar Martínez. En 1958 dejó el taxi para conducir camiones con la idea de mejorar su situación económica. Y lo hizo hasta 1962, cuando consiguió una licencia propia por parte del Ayuntamiento de la capital albacetense. Se jubiló al frente de su autotaxi en 1996.

'El hombre imán' a lomos de su Renault Dauphine

Desde los primeros compases de 1965, lo que en principio eran calambrazos que atribuía a algún defecto de la instalación eléctrica del taxi, se convirtió en algo más serio. Al contacto con su mano se podían oír chasquidos al recibir la energía acumulada. Y, además, el efecto, según las crónicas, se podía ver en la oscuridad.

Se presentó en el taller del concesionario de Renault. Allí el mecánico, tras revisar el automóvil, le dijo que el problema no era del taxi que conducía, con matrícula AB-17861. La cuestión, por lo tanto, era de su propio físico, algo que, según confesaba, no le preocupaba lo más mínimo.

Antonio Díaz Pérez, Taxi N.º 56, Paradas: Plaza Caudillo 212984, Estación Vieja 212985, Casas Baratas 220008, Plaza Gabriel Lodares 223006, Plaza Isabel II 220055, León, 6, Teléfono 212170, Albacete.
Licencia de taxista de Antonio Díaz. | El Cierre Digital

A la pregunta de la prensa de si le inquietaba tan extraño suceso, respondía: "En absoluto, no, lo más mínimo, yo me encuentro perfectamente por ahora".

Y el fenómeno se reproducía en cualquier vehículo que utilizara. De hecho, para dar fe de lo que le sucedía, realizó una demostración en el Seat 1500 del presidente del Grupo Sindical de Autotaxis, Primitivo Parada.

Se subió en el asiento trasero, el reservado a los viajeros, ante la atenta mirada de un periodista de apellido Nadal. Enseguida salió, aproximó un dedo al reportero y, cuando todavía no se había producido el contacto, ¡zas!, descarga eléctrica al canto y con chasquido incluido. Si el latigazo se producía de noche, se podían ver hasta las chispas.

Cartas y llamadas

Tras la difusión de tan extraño hecho, comenzaron a llegarle cartas y llamadas de teléfono desde España y hasta de Francia. “Sí -confiesa a sus 94 años-, me escribió una curandera francesa y me dijo que conocía mi caso y que no me preocupara”. Pero no quedó ahí la cosa, ni mucho menos.

Un hombre mayor con camisa de cuadros y expresión seria.
Antonio Díaz. | Alejandro Santoyo

“Desde Valencia me contactó un ingeniero de televisión tras haber leído en El Caso lo que me sucedía y me comentó que a él le pasaba algo similar. Y que era capaz de mover una muñeca a un metro de distancia", relataba.

"Otro ingeniero me llamó desde Lérida y me sugirió que le pusiera una goma colgando al coche en la parte de atrás para que hiciera contacto con el suelo. Y así se descargara y no pasara la corriente estática al coche. Y muchos otros mecánicos, de Mataró, en Barcelona, o de Ciudad Real, me dijeron lo mismo”.

Antonio Díaz Pérez inició una serie de consultas, y un médico llegó a decir que la cuestión no era de su jurisdicción y que no entendía de electrónica. Por consejo de unos amigos, pensó en dirigirse al Instituto de Investigaciones Científicas.

Pero si el afectado no mostraba excesiva preocupación, no sucedía lo mismo con el presidente de los taxistas. Este no descartaba que el asunto afectara a su régimen laboral, no fuera a ser que los clientes decidieran no alquilar su automóvil.

Carnet de encuadramiento profesional de la Asociación Provincial de Empresarios de Auto-Taxis y Gran Turismo de Albacete, perteneciente a Antonio Díaz Pérez, domiciliado en Joaquín Quijano, 2, Albacete, con el vehículo marca Renault, matrícula AB-0.162-D, emitido en Albacete.
Carnet de conducir de Antonio Díaz Pérez. | El Cierre Digital

Y el periodista, por si la historia se recibía con incredulidad, invitaba a los lectores de toda España a personarse en la Plaza del Caudillo. Y solicitar los servicios de Antonio Díaz y su taxi.

Ahora, recuerda no sin humor que, con el paso de los días, ya había clientes que se negaban a que les hiciera la carrera el "taxista eléctrico". Y había chicos que se pasaban por la parada de taxis. Y le pedían que le diera la mano a su novia para darle una descarga.

En una ocasión, Antonio Díaz recogió a dos monjas en un colegio para llevarlas a la estación de ferrocarril, y el asunto protagonizó la conversación durante el recorrido.

“Me preguntaron que, si el vehículo era el número 56, el del chico que daba corriente... Les dije que ese chico se murió. ¡Qué lástima!, contestaron. Y cuando les bajé las maletas en la estación, les reconocí que el muerto era yo”.

La estupefacción de las religiosas fue tremenda.

Le ofrecieron actuar en un circo

Y lo más curioso de todo fue la oferta que le hicieron para actuar en un circo. “A través de un compañero, me presentaron a un señor que representaba a un circo y me dijo que si era capaz de encender con mis chispazos un algodón, me contrataba. Le dije que ni hablar”.

Sin duda, fue lo más curioso que le sucedió en sus casi cuatro décadas de carrera como taxista. Con nueve vehículos distintos y una media de 75.000 kilómetros anuales, según recuerda gracias a su prodigiosa memoria.

Hombre posando junto a un automóvil antiguo con matrícula CE-2940.
Antonio Díaz con su Mercedes. | El Cierre Digital

Pero, ¿cómo acabó todo? Finalmente, y ante el cariz que comenzó a tomar el asunto, vendió el Renault Dauphine y se compró un Mercedes. Y el "taxista eléctrico" dejó de serlo. Pero su caso quedó para la posteridad. Diarios como El Caso, eso sí, señalaban con gran despliegue tipográfico que el de Antonio Díaz no era el único caso documentado.

“En la Medical School de Nueva York existe un archivo en el que se registran minuciosamente cuantos hechos semejantes al de Antonio Díaz se conocen en distintos países”, señalaba el rotativo. Sin duda presentaba historias chocaban con la propaganda franquista en un momento en que los guardianes de la moral, los censores, lo controlaban todo.

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