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Una imagen en blanco y negro de una escena histórica en un parlamento con varias personas de pie y sentadas, y en primer plano, una persona mayor con gafas y bigote sonríe a la cámara.
CULTURA

Ruiz Risueño 43 años después del 23-F: Tejero dijo que quemarían el Congreso

Existen innumerables historias sobre lo acontecido la noche del golpe de Estado del 23-F en el Congreso.

Sobre el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 se ha escrito mucho en nuestro país. Sin embargo, tras 43 años de lo sucedido esa fatídica noche en el Congreso de los Diputados aún quedan historias que han permanecido ocultas hasta hace muy poco.

Una de esas historias involucra al que fuera senador y diputado de la UCD, el albacetense Francisco Ruiz Risueño, que ese día asistía a la investidura de su presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, y lo hizo en calidad de espectador en las bancadas libres del hemiciclo. 

Durante esa fatídica noche, tras la entrada del teniente coronel Tejero y sus tropas en el Hemiciclo, Risueño y un héroe anónimo, encargado de la cabina de luces del Congreso, evitaron que las circunstancias se agravasen aún más: sobre todo, que se quemara el Congreso ante un posible apagón de las luces de la Sala principal.

Ahora, elcierredigital.com ha entrevistado al exdiputado y senador de la UCD Ruiz Risueño, testigo vivo 43 años después de aquella noche negra en la historia de España, para conocer más detalles sobre lo que ocurrió y sobre ese héroe anónimo: el chico de la cabina de luces del Congreso.

El expolítico Ruiz Risueño primero nos explica el motivo de su asistencia aquel día al  Congreso: “Ese lunes yo tenía compromisos en Madrid, formaba parte del Comité Organizador del primer centenario del cuerpo de Abogados del Estado, organismo al que pertenezco. Al terminar la comida aprovechamos para ir a presenciar la investidura de nuestro presidente, Leopoldo Calvo Sotelo. Teníamos la posibilidad de asistir y sentarnos en las bancadas que hay al final del Hemiciclo y que pueden ser ocupadas por senadores, yo me incorporé con otros compañeros, entre los que estaban Julio Nieves Borrego y Manolo Broseta, que lamentablemente fue luego asesinado por la banda ETA", recuerda Ruiz Risueño a elcierredigital.com. 

Hombre con bigote y gafas sonriendo en una foto en blanco y negro.
Fotografía de Francisco Ruiz Risueño, Congreso de los Diputados, año 1977 / Foto de ASTELLANOS LÓPEZ, J. A. | ElCierreDigital

Sobre su llegada al Congreso de los Diputados aquel día, Ruiz Risueño explica a nuestro medio que “nos sentamos en un pequeño balcón que hay al lado de la zona de la prensa gráfica, donde los fotógrafos solían tomar sus imágenes de la sala del Congreso. Y comenzó la solemne sesión de investidura... y bueno, pasó lo que pasó, de pronto escuchamos los gritos de unos guardias civiles que nos decían que nos tiráramos al suelo y comenzó el descontrol que amenazaba con destruir la democracia que entonces estábamos construyendo... Yo estaba sentado al lado de Fernando Abril-Martorell, que fue ministro anteriormente y que conocía muy bien a Tejero, de hecho, fue él quien me dijo que uno de los asaltantes era el teniente coronel Tejero”, recuerda el exsenador albacetense.

“Yo estaba sentado en la parte de arriba del Hemiciclo, justo al lado de la cabina donde está todo el sistema de luces y todo el sistema de megafonía y de cómputo de los votos. Es una salita que la gestiona un funcionario y que estaba pegada a una escalera, y yo estaba en el escaño pegado justo al otro lado de la misma escalera”, recuerda Risueño sobre el lugar que escogió para presenciar la investidura de Calvo Sotelo y donde le tocó vivir la tensión de aquella noche del fallido golpe de Estado de Tejero. 

El posible cortocircuito en el Congreso el 23-F

El exdiputado y senador de la UCD, Ruiz Risueño, nos explica lo que vivieron tras los primeros momentos posteriores a la irrupción del teniente coronel Tejero en el Congreso de los Diputados: “Había mucha tensión en el ambiente y los que estábamos allí no sabíamos qué hacer, estábamos preocupados y yo, además, decepcionado como español por ver a la Guardia Civil asaltando la soberanía popular y haciéndole daño a todos los españoles”, relata Risueño.

Entre toda aquella tensión, el que fuera senador de la UCD recuerda escuchar un siseo: “Escuché cómo alguien trataba de llamar mi atención y vi a un chico, que era el encargado de la cabina de luces, y que me estaba haciendo señales, me quería decir algo y yo notaba que estaba muy preocupado, pero no podía escucharle a pesar de que estábamos muy cerca, finalmente con insistencia conseguí entender lo que me decía”. 

“Y me dijo que había dos sistemas de luces en el Congreso de los Diputados que funcionaban de forma alternativa. Uno se encendía cuando se apagaba el otro, pero que, sin embargo, en actos solemnes como una investidura o un acto con presencia de los Reyes, los dos sistemas funcionaban al mismo tiempo. El chico me alertaba de que no podían permanecer encendidos por más de dos horas al mismo tiempo porque corría el riesgo de que hubiera un cortocircuito en el Congreso y se fuera toda la luz”.

Un hombre uniformado con un sombrero levanta la mano mientras sostiene una pistola en un edificio gubernamental, rodeado de otros hombres armados y personas observando.
Fotografía de Antonio Tejero durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 | ElCierreDigital

“Cuando el chico me dijo esto miré el reloj y vi que llevábamos ya casi dos horas, por lo que en cualquier momento podía irse la luz y quedarnos a oscuras, con el peligro que eso conllevaba dada la situación que se estaba produciendo, nada menos que un golpe de Estado”, expone Ruiz Risueño en su entrevista con elcierredigital.com.

Sobre las advertencias de este chico, el exdiputado dela UCD recuerda que “Tejero no estaba en ese momento en la Sala, así que le dije al chico que fuera a decírselo al cabo que estaba al mando... yo me puse de pie y le dije al soldado que nos vigilaba que el chico de la cabina tenía algo muy importante que decirle a su mando, el chico bajó y vi cómo le cambió la expresión al cabo al escuchar lo que podía pasar en la Sala... el cabo se retiró rápidamente y a los dos minutos volvió Tejero”.

Un héroe anónimo

“Cuando volvió a entrar Tejero se le veía muy preocupado y se dirigió a sus guardias y les dijo: ‘si se va la luz y ven algo raro disparen sin contemplaciones’, es una frase que se me quedó grabada desde entonces y que he llevado conmigo toda la vida”, explica Ruiz Risueño.

Al tiempo que recuerda que “en ese momento los guardias empezaron a traer sillones del siglo XVIII o XIX y los apilaron donde se sitúan los taquígrafos para prenderles fuego en caso de que se fuera la luz, para poder tener algo de visibilidad”. 

"Las amenazas de Tejero con quemar los muebles y disparar si se iba la luz impactaron a muchos de los presentes que no entendían a qué se refería el teniente coronel", relata Risueño, mientras aclara que la “preocupación de Tejero, era el hecho de que se produjera un cortocircuito que podría ser interpretado por los golpistas como un intento de frustrar su Golpe de Estado, con las consecuencias que eso podría acarrear para los presentes y para el edificio del Congreso”.

Cuando el chico de la cabina le advirtió del posible cortocircuito, Ruiz Risueño recuerda no haber sentido miedo: “No sentí miedo, pero sí mucha preocupación y durante unas décimas de segundo imaginé la situación que podía generarse y fui consciente de lo que Tejero podría interpretar si se iba la luz dela Sala, disparar a quemarropa y quemar los muebles para dar luz”.

Hombre mayor con gafas y bigote, vestido con traje y corbata.
Fotografía actual del exdiputado de la UCD Francisco Ruiz Risueño | ElCierreDigital

Afortunadamente, al final la luz no se fue —pues el héroe anónimo logró mantener en funcionamiento el generador del Congreso— y lo que podría haber sido una catástrofe acabó en anécdota gracias a la rápida intervención de Francisco Ruiz Risueño y a las advertencias del chico encargado de la cabina de luces, que se dio cuenta del posible riesgo que suponía el sistema eléctrico del Congreso y cuya historia ha permanecido en el anonimato hasta que el propio Ruiz Risueño le dedicó un artículo titulado ‘El chico de la cabina’, publicado en febrero de 2021. 

Tras el fallido golpe y con el paso de los años, Ruiz Risueño confiesa haber contado alguna vez esta anécdota a algún familiar o allegado: “sí, alguna vez la he contado, pero realmente me la guardé para mí mucho tiempo, es una historia por la que en aquel momento ningún periodista se preocupó, quizá porque tampoco conocían el hecho, pero que considero digna de contar”, explica el expolítico de la UCD.

Desde hace ya tiempo, el que fuera senador centrista albacetense ha tratado de contactar con ese héroe anónimo de la cabina de luces del Congreso: “Un día nos pusimos de acuerdo en encontrarnos, pero llegó la pandemia de Covid y tuvimos que aplazarlo... y todavía está pendiente”, sentencia Risueño durante su entrevista con elcierredigital.com, en la que ha confirmado que el compromiso de encontrarse con el héroe anónimo del 23-F sigue aún vigente a los 43 años de aquella negra noche en la historia de España.

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