
Las recetas tradicionales de la Semana Santa: Del potaje en Vigilia al atascaburras
Otro de los productos relevantes es La Mona de Pascua, típica en Cataluña, la Comunidad Valenciana, Aragón o Murcia
Referente de la gastronomía mundial, nuestro país tiene manjares para cada época del año. Desde los turrones de Navidad hasta las torrijas de Semana Santa. Parece que siempre hay un dulce perfecto para llevarse a la boca.
Pero, más allá de estas delicias conocidas, hay numerosas opciones que vale la pena degustar y que tienen historias curiosas no tan conocidas. Por eso, desde elcierredigital.com traemos algunos de estos platos menos famosos pero igual de típicos en estas fechas.
El legado cultural de la mona de Pascua
Las monas de Pascua forman parte de las tradiciones más arraigadas de los días de Semana Santa en nuestro país, especialmente en Murcia, Cataluña, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana. Esta última región cuenta, además, con el privilegio de poder disfrutarlo durante todo el año, gracias a otros postres similares, como el panquemado o la toña alicantina.
Lo que dictaba la costumbre era que los padrinos regalasen este delicioso dulce cada domingo de Pascua a sus ahijados. Pero lo cierto es que este postre tiene una particular historia detrás.
Tanto la receta como la costumbre permanecen en el tiempo. Toda la familia se reúne el lunes de Pascua para disfrutar de un día de campo y degustar este dulce tan singular.

La mona, en realidad, significa “provisión de la boca” y proviene de la palabra árabe munna, de donde es su origen. Para los musulmanes del Al-Ándalus, convertidos forzosamente al catolicismo (moriscos), significaba el fin de la abstinencia de la Cuaresma o periodo de reflexión.
En representación de ello, regalaban una mona —un pan adornado con huevos— a sus señores, como símbolo de gratitud por los nuevos comienzos.
Durante la Edad Media también llegó a representar el renacimiento, la abundancia o la fertilidad. Lo hizo hasta convertirse finalmente en un legado cultural casi artístico de los maestros pasteleros. Estos se encargan de adornarlas de la manera más creativa posible, con chocolates, huevos duros de colores, almendras o incluso merengues.
Rosquillas de anís, maravilla en cada bocado
Como bien es sabido, España posee una historia muy vinculada a la cultura árabe. Las rosquillas de anís también son parte de ello. Se dice que se introdujeron en tierras mediterráneas hacia el siglo X gracias a los árabes, al igual que muchas especias exóticas.

Aunque en un principio tenían forma redonda o estaban bañadas en miel, las rosquillas han ido evolucionando y adaptándose a cada época. Así, llegaron a tener ese famoso agujero en el centro que tanto las caracteriza y que asegura una cocción perfecta. Este dulce típico no puede faltar en ningún hogar español.
Potaje de vigilia, un compromiso con la fe
Otro de los exquisitos platos que podemos degustar durante esta época es el famoso potaje de vigilia. La fe católica establece un periodo de cuarenta días, llamado tiempo de cuaresma, durante el cual ha de abstenerse de comer carne en viernes. Para estos viernes es muy habitual que en las casas se prepare este potaje. Es un plato de cuchara cuya receta es perfecta: utiliza garbanzos, espinacas y bacalao.
Para cocinarlo solo hay que cocer los garbanzos y añadirles un sofrito de ajo y cebolla. También se puede incorporar laurel, pimentón, pimiento u otras verduras al gusto. Después, se añade el bacalao troceado y se deja hervir ligeramente. Finalmente, se agregan huevos cocidos, y se obtiene un plato tradicional delicioso.
Sabor manchego con el Atascaburras
Este plato típico de la tierra de los molinos refleja la dureza de los inviernos en la vida rural de antaño y cómo el ingenio se convertía en sinónimo de supervivencia. Su nombre proviene de una divertida referencia: se dice que “sacia hasta las burras”.
El conocido atascaburras es una comida tradicional que se prepara en Semana Santa en Castilla-La Mancha, aunque también es común en días muy fríos.

Su origen se remonta a la historia de dos pastores atrapados en una tormenta de nieve y frío. Debido a la escasez de alimentos, improvisaron un platillo con lo que les quedaba. Y lo que tenían eran patatas y bacalao.
Se les ocurrió machacar en un mortero los dos ingredientes juntos y le añadieron un generoso chorro de aceite. De este modo, se formó una especie de puré.
Se cuenta incluso que el sonido de su preparación recuerda al de los burros cuando se atascan en el barro. En todo caso, es un plato que ha perdurado como símbolo de resistencia, muy característico del espíritu manchego.
Los pestiños
Un dulce del que seguro oirás hablar estos días son los pestiños, también consumidos en Navidad. Su origen se pierde en el tiempo, y es un ejemplo más de la riqueza cultural española.

Este postre, popular sobre todo en Andalucía y Extremadura, mezcla influencias cristianas, judías y musulmanas. Incluso en la antigua Roma ya existía un dulce similar llamado frictilia.
Entre sus ingredientes se encuentran el azúcar, el vino, el trigo y el pan. Pero la forma en que se fríe la masa (antiguamente con manteca de cerdo) para luego bañarla en miel, es una técnica heredada de la tradición árabe, como también lo son muchas de las especias utilizadas: canela, sésamo o almendra.
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