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Un torero realiza una faena con un toro en una plaza de toros, mientras el público observa desde las gradas.
CULTURA

Novena de la Feria San Isidro: Una exigente corrida de Miura con una tarde emocionante

Una corrida que hay que analizarla con otras premisas, en las que no cabe otra cosa que un toreo sobre los pies.

Los toros de Miura son algo ancestral y, aunque a lo largo de los años esa familia ha ido dulcificando -dentro de lo que cabe- el comportamiento de esos astados, sus haceres, salvo excepciones, nada tiene que ver con los del resto de los encastes, en los que se ha ido buscando la bravura combinada con nobleza. También esos toros miureños tienen otras hechuras y están en un tipo muy diferente. Agalgados y altos de agujas, lo que condiciona sus embestidas, que normalmente son sin descolgar.

La corrida de Miura, que ha llegado muy pronto en el calendario de San Isidro para lo que era normal otros años, ha tenido primero presencia, pitones y toros en el tipo inconfundible del encaste. Y en segundo lugar, un comportamiento en el que la incertidumbre de las embestidas era palpable. Con blandura en algunos toros, ninguno se desplazó en exceso pues tuvieron tendencia a quedarse cortos, además de no humillar. Al margen de estas certezas y condicionantes, la lidia discurrió entre emociones y no por los caminos del arte, algo que no permiten estos toros.

Un Juan de Castilla digno en sus dos astados

El colombiano Juan de Castilla sorteó el lote más manejable, dentro de lo que cabe. Su primero fue un castaño girón, bonito y serio por delante, el que menos pesó del encierro: 537 kilos. De muy finas hechuras, fue el que mejor tomó el capote aunque no humillaba. Muy justo de fuerzas, fue protestado y perdió las manos al salir del caballo.

Con pases de tirón se lo sacó a los medios. Le daba sitio en el cite y tiempo entre las series, cortas y a media altura, había suavidad en su muleta. Hubo solvencia por el torero, temple frente a prontitud y entrega del Miura, aunque embestía rebrincado. Faena principalmente por el pitón derecho. Una pena el toro porque tenía nobleza pero deslucía esa poca fortaleza. 

El quinto fue un cárdeno chorreado en morcillo, largo y fino, que manseó de salida al saltar dos veces al callejón. Al menos en el caballo, se dejó, y esperó en banderillas.

Brindis al público y cite de Juan de Castilla desde los medios, dos series limpias pero cortas. Tampoco se puede atacar a los miuras con series largas. Blandeaba también el animal y le costaba ir hasta el final. Sin dudarlo el diestro, cruzado en los cites, tiraba de él y mejoró las embestidas de un astado que también tuvo nobleza. Volvió a saludar.

Valiente y entregado el venezolano Colombo

Valiente el venezolano Jesús Enrique Colombo. Con entrega toda la tarde, banderilleó a sus dos toros, que no se prestaban a ello pues no humillaban en el embroque, al contrario. Con mejor fortuna ante su primer enemigo, ante el que clavó con verdad asomándose al balcón y sorteó con pericia el que le echara la cara arriba. Y con más voluntad que brillantez ante el sexto.

Sorteó un tercer toro grande de caja, al que le cabían los 573 kilos de la tablilla, que tomó con nobleza el capote. Le hizo un quite por chicuelinas, no muy oportuno para un toro con tendencia a quedarse corto.

Un torero en plena faena en una plaza de toros, rodeado de espectadores.
Jesús Enrique Colombo en la novena corrida de la Feria de San Isidro 2024 | El Cierre Digital

Citó desde los medios para iniciar su faena y sin más lo llevó en redondo, tanda cortita, el astado galopaba y repetía, transmitía. No humillaba y el venezolano lo llevaba a media altura, fueron tres con la diestra antes de echarse la muleta a la zurda. Listo el torero, citaba por uno y otro pitón, entendió muy bien al toro, lo llevaba hacia delante sin violentarlo bajándole la mano. Mal con el descabello.

Tremendo de presencia el sexto, negro listón, largo. Echaba las manos por delante y se quedaba en el capote de Colombo. Bella la segunda vara, dejó el toro lejos, se arrancó y el piquero le picó delantero, en pleno morrillo. Como hay que picar.

Ya en banderillas dijo el animal lo complicado que iba a ser. Doblones de inicio, siguió en el tercio, reponía por arriba al final del muletazo. Faena de entrega, mucho valor para domeñar esa embestida en la que había mucha incertidumbre y se acordaba de lo que dejaba atrás. Meritoria la tarde de este torero.

Rafaelillo se va de vacío en una tarde emocionante

Rafaelillo no tuvo opciones con el toro que abrió el festejo. Se derrumbó a la salida del caballo y ya dijo todo, pues esperaba en banderillas y no tuvo un pase en la muleta, se paró al inicio de la faena, y el murciano no tuvo más remedio que abreviar.

Imponente el cuarto, largo como un tren y alto como un pura sangre. 627 kilos de toro, que no estaba regordio. Muy soso de salida, se iba del capote de Rafaelillo. Apretó sin humillar en la primera vara y se le midió en la segunda.

Un torero en plena faena con un toro en una plaza de toros, mientras el público observa desde las gradas.
Rafaelillo en la novena corrida de la Feria de San Isidro 2024 | El Cierre Digital

Pases de tanteo con la muleta, perdió las manos el de Miura. Iba y venía el astado, le costaba desplazarse. Toques fuertes, un toro justo de fuerzas, noble, con fijeza en la muleta, que se iba quedando cada vez más corto. Tiró de experiencia Rafaelillo, series cortas sin violentar al animal. Estocada y muy bella la muerte del toro, que en el tercio se tambaleaba y se resistía.

Lo dicho, las corridas de Miura hay que verlas con otras premisas, en las que no cabe otra cosa que un toreo sobre los pies, a la antigua usanza.

FICHA DEL FESTEJO.- 6 toros de Miura, desiguales de cuajo, pero en un tono acorde con las hechuras del encaste. Totalmente parado el 1°; noble pero blando el 2°; se movió a media altura el 3°; noble pero justo de fuerzas y de recorrido el 4°; justo de fuerzas, noble pero a menos el 5°; complicado el 6°.  Pesos: 611,539, 573, 626, 557 y 637 kilos.

Rafaelillo, de negro y oro. Tres pinchazos, estocada y descabello (Silencio); estocada (Ovación).

Juan de Castilla, de verde botella y oro. Dos pinchazos, estocada muy baja y descabello (Ovación con saludos tras aviso); estocada (Ovación con saludos). 

Jesús Enrique Colombo, de nazareno y oro. Estocada baja y tres descabellos (Silencio tras aviso); pinchazo y estocada (Silencio tras aviso). 

Plaza de Toros de Las Ventas. Casi lleno. Juan de Castilla saludó una ovación tras concluir el paseíllo en reconocimiento de una actuación anterior.

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