Muere Joaquín Bernardó, el torero catalán más importante de todos los tiempos
Fallece a los 86 años, nacido en Santa Coloma de Gramanet, dejando un legado de elegancia y técnica en el arte.
El que es conocido como el torero más importante de Cataluña de todos los tiempos, Joaquín Bernardó Bertomeu, ha fallecido a los 86 años. Nacido en la localidad de Santa Coloma de Gramanet, llegó a torear en la ciudad de Barcelona en 243 ocasiones y se trata del español que más veces lo ha hecho en México –hasta 155 veces–.
Bernardó se aventuró en el mundo del toreo profesional en 1950, con una primera actuación en Manresa, donde debutó. Cinco años más tarde se presentaría como novillero en Las Ventas cortando la oreja de un toro en la arena. El catalán tomó la alternativa en Castellón de la Plana en 1956, con Antonio Bienvenida de padrino y Julio Aparicio entre los testigos.
El "padre del toreo catalán"
El mundo del toreo conocía a Joaquín Bernardo por su fina y elegante figura que le hacía asemejarse más a un caballero al uso que a un matador de toros. Sus movimientos eran descritos por los críticos taurinos como relajados y nada forzados, transmitiendo templanza y arte en su danza con el toro. Fue un gran dominador del tercio de muleta y se le reconoce como "el padre del toreo catalán".
Calificado como el mejor de la historia de Cataluña y un "torero de espejo" en el que se miraron profesionales como Mario Cabré o Serafín Marín, confirmaría la alternativa el 10 de junio de 1956, con Mario Carrión de padrino y Joselito Huerta como testigo, con toros de la ganadería de El Pizarral.
En 1964 se casó con la bailaora gitana María Albaicín –hija del torero Rafael Albaicín–, con la que tuvo dos hijos y con la que acabaría sufriendo un fracaso amoroso y familiar. Según Julián García Candau en su libro Celos, Amor y Muerte. Tragedias y pasiones del Toreo, las revistas del corazón de entonces hablaban del rumor de que ella deseaba volver a los escenarios, pero al parecer, según el autor, la causa fundamental de tan inesperada ruptura, fueron las horas de desamor por los viajes a México de Bernardó.
A pesar de sus cuatro percances de más importancia ante el toro –en Córdoba en 1957, Barcelona en 1962 y 1964 y Madrid en 1980–, Bernardó siempre recordaba que el día más triste de su vida fue el cierre de la plaza de toros Monumental de Barcelona, donde mató a seis toros como colofón de su carrera el 24 de septiembre de 1983.
Sin embargo, Joaquín Bernardó nunca se separó del todo de su pasión taurina, pues hasta su muerte fue un activo defensor de la fiesta nacional en Cataluña y hacía funciones de comentarista en las corridas televisadas de Telemadrid. Además, fue profesor de la Escuela Taurina de la capital española.
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