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CULTURA

Muere Cristina Macaya, anfitriona de la 'jet set' en Mallorca

Era una mujer familiarizada con la prensa rosa, poseedora de una gran fortuna y con una intensa vida social

Cristina López Mancisidor Gordillo, conocida públicamente como Cristina Macaya por su papel de anfitriona de la 'jet set' en Mallorca, ha fallecido este jueves en Palma víctima de una larga enfermedad. La que fuera pareja durante años del empresario ya también fallecido Plácido Arango –de la cadena VIP'S–, padecía un cáncer a sus 77 años. Como madre de cuatro hijos, esta activista cultural se ha ido acompañada de sus seres queridos en su finca de Es Canyar en la isla mallorquina. 

Cristina Macaya fue una mujer familiarizada con la prensa rosa, poseedora de una gran fortuna y con una intensa vida social. Dicen que su nombre es mención obligatoria para todo el que pretenda entrar en los más selectos salones de Mallorca, París, Nueva York y ahora también de Marruecos. Su agenda era la más completa y deseada de toda España.

A pesar de estar expuesta ante los focos, Cristina mantuvo en el anonimato su gran patrimonio, gracias a sus sociedades inversoras en el extranjero que dirige su hijo Javier, el economista de la familia. Su única profesión conocida fue la de decoradora de interiores. Aunque en algunos asientos registrales de sus propiedades aparece como una señora “sin profesión especial”.

Entre sus logros laborales figura el haber decorado el salón bar del hotel Château Eza, en la Costa Azul francesa, cuyo restaurante ha sido galardonado como uno de los establecimientos más románticos del mundo en la encuesta "Romantic Hideaways" de Barbara Brass. También trabajó en la decoración del Gran Hotel La Florida, en Barcelona, sobre las faldas del Tibidabo.

Pero su gran puesta en escena y su riqueza llegó de la mano del dueño de la cadena Vip´s, el asturiano Plácido Arango Arias, un personaje bien parecido, con caché, con el que estuvo unida sentimentalmente durante diecisiete años. Después de este tiempo, a pesar de no estar casada oficialmente, la relación se rompió de forma extraordinariamente generosa por parte del mecenas y coleccionista.

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Cristina Macaya. | El Cierre Digital

De esta manera, Cristina y sus cuatro hijos, fruto de su matrimonio con Javier Macaya, pudieron seguir disfrutando de todo lo que habían tenido mientras la pareja funcionaba. Desde entonces, todo su empeño parecía estar encaminado a demostrar que había vida después de Plácido Arango, y a probar su capacidad para reunir a gente importante de todo el mundo por méritos propios, sin depender de la agenda y las influencias de su acompañante. Un millonario apasionado del arte.

Es Canyar y otras propiedades

Cristina, a la que de joven llamaban Buba y que desciende por línea materna del corsario francés Jean Lafitte, vivió a caballo entre sus pisos de Nueva York, Suiza y Madrid, sus cacerías en Portugal e Inglaterra, sus incursiones en Marruecos y sus largas estancias en su gran heredad de Mallorca, donde tenía establecido su 'cuartel general'. Se trata de una extensa finca de nombre Es Canyar (El Cañaveral) situada entre los términos municipales de Establiments y Puigpunyet, a menos de 15 kilómetros de Palma y hacia el interior de la isla.

Allí, en las estribaciones de la sierra de Tramontana, hay decenas de hectáreas de monte y numerosos naranjos -dicen que hay más de 5.000 árboles-, que se alinean majestuosamente en bancales de piedra, rodeados de pinos, silencio y bruma. Todo ello cercado con un alambre de espino. Sobre esta heredad se ha construido una inmensa mansión rústica de estilo toscano. La casa, rodeada de árboles frutales, palmeras, pinos y cascadas de agua de flores de loto, está compuesta de múltiples habitaciones con ventanales altos, con ascensor interior, un grandioso porche desde el cual se ve la franja azul del mar y un patio interior, donde hace los ágapes.

La entrada de Es Canyar está presidida por una escultura abstracta en hierro de Xavier Corberó. Las buganvillas, el agua remansada en el estanque, la impresionante logia mallorquina y la sombra que proporcionan decenas de árboles centenarios dan idea al visitante del lugar paradisíaco en el que se encuentra.

Como los artistas de Mallorca siempre se llevaron muy bien con ella, son numerosas las obras de Ramón Canet (pintor mallorquín de la estela de Tapies), Jakober, Carbonero, Menéndez Rojas, Costa, Martí, Sirvent, Canyelles y Coll que decoran sus paredes, espacios también recubiertos de frescos estucados de Mendi, en un perfecto maridaje con la exquisitez de los muebles, piezas exclusivas de marcado carácter mallorquín.

Estos son algunos reflejos del mecenazgo que ejerce la conocida por “La Dama del Valle”, que vivía envuelta en un halo de elegancia y clasicismo. En lo alto de la colina que rodea la parte trasera de la mansión, Cristina ha construido una casa para que sus amigos artistas e intelectuales, que no son pocos, encuentren inspiración entre la quietud del paisaje y el olor de la flor de azahar: Todo ello cuidado por unas chicas de servicio doméstico vestidas con una especie de pijama médico blanco, como si fueran enfermeras del confort. Además de gozar de un espléndido bar en cada una de las habitaciones, donde puede encontrarse la bebida más exótica. Dicen que en casa de Cristina Macaya hay más bares que en el barrio madrileño de Alonso Martínez, emulando a una canción de Sabina.

Una mujer con un vestido colorido está de pie junto a un arbusto en un jardín exuberante con un estanque en primer plano.
Cristina Macaya posando en Es Canyar. | El Cierre Digital

Durante los últimos años, Es Canyar se vio ampliado de forma espectacular. A la estructura original se le han añadido patios, jardines y una explanada cubierta de cristal, originalmente concebida para la celebración de la boda de su hija mayor, Sandra, con Fernando Ballvé, una fiesta para mil personas que hizo historia en la isla y que muchos aún comentan. Ese invernadero chic, ha sido hasta la fecha el escenario escogido para numerosas cenas y bailes, y un punto de encuentro obligado de la jet internacional.

Otras propiedades que Cristina tenía en Mallorca fueron vendidas posteriormente. Alguna al todopoderoso presidente de la entidad crediticia BBVA, Francisco González. Se trataba de dos parcelas en la Urbanización Puig de Marmacen, carrer número 10, antes Carrer Puig de Marmacen, en la zona de El Puerto de Andratx. Las dos fincas fueron compradas por Cristina López Mancisidor el 5 de mayo de 1989 por el precio global de 23.984.400 pesetas, cantidad recibida por los vendedores antes del acto notarial.

Estas fincas luego fueron aportadas por Cristina López Mancisidor a la sociedad Conimprosa SA, con domicilio en López de Hoyos 25, Madrid. La operación consistía en hacerse con 24.998 acciones de esta sociedad a cambio de entregar las dos parcelas junto con 1.013.600 pesetas en metálico. Posteriormente, las parcelas junto con sus construcciones, que están enclavadas en un lugar paradisíaco a la entrada del bonito puerto de Andratx, fueron vendidas al banquero Francisco González.

La anfitriona de Mallorca

Pero lo que desconocen muchos de los “ilustres” amigos de la familia Arango e invitados de Cristina Macaya, es que esta enigmática dama, cuyo horóscopo aries refleja muy bien su temperamento, fue durante la década de los años ochenta vicepresidenta de Cruz Roja España. A lo largo de casi diez años ocupó varios cargos y fue la imagen de esta institución benéfica.

Primero fue directora del departamento de Promoción y Recaudación de Fondos y organizadora del famoso "Sorteo de Oro" de Cruz Roja, logrando que los ganadores de dicho sorteo tuvieran los mismos beneficios que los de la Lotería Nacional, con la consabida carencia en la tributación; después sería nombrada directora del departamento de Relaciones y Cooperación Internacional; y ya en 1986 llegó a la vicepresidencia de la entidad, con la que también colaboró a nivel internacional. Tampoco saben algunos que en el año 2006 recibió el Premio Women Together de Naciones Unidas por su trabajo para «mejorar la vida de los hijos de las mujeres presas».  

Hombre mayor con gafas sonriendo y con el brazo de otra persona sobre su hombro.
Fernando Ballvé. | El Cierre Digital

Como puede atisbarse, el entorno que rodeaba a Cristina López-Mancisidor Gordillo, viuda de Macaya desde los 28 años, es poco común. Era madre de cuatro hijos emparentados por espléndidos matrimonios, que le dieron ya varios nietos. Su hija Sandra se casó con Fernando Ballvé, un rico heredero dueño de la empresa cárnica Campofrío y de Telepizza fallecido en 2009 y que saltó al papel couché por su relación con Isabel Sartorius. Sandra y Fernando se divorciaron y la hija de Macaya se casó con el financiero alemán Martin Gruschka.

Su hijo Javier se vinculó con la poderosa familia venezolana Cisneros, quienes compraron la sociedad Galerías Preciados de Rumasa a precio de saldo y las revendieron a precio de oro; un riquísimo financiero libanés de Nueva York es otro de sus yernos, y su hija pequeña, María, selló su compromiso con Fernando Rodés, hijo del financiero catalán Leopoldo Rodés Castañé, miembro fundador del lobby denominado Instituto de la Empresa Familiar, ex vicepresidente del Banco Urquijo y socio de la familia mallorquina de los March.

Pero en lo que nadie tiene dudas ni existen discrepancias es que Cristina Macaya fue una perfecta anfitriona. Las fiestas ‘made in Macaya’ eran el acontecimiento de la temporada en Mallorca. Eventos lúdico-festivo-económicos porque siempre se reúnen los mismos poderosos con la finalidad última de hacer negocios. Han llegado a concentrarse en ellas más de 500 invitados, que llenaban los patios y jardines de Es Canyar.

Una de las fiestas estrellas de Macaya fue la bautizada como la “fiesta de rosa”, ya que todas las señoras debían llevar un vestido de este color y los caballeros deben lucir esmoquin. Hace unos veranos esta típica fiesta, a la que acudieron personajes como el expresidente del Banco Hispano, Claudio Boada, uno de los líderes de la denominada beautiful people; el ex alcalde de Madrid, José Luis Alvárez o; el ganadero Samuel Flores, gran amigo del rey Juan Carlos, sirvió para despedir la soltería de su hijo Javier. Éste, un destacado economista, fue colocado en su día en la banca americana J.P. Morgan gracias a la intermediación del exbanquero Mario Conde, que también poseía una mansión en Mallorca. El expresidente de Banesto ha veraneado siempre que ha podido en su mansión familiar de Pollença, de nombre C´an Poleta, propiedad de su mujer, Lourdes Arroyo.

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