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Una mujer sonriente con un tocado floral en el cabello y pendientes grandes.
CULTURA

Mayte Pardo, la popular 'supervedette' de los 50: La desconocida historia de la actriz

La albaceteña, conocida como la Venus de la Revista, fue esposa del actor Fernando Sancho y participó en 'Cuéntame'

El Teatro-Circo de Albacete recibió en las Navidades de 1953 a la apodada como la Venus de la Revista. Una artista que, procedente entonces del Teatro Albéniz de Madrid, llevaba años marcando los éxitos de este género artístico tan poco valorado por muchos. Pero ha sido -y es- cantera de grandes actores y actrices de este país.

¿Y quién era la Venus de la Revista? Pues una albaceteña que, transcurridos más de 70 años desde aquella actuación, permanece en el recuerdo de muchos aficionados. No sólo del teatro cómico, sino del cine y de la televisión. Hablamos de Mayte Pardo, que se convirtió gracias a su tesón y talento, en una fija de la cartelera de Madrid en varias etapas. Las que marcaron su prolífica carrera profesional, interrumpida por su otra gran pasión, su familia.

Esa que formó con uno de los grandes del cine español, Fernando Sancho, la cara más conocida del spaguetti western. Con él contrajo matrimonio y tuvo tres hijos, Fernando, músico y productor de éxito, y Maite y Pilar -o Piti-, ambas actrices.

Pero comencemos por el principio. Nacida en Albacete el 9 de noviembre de 1929, su nombre completo era María Teresa Lucas Palomares Pardo. Su primer domicilio, según su hoja de inscripción en el Registro Civil, era la calle Boticarios. Más albaceteña, imposible.

Esos primeros años de su vida fueron difíciles, como la de tantos niños que se enfrentaron a una infancia a caballo entre el final de la II República y la Guerra Civil. Y por supuesto, la dictadura franquista y el drama de la posguerra. A lo que hay que sumar el fallecimiento de su padre, Pedro Palomares, en 1935, con poco más de 63 años de edad.

Cartel del Teatro Circo de Albacete anunciando una revista titulada
Cartel del Teatro Circo de Albacete de 1953. | Cedida

Precisamente, su familia paterna se dedicaba al comercio del azafrán en Albacete. Procedente de Novelda (Alicante), este clan era más que conocido en el sector del oro rojo. Su padre, además, impulsó otros negocios y, de hecho, se encargó de la gestión del Café Ideal del Teatro-Circo.

Entre sus propiedades, una finca conocida como Huerta de Palomares, junto al paraje de La Pulgosa, arrendada como explotación agrícola. Y hasta se dedicó al mundo de la política en los años 30, en las filas del Partido Republicano Radical, del que fue vicepresidente provincial.

Respecto a su madre, Teresa Pardo, las hemerotecas nos devuelven en esos años 20 y 30 del pasado siglo notas de sociedad de la familia. E incluso, sus donaciones para las obras de la Parroquia de San Juan.

De enfermera a cantante de orquesta

Siendo una adolescente, María Teresa se marchó a Madrid con su madre y con sus tíos. E incluso, dos de ellos, Joaquín y Margarita, pasaron media vida viviendo en la misma casa que su hermana y la familia que formó en Madrid. Los rastros que dejan los archivos confirman esos datos. Junto con otros que ponen de manifiesto que la contienda nacional y los ajustes de cuentas del Régimen trataron de complicarle la vida a este clan.

El caso es que María Teresa comenzó a estudiar Enfermería, pero algo en su interior le decía que no era su camino. El mundo de los escenarios se cruzó en su vida y terminó viviendo entre candilejas, cámaras y focos. Así, siendo todavía muy joven, optó por el mundo del espectáculo, ya que la música era una de sus pasiones.

Una mujer en un escenario con un vestido elegante y un tocado con plumas.
Mayte Pardo en los escenarios. | Cedida

La huella de su larga carrera en la prensa nacional arranca en 1948, es decir, con 17 años. En mayo de aquel año, La Voz de Castilla ya daba cuenta de un recital que la albaceteña, que se presentaba como Mayte Pardo, aunque también como Maite. Estaba compuesto de “canciones modernas” al piano del maestro Enrique Peiró, autor de composiciones tan populares como Santander o Los ojos del alma.

Los oyentes de Radio Castilla, emisora de Burgos, quedaron sorprendidos con la educada voz de la futura 'supervedette'. Una pista más de cómo, con mucho trabajo, la artista se construyó una carrera desde abajo, escalón a escalón.

Un año después, su nombre artístico lucía destacado en las letras de molde de los periódicos. En agosto de 1949 ya brilla como artista de primer orden en espectáculos anunciados en la capital de España. Como Pavillón, popular local de los Jardines del Buen Retiro.

Allí también, como complemento a las cenas de postín, animadas por las mejores orquestas del momento, actuaban artistas como Héctor Pontón, Arevalillo, Mario Gil, Ángela y Nico, Elvira Real, Juanita Cuenca.  Allí, acompañada de la orquesta de rigor, la albaceteña deleitaba con su delicada voz a los clientes de un local muy exclusivo. Mientras, cenaban, bailaban y tomaban copas.

Llega la revista

Desde ese momento, las referencias a la fulgurante carrera de Mayte Pardo son continuas en esas notarías de nuestra historia que son los periódicos. Éxitos en esas décadas de los 40 y los 50 en los más importantes teatros de Madrid, como el Albéniz, conocido como el Palacio de la Revista.

Allí compartió escenario, entre otros, con el albaceteño -de Casas de Ves- Eladio Cuevas, bajo la dirección del maestro Jacinto Guerrero. También en el Calderón, junto a Antonio Machín. En el Teatro de la Zarzuela, con Pepe Orjas, Luis Barbero y Manolo Codeso.  Y Lope de Vega, junto a José Luis Ozores y María Jesús Valdés.

Mujer con gafas de sol y cabello rizado sonriendo en una foto en blanco y negro.
Mayte Pardo. | Cedida

Suma y sigue para una mujer que abrió la espita del espectáculo en una familia que nada tenía que ver con los escenarios. Y cuyos recuerdos albaceteños se limitaban a los tiempos en los que, de chiquilla, en la huerta familiar de La Pulgosa se entretenía entre bancales y ganado. Y el horror de la Guerra Civil, de los bombardeos, cuando con su madre y sus hermanos se protegía, entre las acequias.

Pero la vida terminó sonriéndole a Mayte Pardo. Y tal era su popularidad, que, en el verano de 1951, el 31 de agosto, con apenas 22 años, lo más granado de la farándula y el cine nacional le brindaron un sonado homenaje en el Teatro Circo Price. Fue como consecuencia de su éxito en este escenario con Usted lo pase bien, del maestro Gil Serrano.

Participaron Carmen Sevilla, Amalia Molina, Marujita Díaz, Antonio Casal, Ángel de Andrés, Nati Mistral, Gila, Tip y Top. Y todos ellos presentados por el actor Fernando Sancho. Según la crónica publicada en el diario ABC, “el público aplaudió calurosamente a la homenajeada y a todos los que contribuyeron al buen éxito de la fiesta”.

Otro de los grandes éxitos de esos años fue la revista Devuélveme mi señora, estrenada el 8 de febrero de 1952 en el Teatro Albéniz. Fue uno de los taquillazos de la temporada, con cientos de funciones. Basada en la obra de Antonio y Manuel Paso, la partitura fue cosa de los maestros Daniel Montorio y Augusto Algueró. Y parecía hecha a medida de la albaceteña.

Fue una década, la de los 50, jalonada de triunfos sobresalientes para la artista. Su presencia era reclamada una y otra vez en festivales benéficos, en certámenes cinematográficos, en galas artísticas. También, por supuesto, en revistas de renombre, haciendo importantes giras por toda España.

La boda con Fernando Sancho

En esos primeros años 50, el ya popular Fernando Sancho se dedicaba a rondar a la manchega. La conoció -según confesó la propia artista- en una de las puestas en escena de El tercer hombro. Era la revista basada en el texto de Francisco Ramos de Castro y Fernando Vizcaíno Casas, con la música del maestro Guerrero, estrenada en el Albéniz en febrero de 1951.

La galantería del aragonés siguió los cánones clásicos, como a la antigua usanza. Visitas al teatro, esperas al final de la función y ramos de flores, técnica que surtió efecto, ya que, con el tiempo, sería su esposo. De hecho, se casaron el 7 de junio de 1956, tras compartir, además, horas de trabajo en escenarios y platós.

Novia sonriendo con un vestido de encaje y velo.
Mayte Pardo en su boda. | Cedida

Una tournée le llevó a Albacete en 1953. Los días 28 y 29 de diciembre se presentó en el Teatro-Circo “procedente del Teatro Albéniz de Madrid” con 2 mujeres y 13 resultados, obra de José Marcos. Para esta, el empresario del coliseo de la albaceteña calle Isaac Peral, Bienvenido Herreros, desplegó una potente campaña publicitaria.

“La gran supervedette, a quien la crónica y el público proclaman como única en su género”. Una presentación que auguraba un nuevo éxito de la artista en la compañía dirigida por Paco Hernández, a su vez, primer actor contratado por la empresa promotora, Espectáculos Calatrava.

Junto a la albacetense y el director de la revista, un reparto compuesto por Emilia Climent, Lolita Escrich, Mari Delfín, Nelly y Fred, Felipe Millán, José Carazo, Pepito Salvador, Antonio Moreno, Manuel Rius y Manuel Alapont, actuando como maestro de baile Emilio Gadea, según su propia coreografía. Y así hasta completar un plantel que incorporaba, además de más de una decena de técnicos, seis modelos y 24 vicetiples.

La crónica, aparecida en el Diario Albacete, aseguraba que el libreto “no es precisamente de lo mejor” que, para este tipo de espectáculos se escribió. Similar sentencia dictó el periodista respecto a la partitura.

Otra cosa bien distinta es el análisis del elenco, en especial, de la albaceteña. “Hemos de resaltar la actuación de Mayte Pardo, elegante y escultural figura de la revista española, la cual dijo su papel y cantó sus números con gran acierto”. No apuntó lo mismo de las vicetiples, y de la orquesta se quedó en un lacónico “cumplió”.

Debuta en el cine

Esa toma de contacto con el Teatro-Circo de Mayte Pardo llegó el año de su debut en el cine. Fue con María Dolores, una película dramática estrenada el 22 de agosto en el Rex de Madrid y que dirigió José María Elorrieta. Su argumento gira en torno a una historia de narcotráfico entre África y España. Entre los protagonistas, Ana Esmeralda, Fernando Nogueras y Fernando Sancho.

La siguiente película que aparece en la filmografía de la artista es Torrepartida, fechada en 1956, dirigida por Pedro Lazaga, con Adolfo Marsillach, Germán Cobos, Nicole Gamma, Enrique Diosdado y, de nuevo, Fernando Sancho. Narra las aventuras y desventuras de un grupo de bandidos en la Sierra de Albarracín en la posguerra española. En esa película Fernando Sancho y Mayte Pardo eran ya una consumada pareja. Y se da la circunstancia de que ese año contrajeron matrimonio.

Un hombre con bigote y cabello rizado, vistiendo un traje formal de época.
Fernando Sancho. | Cedida

También en 1956 se produjo Cuerda de presos, en la que Mayte Pardo trabajó otra vez a las órdenes de Pedro Lazaga. Compartió reparto también con Fernando Sancho, junto a un amplio plantel formado, entre otros artistas, por Germán Cobos, Antonio Prieto, Rafael López Somoza, Lis Rogi, Aníbal Vela, Carmen Lozano, Antonio Almorós, Fernando M. Delgado, Arturo Fernández, Santiago Rivero y Laly del Amo.

Ese mismo año, la apretada agenda de Mayte Pardo no le daba tregua. Y se presentó en gira por numerosos teatros de España con la comedia musical Los ladrones van a la oficina, de Miguel Martín. Le supuso un disgusto a la artista porque tuvo que reclamar a la empresa promotora, Producciones Escena, parte de sus emolumentos. Fueron 7.600 pesetas, y el asunto terminó en Magistratura de Trabajo en 1958.

En 1957, se incorporó al plantel de Roberto el diablo, también de Pedro Lazaga, una historia de amor imposible que abrió un tiempo de parón, coincidiendo con su maternidad. Primero, en 1958, cuando nació su hija Mayte, y al año siguiente, Fernando. Se tomó un respiro de casi 25 años, con alguna intervención esporádica en el cine o en otros espectáculos.

De hecho, en noviembre de 1962 el nombre de Mayte Pardo reaparece en la información cinematográfica de la prensa por su participación en la película Bienvenido, padre Murray. En ella intervino además ejerciendo de madre de su hija, Mayte Sancho, Maytina. Así lo rezaba el diario Pueblo del 17 de noviembre de 1962. Fue un rodaje “simpático y original”, de acuerdo con la noticia del rotativo madrileño, puesto que en la cinta también actuaba Fernando Sancho.

Se trataba de una coproducción hispano-francesa, dirigida por Ramón Torrado. Un western en toda regla estreno en 1964 que cuenta la historia del padre Murray cuando llegó a Valley City. Un pueblo tejano fronterizo con México. Allí su misión era la de aplacar la inmoralidad reinante. Pero su labor se complicó porque el sacerdote sufrió el racismo, ya que era negro, y la incomprensión del pueblo.

Un grupo de personas posando en una mesa durante un evento formal.
Conchita Velasco, Maite Pardo y Mari Paz Pondal, con artistas ancianos. | Comunidad de Madrid

También, en ese año de 1962, la artista volvió a la ciudad que le vio nacer. Y lo hizo con un fin benéfico, la Operación Estrella, lanzada por Radio Juventud con la que se recaudó dinero para la construcción de viviendas para las familias más necesitadas.

Las principales autoridades de la provincia albacetense se volcaron con esta iniciativa, que incluyó numerosas actividades, y a las que Mayte Pardo se sumó junto con Fernando Sancho. Una gala por todo lo alto en, de nuevo, el Teatro-Circo, puso fin a este programa en el que se hablaba de caridad. Un término muy del momento.

Retiro familiar

Fue un alto en su retiro familiar, el que le permitió ver crecer a sus hijos pequeños mientras su esposo encadenaba un rodaje con otro. Aquí y allá en esa década que concluyó con más de 40 películas. Y en 1968 llegó la pequeña de la familia, Pilar, más conocida como Piti.

En esos años, además, el eterno mexicano en los spaguetti western disponía de un apartamento en Roma para llevar de la mejor forma posible su ajetreada agenda. Pero entre grabación y grabación, Fernando Sancho pudo disfrutar más de la paternidad con la benjamina de la casa.

Pero la familia de Mayte Pardo creció unos años después de llegar a Madrid. Su madre se volvió a casar, en concreto, con Antonio Cardenal. En diciembre de 1949 tuvieron un hijo, Antonio Cardenal Palomares, que, con los años, y gracias a su cuñado, Fernando Sancho, tuvo sus primeras incursiones en el mundo del cine. Le llevaba a los platós donde rodaba el artista maño.

En 1969, Cardenal Palomares terminó en RTVE, ejerciendo diversos cargos. Fue en programas como Estudio Abierto, Buenas Tardes, Rito y Geografía del Cante, Sábado Cine, 24 Imágenes por segundo y Revista de Cine. Entonces puso punto final a su carrera televisiva para iniciarse en el mundo del marketing cinematográfico en compañías como Warner Bross, Twenty Century Fox, CIC (Universal Pictures, Paramount y Metro Goldwyn Mayer). En esta etapa se encargó del estreno de películas como Tiburón, El Golpe, Campeón, Jesucristo Superstar, Grease

Finalmente fundó su propia empresa de publicidad de la mano de José Miguel Asín, que se convirtió en Clave 2, poniéndose al frente de la publicidad de las majors. Un paso más hasta convertirse en productor de éxito de cine y televisión.

Su primer proyecto fue Sabbath, serie de seis historias dramatizadas de brujería basadas en la realidad histórica y en la tradición popular. A partir de ahí, Adiós Princesa, ¡Por fin solos!, Los hombres siempre mienten, ¡Oh cielos!, Cachito, Bwana, Corazón loco, 99.9, La novena puerta, Gitano, El refugio del mal, Alatriste, La carta esférica. Una carrera sobresaliente la del hermano de Mayte Pardo que hace todavía más cautivadora la biografía de la albaceteña, gentilicio al que nunca renunció. Todo lo contrario, del que siempre hizo gala.

El regreso

La albaceteña regresó a los escenarios en el final de los años 70 de la mano de Quique Camoiras y como cabeza de cartel de su compañía. Protagonizó rotundos éxitos como ¡Ponte el bigote, Manolo!, ¡Qué solo me dejas! o El tonto es un sabio. Obras que tuvieron giras por toda España, incluida la ciudad de Albacete.

El cine volvió a contar con ella también desde finales de los 70, con la transición en marcha. Y con papeles en películas como Esposa de día, amante de noche, de Javier Aguirre, en 1978, en el que también trabajó en Trampa sexual, de Manuel Esteba. 

En los 80 se puso a las órdenes de Rafael Gil en varios títulos de películas guionizadas por Fernando Vizcaino Casas. Y compartiendo reparto con Fernando Sancho, como La boda del señor cura, de 1979; Hijos de papá, de 1980…Y al tercer año resucitó, de 1981, y De camisa vieja a chaqueta nueva, de 1982.

Un grupo de cuatro personas posando en un evento formal en un lugar decorado con fotografías en la pared.
Mayte Pardo con compañeros de escena. | Cedida

La vida cambió de nuevo para la artista tras el fallecimiento de su esposo, Fernando Sancho, el 31 de julio de 1990. Tras casi cuatro décadas de matrimonio, una vida en común en la que Mayte Pardo optó por protagonizar el principal papel de su vida, el de esposa y madre.

La estrella del cine patrio, tras participar en un sinfín de películas, muchas de ellas coproducciones, y encarnar como nadie el papel de bandido mexicano, se fue de esta vida. Fue por una insuficiencia hepática que no pudo superar en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid. Tenía 74 años de edad.

La televisión

Mayte Pardo, entonces, encontró un hueco en la televisión. Desde los primeros noventa intervino en series como Lleno por favor, Juntas pero no revueltas, La banda de Pérez, Todos los hombres sois iguales, Cuéntame cómo pasó, La sopa boba, Aquí no hay quien viva o La que se avecina. Década en la que también hizo cine, con pequeños papeles en dos películas de Antonio del Real, Por fin solos, de 1994, y Corazón loco, de 1997. Estaban producidas ambas, como se ha apuntado, por Antonio Cardenal.

Mayte Pardo falleció el 1 de abril de 2011 los 81 años de edad sin apenas avisar, sin preocupar a su familia, sin aparente enfermedad. Y dejando tras de sí una amplia trayectoria profesional en los escenarios de toda España y en los platós de cine y televisión. Pero la semilla de Fernando Sancho y de Mayte Pardo, tanto monta, monta tanto, germinó en una saga de artistas que sigue ganando nuestro país. Tras los abuelos, los hijos, y ahora, los nietos, 'sanchos' y 'pardos' para rato.

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