Luces y sombras del padre de la bomba atómica: Oppenheimer, un encargo mortal
El científico fue clave en el desarrollo de proyectos ultrasecretos aunque se opuso a la nuclearización bélica
El próximo jueves 20 de julio llegará a los cines Oppenheimer, el metraje dirigido por Christopher Nolan que se propone narrar el proyecto del científico Robert Oppenheimer, cuyo objetivo era el desarrollo de una bomba atómica en un laboratorio ultrasecreto situado en el desierto de Nuevo México (Estados Unidos). El filme busca profundizar también en los pensamientos y dudas del científico ante la magnitud del proyecto y el enfrentamiento moral entre su trabajo y sus principios.
Nacido en Nueva York en el año 1904, Julius Robert Oppenheimer se crió en el seno de una familia de inmigrantes judíos alemanes que se enriquecieron con la importación de bienes textiles. Robert se graduó en la Universidad de Harvard con la distinción académica summa cum laude tras sólo tres años de estudios. Posteriormente estudió física teórica fuera de Estados Unidos, primero en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y luego en la Universidad de Göttingen (Alemania), donde se doctoró a los 23 años de edad.
El joven físico comenzó a codearse con las más grandes figuras científicas de su época, y su trabajo académico hizo avanzar el campo de estudio de la teoría cuántica. Además, “Oppie” (apodado así por sus allegados), fue un aventajado físico capaz de predecir nuevos descubrimientos, desde el neutrón hasta el agujero negro. En paralelo a su ilustre carrera en las ciencias, Oppenheimer también aprendió sánscrito, estudió religión y se unió a diversas causas progresistas, según las fuentes consultadas por elcierredigital.com.
El proyecto Manhattan
En 1941, Estados Unidos se involucró en la Segunda Guerra Mundial en el bando de los Aliados. Fue en ese momento que el Gobierno de Estados Unidos pidió a Oppenheimer que se implicase en el proyecto secreto denominado Manhattan, cuyo objetivo era desarrollar un arma atómica, con una capacidad de destrucción nunca antes observada.
Durante el desarrollo del proyecto, Oppenheimer se enfrentó a numerosos retos, como averiguar qué tendría que ocurrir para desencadenar y mantener el tipo de reacción en cadena de neutrones, que era la clave necesaria para crear una explosión nuclear. Por su ambición, conocimientos y aportes al proyecto, los responsables del proyecto y superiores del científico quedaron asombrados con “Oppie”. Es más, ya en 1942, el Ejército de Estados Unidos contactó de nuevo a Oppenheimer para que dirigiera el laboratorio secreto donde se pondría a prueba el funcionamiento de la bomba.
El laboratorio de Los Álamos
Según las revelaciones de numerosos medios de comunicación, mientras los oficiales del Ejército buscaban lugares apropiados para dicho laboratorio, Oppenheimer, que era admirador del suroeste americano y poseía un rancho en Nuevo México, sugirió el emplazamiento de Los Alamos Ranch School, un colegio privado exclusivo para varones, situado cerca de Santa Fe (EEUU). Robert Oppenheimer se puso al mando y supervisión de cientos de trabajadores, cuyo número aumentó a los miles con el tiempo y que trabajaron en el desarrollo del proyecto en lo que se conoció como el Laboratorio de Los Álamos.
Según la información a la que ha tenido acceso elcierredigital.com, la labor del científico no se limitó a reunir a un grupo de grandes mentes, sino que las inspiró, organizó y empujó a rendir: "Estaba intelectual e incluso físicamente presente en cada paso decisivo", explicó el físico Victor Weisskopf sobre el rendimiento de Oppenheimer en una entrevista recogida por el medio National Geographic.
La prueba Trinity
El 16 de julio de 1945, Oppenheimer se reunió con otras personalidades científicas, gubernamentales y militares en la zona de pruebas de Trinity, al sur de Los Álamos, para la primera prueba de explosión nuclear de la historia de la humanidad. Las declaraciones de los testigos sobre la prueba expresan la tensión vivida ante la situación. El artefacto denominado “Gadget” y los resultados de la prueba cambiaron la percepción de la humanidad sobre las armas nucleares.
Los opositores al lanzamiento de una de estas bombas fueron numerosos, entre ellos se encontraba Oppenheimer. Pero también existía una corriente de pensamiento que empujaba a pensar que era una forma óptima de poner fin a la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la guerra y los combates habían llegado a su fin en Europa, los oficiales estadounidenses temían que la fase más sangrienta de la guerra estuviera todavía por delante: los ataques contra Japón. La esperanza era que la nación pudiera forzar a Japón a rendirse amenazando con poner en uso la nueva arma y así evitar un posible recrudecimiento del conflicto, según aseguran numerosas informaciones periodísticas e históricas consultadas por elcierredigital.com.
El bombardeo de Japón y el dilema moral
Oppenheimer participó en el desarrollo de las bombas que fueron lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945. Según las estimaciones oficiales y los posteriores recuentos e investigaciones, se cree que un mínimo de 110.000 personas perdieron la vida por causa de las explosiones, que destruyeron ambas ciudades a una escala de devastación nunca vista.
La noche del bombardeo de Hiroshima, Oppenheimer fue aclamado por sus compañeros científicos y militares en Los Álamos, el científico declaró que lo único que lamentaba era que la bomba no hubiera estado lista a tiempo para utilizarla contra la Alemania nazi.
A pesar de la emoción por el éxito de la operación los científicos se encontraron horrorizados por la pérdida de vidas civiles en el ataque, y les preocupaba que el futuro de las armas fomentara futuras guerras en lugar de disuadirlas. Además, numerosos expertos señalaron que Oppenheimer, entre otros científicos, plantearon que las bombas se lanzaran contra objetivos militares y no civiles, algo que los altos mandos militares y el Gobierno desoyeron.
Según un artículo de investigación, unas semanas después del lanzamiento de las bombas, Oppenheimer escribió una carta al secretario de Guerra de los Estados Unidos: "la seguridad de esta nación... no puede basarse total ni principalmente en sus proezas científicas o técnicas. Sólo puede basarse en hacer imposibles futuras guerras", sostenía el experto científico.
Oposición a la novedosa bomba de hidrógeno
Oppenheimer pasó gran parte de su vida tras la finalización de la guerra tratando de presionar a favor de la disuasión nuclear, oponiéndose abierta y públicamente a los intentos de Estados Unidos de desarrollar una bomba de hidrógeno más potente, tras el anuncio de la URSS del desarrollo de una bomba de estas características. El científico planteó que, en lugar de desarrollar una nueva arma, Estados Unidos debería considerar el uso de armas nucleares sólo tácticamente y buscar otros usos de la tecnología nuclear, como la generación de energía.
Esto le granjeó enemigos políticos y le puso en el punto de mira del “Temor Rojo”, una estrategia política estadounidense de histeria anticomunista durante la Guerra Fría. En 1954, la Comisión de Energía Atómica revocó su autorización de seguridad en una vista en la que se investigaban sus supuestas "simpatías comunistas".
Esta medida no se revocó hasta 2022, después de que funcionarios del Gobierno revisaran el caso de Oppenheimer y descubrieran que la investigación había sido “defectuosa e ilegal”, según expresan diversos medios de comunicación. Oppenheimer nunca volvió al servicio del Gobierno estadounidense, en su lugar fundó la Academia Mundial de las Artes y las Ciencias y se dedicó a dar conferencias sobre ciencia y ética hasta su muerte en el año 1967.
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